Los Bianchi: ingenio y trabajo para abrir camino en la vitivinicultura mendocina

Don Valentín, llegado de Brindisi a San Rafael en 1909, fue obrero del riel y en el tiempo libre levantó una bodega.

Los Bianchi: ingenio y trabajo para abrir camino en la vitivinicultura mendocina
Los Bianchi: ingenio y trabajo para abrir camino en la vitivinicultura mendocina

La corriente inmigratoria, con el desembarco en el sur mendocino de distintas colectividades, es tal vez uno de los puntales sobre los cuales se apuntaló el desarrollo productivo frutícola y vitivinícola de toda la zona.

Así como llegaron inmigrantes árabes, españoles, rusos, ucranianos y japoneses, una porción importante de la comunidad desciende de los que dejaron Italia en la búsqueda de un futuro promisorio, en una tierra generosa pero que había que amoldar a los sueños.

Dentro de esa rica historia de inmigrantes italianos, la familia Bianchi tuvo un rol protagónico. Don Valentín  Ángel Bianchi, el pionero, nació en el pueblito de Fasano, en la provincia de Brindisi.

Sin futuro para su profesión, la de maestro, emigró en 1909 a la Argentina y, después de una estadía en Buenos Aires, viajó a Mendoza y finalmente se instaló en San Rafael. Trabajó en el ferrocarril y montó una bodega al lado de su casa.

De los cuatro hijos que tuvo don Valentín, el recientemente fallecido Enzo Bianchi continuó con la tradición vitivinícola, a punto tal de posicionar sus vinos entre los más reverenciados del mundo.

Pero Enzo no sólo escribió la historia del vino en Mendoza. Se distinguió  por sus  principios y una tenacidad incansable, que sumó a la vocación de construir, de mirar hacia adelante.

Así, su nombre quedó asociado al turismo, con la champañera que más visitas recibe en el país, con la fundación del Nevado Golf Club y con la edificación del hotel 5 estrellas Town Inn & Suites, que hoy se alza orgulloso en San Rafael.

Don  Enzo egresó de la escuela nacional de Enología San Juan Bosco de  Rodeo del Medio en 1945. Sus años en el internado no fueron fáciles, estar alejado de la familia se le hizo cuesta arriba.

“Viajaba a la casa solamente en julio y en las vacaciones de verano y tuvo que abandonar un año porque comenzó a sufrir de insomnio, después retomó”, cuenta Sylvia Bianchi, la hija de Enzo.

Una vez recibido de enólogo, ingresó a trabajar en la empresa familiar. Primero estuvo a cargo de los viñedos y luego pasó a la sección que más le apasionaba y para lo que se había preparado, la elaboración de los vinos.

Fue un visionario y creador de nuevos estilos y tendencias en vinos en la Argentina. Realizó numerosos viajes de estudio por el mundo para perfeccionarse en la vitivinicultura, acompañado de quien fuera su profesor y amigo inseparable, el reverendo Francisco Oreglia, decano y creador del colegio de Enología de Rodeo del Medio.

La mayoría de sus viajes no eran de placer sino “para ver cómo hacen los que saben”, decía habitualmente.

En esa búsqueda permanente, sumada al conocimiento del gusto del consumidor, tuvo la satisfacción de cambiar con éxito el estilo y costumbre del público argentino en el consumo del vino blanco. El Bianchi Chablis pasó de ser prácticamente desconocido al vino blanco número uno del segmento.

Su logro consistió en cambiar de un vino blanco añejado en viejos toneles de roble, de color amarillo pajizo, a un vino del año, fresco, frutado y de una tonalidad amarillo verdoso.

Desarrollos como Cinta de Plata, el 1887, y  Bianchi Particular, elevaron la imagen de la empresa a la cima de la industria.

Don Valentín Lacrado, el vino con el que homenajeó a su padre, tuvo un nacimiento especial: surgió a pedido de una distribuidora que quería un vino de calidad superior.

Confiado en la calidad de las uvas que había en San Rafael, Enzo emprendió la tarea que le habían encomendado y el resultado obtenido fue la creación de uno de los vinos más reconocidos de la empresa y un ícono dentro de la vitivinicultura argentina.

Enzo Bianchi era un a persona de carácter fuerte pero a la vez amable, estricto pero también siempre listo para dar un buen consejo a los hijos en el momento preciso.

