Wimbledon: el renacimiento del mago Federer

Tras un año sin títulos, el suizo volvió al primer plano del tenis mundial. El resurgimiento del gran candidato a ganar su octava corona.

Existe una historia que se asemeja a la carrera tenística de Roger Federer. La leyenda del Ave Fénix relata cómo un ave es capaz de renacer de sus propias cenizas. "Cuando el Fénix ve llegar su final, construye un nido especial en lo alto de una palmera. Allí se sitúa y, entonando la más sublime de sus melodías, expira. De sus propias cenizas, surge un nuevo Fénix, único y eterno". El mito es claro y conciso: morir, renacer y reinventarse.

Federer, quien hoy se sitúa como el máximo candidato a ganar su octava corona de Wimbledon tras no perder ningún set en los partidos disputados, imitó la leyenda del Ave Fénix para posicionarse nuevamente en lo más alto del tenis.

Morir

El 2016 fue un año fatídico para el Mago. Roger comenzó la temporada con el pie izquierdo. El suizo defendía el título en el ATP de Brisbane, pero un cuadro febril y un desempeño contundente de su rival lo dejó con las manos vacías: cayó en la última ronda ante el canadiense Milos Raonic en sets corridos.

Tras ese certamen, Federer apostó todo al US Open. Lejos de mostrar el nivel que tuvo en 2015 (cuando no avanzó más allá de la tercera ronda), el helvético llegó a semifinales donde se topó con un Novak Djokovic encendido, quien lo venció por 6-1, 6-2, 3-6 y 6-3.

A pesar de protagonizar una buena actuación en el primer Grand Slam del año, Roger sintió el peso de la edad en sus huesos. Con dieciocho años de carrera en su espalda, el Maestro sufrió una rotura de meniscos y tuvo que someterse a la primera operación desde que se inició en el profesionalismo. Sin embargo, las molestias no cesaron. Como consecuencia de dolores en la espalda, Federer se ausentó, tras participar en 69 Abiertos consecutivos desde 1999, de Roland Garros.

Al retornar al ruedo en un estado físico óptimo, esta vez fueron los resultados adversos lo que complicaron a Roger; el ganador de dieciocho Abiertos dio fin a una de las peores temporadas de su carrera tras perder en Wimbledon ante Milos Raonic. Luego de catorce años dentro de los mejores diez del ranking ATP, el ‘Hombre Récord’ cayó en la decimosexta posición.

Renacer

Los seis meses sin entrar a una cancha y su vuelta con poco brillo parecían anticipar el fin de la magnífica historia de Roger Federer. No obstante, el número cinco del ranking ATP dio una auténtica lección de talento, sacrificio y espíritu de superación. Contrario a todos los pronósticos, conquistó el Australian Open en su retorno a las pistas; allí, derrotó a Rafael Nadal en más de tres horas y media de juego. Mantuvo su desempeño y levanto la copa en los Masters 1000 de Indian Wells y Miami respectivamente, y recaló al lugar del que nunca debió salir: el top ten.

Una de las causas del renacimiento de su Majestad fue el cambio de entrenador. Resulta muy difícil pensar que un director técnico pueda influir en un juego casi perfecto como es el de Roger. Sin embargo, Ivan Ljubicic supo potenciar las falencias del nacido en Basilea y seguir un patrón que el tenista mantuvo a lo largo de su vida: encontrar estabilidad con nuevos preparadores y siempre aprender algo nuevo de ellos.

En esta nueva temporada se vio a un Federer más analista. A veces, en la vida hay que tomar decisiones que pueden causar efectos negativos en las primeras instancias, pero que después devuelven con creces el sacrificio realizado. Ni bien empezó el 2017, el suizo anotó una fecha en el calendario: el inicio de la temporada de césped. Él se conoce y desde un principio supo que allí es donde podría tener su mejor nivel. Y, para hacer eso, el ‘Maestro’ dejó de lado los torneos que se disputan en polvo de ladrillo; al ser una superficie de puntos largos y de mucho despliegue físico, el helvético puso foco en Wimbledon.

Reinventarse

El tenis evolucionó con el paso de los años y se convirtió en un deporte que abarca mucho la parte atlética de sus actores. Con 35 años a cuestas, Federer fue capaz de adaptarse a todas las circunstancias.

Las mejoras más llamativas del oriundo de Basilea residen en dos aspectos que difícilmente podía mejorar: el revés y el saque. Como se detalló anteriormente, el arribo de Ljubicic a la vida del tenista significó un nuevo modo de hacer las cosas. Primero, Ivan, quien alguna vez alcanzó el puesto número tres del ranking mundial, focalizó los entrenamientos de su pupilo en perfeccionar el servicio –que era una de las armas más letales del suizo- y en optimizar el clásico revés a una mano que caracteriza a Federer. De esa forma, el siete veces campeón de Wimbledon unió el trabajo con el talento y alcanzó un nivel superlativo.

Roger cambió conforme a lo que pidió cada momento. Su tenis exquisito se mantuvo en vigencia sin ser el mismo que practicó en años anteriores, pero sin dejar de ser tan brillante como ‘su Majestad’ nos tiene acostumbrados. La descripción que el estadounidense Jimmy Connors hace sobre el suizo resume todo en pocas palabras: “Han llegado a decir que en un época donde hay especialistas en cada superficie, o eres un experto en polvo de ladrillo, un experto en césped, un experto en pistas duras, o eres Roger Federer”.

Los números del helvético son apabullantes. Estuvo 302 semanas como mejor jugador del circuito, ganó dos medallas olímpicas, posee la cifra más abultada de títulos de Grand Slams (18) y levantó 92 trofeos a lo largo de su carrera.

Pero en este caso, las estadísticas quedan en segundo plano. La mentalidad competitiva de Roger es lo que asombra. El reto de mantenerse en el tiempo es el hecho que lo mueve para nunca conformarse. Para seguir en lo más alto incluso cuando apariciones como las de Alexander Zverev, Dominic Thiem o Nick Kyrgios inundan el circuito de sangre renovada y hambre de títulos. El talento de Federer no sólo se ve en el juego, sino en lo físico y en lo mental.

En cuartos, el suizo apabulló a Milos Raonic para lograr un lugar en las semifinales del torneo que más alegrías supo darle. El número cinco del ranking ATP irá por el récord que lo moviliza y lo inquieta: convertirse en el máximo ganador de la competencia del All England Club en toda la historia. Roger Federer ratificará su renacimiento en el verde césped londinense.

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