Hablar de sexo ¿no es tema de chicas?

¿Agrada, o no, que una mujer se exprese abiertamente sobre lo íntimo? Aquí, un panorama sobre los prejuicios que habría que desterrar.

La conversación fluye con el mismo ritmo incesante de un reloj de arena, se replica infinitamente mientras ellas cuentan sus experiencias, dudas y problemas sobre sexo durante horas.

Hablan abiertamente y sin tapujos con sus amigas de toda edad, mientras desde la mesa de al lado alguna ceja levantada explicita su desaprobación: ¿una mujer hablando sobre sexo de manera llana y absolutamente franca? ¿Qué le pasa a los demás (hombres y mujeres) cuando eso ocurre?

Más que una escena de la icónica “Sex and the City”, la ficción dejó hace rato paso a la realidad. En ella son muchas las mujeres que hablan abiertamente sobre sus dudas, problemas y curiosidades respecto al sexo, con sus amigas o grupos de pertenencia. Algo superador de otros tiempos, que una parte machista del sistema, no termina de aceptar.

“Todo depende de la posición del receptor del mensaje”, apunta el sexólogo y psicólogo Germán Gregorio Morassutti.

“Hay varones que comparten la mirada de que la mujer tiene el mismo derecho a hablar de sexo que ellos, ya que no son  inseguros ni se sienten apocados por la figura femenina que habla de sexualidad. Otros, sin embargo, tienen perfiles más machistas y pueden llegar a sentir que las mujeres que se manejan así están invadiendo su territorio. Incluso, muchos malinterpretan esa libertad de palabra llegando a pensar que  una mujer que habla de sexo de esa manera, los está provocando, o insinuando algo. En realidad nada tiene que ver con eso, sino con el derecho que tiene la mujer a hablar franca y llanamente sobre sexo y sexualidad”.

Sin embargo, y más allá de lo que pueda llegar a suponerse, el machismo no tiene género y las experiencias demuestran que ese tipo de pensamiento a veces puede llegar a ser más inflexible en ellas.

Como cuenta Laura (profesora de nivel medio, 48 años): “Nunca me voy a olvidar cuando en una reunión de amigas, se dio el hablar del deseo, y de cómo la rutina, los chicos y el trabajo atentaban contra él. Entonces muchas de las chicas sugirieron consejos para ‘avivar’ la pasión, que apuntaban a salir de los lugares comunes. Dos de esas mujeres, que yo creía conocer, se ofuscaron por ‘ventilar’ nuestras vivencias, y poner sobre la mesa palabras y frases que al parecer (y según ellas) sólo podían manifestarse entre hombres. No las vi más, y fue un alivio para todas las que pensamos que el machismo le hace mal a los hombres y mujeres que apuntamos a la equidad”.

Como explicita en sus publicaciones León Gindin, profesor de sexualidad y salud de la Universidad Abierta Interamericana: “El sexo está mucho más expuesto entre las mujeres de lo que estaba antes, cuando era un tema prohibido. Y esto se ve en varias generaciones, no solo en las más jóvenes. En las reuniones de amigas donde épocas atrás predominaba el tema hijos y nietos ahora se habla de la falta de deseo, por ejemplo”.

Como contrapartida, también están aquellas personas (hombres y mujeres) que viven hablando de sexo de manera desmesurada y exagerada. Como dice el dicho: “dime de qué tanto alardeas, y te diré de lo que careces”.

Según la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg (especialista en relaciones): “cuando un hombre o mujer alardean sobre sexo todo el tiempo, como si se tratara de una competencia respecto a cantidad, calidad y características únicas, que les pasan sólo a ellos: duden; ya que muchos intentan tapar las dificultades que tienen sábanas para adentro”.

A la hora del diálogo sincero muchos piensan que las mujeres hablan de sexo desde una mirada más romántica. “Eso es un mito. En general se cree  que las mujeres hablan desde el enamoramiento, cuando en realidad lo hacen como cualquier persona y sin ningún tapujo. Los temas más predominantes en ellas tienen que ver con el deseo, las prácticas sexuales y hasta problemas en la cama; pero de manera más sincera que el hombre”, cuenta el sexólogo.

- ¿En qué sentido?, le preguntamos al especialista:

- En el sentido de que ellos tienden por lo general a agrandar lo que pueden llegar a contarse respecto al sexo, pero nada más. Todo se traslada a contar respecto al rendimiento sexual más ‘deportivo’ del encuentro.

En cambio en las mujeres, el tema de la satisfacción está más focalizado no tanto en la práctica (entendida como ‘deporte’) de la sexualidad, sino respecto a qué se sintió y cómo fue la calidad de lo que experimentó.

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