“Cuando hablaba de los vinos, para él era lo mismo que criar un hijo, está la semilla, la uva que va creciendo y necesita de cuidados hasta que madura y después se va, o sale a la venta”, recuerda Sylvia.

Sueño hecho realidad

Siempre tuvo pasión por el champagne. Ensayaba en la casa. Elaboraba champaña para consumo familiar y “la iba probando, buscando el punto justo”, dice Sylvia.

En esa práctica de prueba y error, Enzo soñaba con una de sus máximas aspiraciones, tener la champañera propia. Una mañana, charlando con su hijo Valentín, que ya tenía el cargo de presidente de Bianchi SA, se dio este diálogo: “Tengo casi 70 años y no voy a ver mi sueño realizado”, a lo que el hijo le preguntó “¿Y cuál es?”. El explicó: “Hacer una bodega de champagne”, para agregar, “Si vos me apoyás, lo podemos hacer".

Y no fue hasta mediados de los 90 que Don Enzo puso en marcha su gran empresa. Impensadamente en aquel terreno en el Alto Las Paredes que antes había buscado para montar la champañera, sin éxito alguno. Pero un día, eldueño ofreció vendérselo. “Cuando uno desea mucho algo, todo se combina para que se haga realidad”, solía decir.

Fueron dos años de ardua tarea en los que, contaba, "dormí poco, en especial cuando llegó el momento de presentar el sueño de mi vida"
Único en el mundo

Como parte de su legado en la industria vitivinícola, hay una creación de Enzo Bianchi que es única en el mundo: un champagne elaborado con uvas Cabernet Sauvignon.

En un primer momento, el producto no despertó expectativa, pero a medida que pasaban los años y evolucionaba descansando en las cavas, fue desarrollando características sorprendentes. En 2007, 9 años después, se realizó el “degüelle” y don Enzo lo envió a un concurso internacional en Francia. Ese champagne fue seleccionado entre las 10 mejores del mundo.

“Es una de las joyas que nos dejó y no es para nada fácil reproducir ese champagne, no hay en el mundo uno elaborado con Cabernet Sauvignon”, dice Sylvia, orgullosa.

Golf y hotel

Los aportes de Enzo Bianchi a la comunidad sanrafaelina no se limitaron solamente a la vitivinicultura. El deporte y el turismo también lo tuvieron como protagonista.

Amante del golf, Enzo tuvo la iniciativa de adquirir el campo donde actualmente está emplazado el Nevado Golf Club en el acceso a San Rafael, a metros de su bodega.

Él se encargo de convencer a un grupo de amigos de adquirir el predio que hoy cuenta 6.656 yardas para los caballeros y 5.519 para las damas y de par 73.

Sus características son parecidas a las de un campo tipo links, prevaleciendo el viento porque no existe gran cantidad de árboles, lo que complica aún más el recorrido.

La familia Bianchi ya recibió la noticia de que a un sector del campo le pondrán el nombre de Enzo Bianchi.

Por otra parte, pudo concluir con lo que fue el sueño de don Valentín, su padre: ver levantado un hotel de lujo. En 1968, después de la muerte del padre, la obra quedo paralizada y Enzo comenzó a buscar alternativas para concluirla.

Pasaron tres décadas hasta que logró asociarse con quiénes terminaron de construir el hotel, hoy el prestigioso Tower Inn & Suits.

Mostró el camino en la protección de las vides

“Era una persona con una inteligencia intuitiva muy grande; por más que no estuviera totalmente impregnado del tema, captaba la idea y la ejecutaba inmediatamente”. Así lo describe a Enzo una ingeniera agrónoma que trabajó 8 años a su lado:  Laura Montero, actual vicegobernadora de Mendoza.

En conjunto, le dieron un giro a la protección de los cultivos en Mendoza: la colocación de malla antigranizo con el sistema en “espaldero”, que también se denomina “grembiule”.

“Viajamos a Italia, donde se utilizó por primera vez, y cuando volvimos, en el taller de la finca, hicimos caseramente los sostenedores, el herraje que necesitábamos. Probamos varias alternativas y sacamos un modelo que después replicamos y fue el modelo que se difundió por la provincia", cuenta Montero.

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