Víctor Arrojo: es y se hace

El mentor de Cajamarca plasmó en el reciente libro “El director teatral ¿es o se hace?” su experiencia artística e intelectual sobre el proceso de la creación de una puesta en escena. Desde sólidos postulados teóricos, Arrojo arriesga un método y una mira

Víctor Arrojo: es y se hace
Víctor Arrojo: es y se hace

¿Cómo plasmar en un puñado de palabras y un álgido papel al inmenso Víctor Arrojo? A él, que supo sortear las épocas más difíciles del teatro independiente en el país, que fue un ferviente luchador por la Ley del Teatro -promulgada en el '97 tras una larga odisea-, que formó a generaciones y generaciones de teatristas y que fundó, junto a un grupo de compañeros, la sala Cajamarca; un espacio para hacer y pensar el teatro desde un punto de vista confrontativo y político, tanto cultural como socialmente.

El teatro lo encontró a él, dice. Arrojo buscaba dónde canalizar sus ansias artísticas y después de un rotundo fracaso con la música, se fueron descubriendo mutuamente. "Empezó a fluir, sentí que el teatro me habitaba, me seducía desde el punto de vista político y colectivo", cuenta el actor, docente y director que recientemente publicó su primer libro: "El director teatral ¿es o se hace?".

Arrojo fue delegado y uno de los fundadores de la Asociación de Actores de Mendoza tras la dictadura, desde entonces va sembrando arte por donde camina. “Las pulsiones sociales me siguen ganando. La idea es construir y mantener espacios para el teatro, que se articule una sinergia con La Paz, el Valle de Uco, Lavalle; el teatro todavía es macrocefálico”, dice el hombre que ha dado incansable cantidad de talleres por distintas partes de América.

Arrojo podría estar horas, días, meses -sin exagerar- hablando de su experiencia sobre las tablas, o como director, sobre aquellos años en los que formó parte del semillero de ideas en el Joven Teatro Goethe bajo las enseñanzas de Gladys Ravalle, de las más de 25 producciones que realizó con Cajamarca, de los compañeros que están y de los que forzadamente -o por elección- se fueron, de la lucha apasionada por vivir del teatro, de su militancia teatral, de la generación que decidió forjarse en Mendoza a pesar de las vicisitudes. Pero no, con una humildad casi impensada para un hombre de su talla dice: “Pero charlemos del presente”, y saca de su bolso tres ejemplares de su libro.

"El director teatral ¿es o se hace? Procedimientos para la puesta en escena", es el libro que emerge del bolso, la experiencia y el alma de Arrojo. Ese material, que fue publicado por el Consejo Editorial del Instituto Nacional del Teatro y presentado por Marcelo Lacerna en la sala Túnel 46 durante la Fiesta Nacional del Teatro, que se celebró del 20 al 29 de marzo en Salta.

“¡Qué loco! Este espacio tan independiente... Es angosto y tiene el techo parecido al Cajamarca, me remite a la sala, a la casa”, expresa a más de mil kilómetros de su tierra natal. “Es una representación de mi viaje teatral, están acá compañeros con los que he compartido años de teatro, alumnas, gente de asistencias técnicas y que gracias a ellos he podido llegar a estas conclusiones”, agrega conmovido.

Y después sí, entre chistes entrecruzados con Lacerna y respondiendo preguntas del público, bucea en ese universo basado en sus más de 35 años de teatro que viene escribiendo hace bastante pero que recién ve la luz ahora. Víctor mira su libro: “Hoy lo tocaba, lo olía, lo releía y empezaba a pensar ‘esto quién lo escribió’, ya comenzó un distanciamiento con el material que me parece buenísimo para poder seguir trabajando”. Y deja abierta la puerta al diálogo y la discusión.

Lacerna, luego de recomendar el libro por considerarlo apasionante, ordenado, didáctico, claro, preciso y concreto, hizo hincapié en un tema que Arrojo aborda en el material: la importancia de mantener la curva de atención durante la puesta en escena.

“Él propone un método que se llama Patea”, y bromea Lacerna con la posibilidad de que el “pateado” sea el actor. Arrojo se ríe y aclara que se trata del Procedimiento de Animación Teatral. “Es un concepto de Víctor Brook, que plantea animar la teatralidad”, explica.

A esa idea, Arrojo la relacionó con otro referente fundamental que es Jerzy Grotowski y habla sobre la mirada del espectador profesional. “Ese mirar de afuera va a estar focalizado en animar esa teatralidad que muchas veces está oculta. La función de la dirección como de la actuación es animar esa teatralidad, darle vida. Sobre este eje se construye el libro”, plantea el autor.

“El motor del material ha sido la idea de acortar distancias entre la reflexión y la práctica. Me parece que hay mucha reflexión, mucho marco teórico pero a veces no hay voluntad didáctica y los textos se encriptan”, reflexiona Víctor.

El título del libro en forma de pregunta es una provocación con la que juega el autor porque está muy presente la idea de que el actor, o el director, trabajan desde el mágico universo de la inspiración. “Yo no tengo inspiración ni talento, creo que es producto del trabajo y ahí entra una dialéctica entre porcentajes para que la torta salga. De última el talento es la capacidad de construirlo”, afirma.

“Harold Clurman hace un ejercicio en el cual, a los ojos de la corporación y de los teatristas, el director aparece en una función desproporcionada, tiene que hacer de todo y encima ser simpático y buen amante”, dice Víctor.

Y vuelve a los inicios de Cajamarca, donde él dirigía a sus pares. “O tallaba madera de quebracho”, interrumpe Lacerna. “Fue una bendición trabajar con contemporáneos por el hecho de que yo era un negado para muchas cosas, por ejemplo, en lo afectivo, no puedo contener mucho a la gente. Entonces aparecía el Marcelo que se podía tomar un vino y escuchar a la gente o Miguel Calderón que sabía hasta cuando habían menstruado las chicas”, explica un concepto al que hace referencia bastante seguido: ser grupo, ser equipo, complementarse, dejar de lado el egoísmo.

“Ya no hay una mirada de bronce del director como lo fue a mediados del siglo XX, empieza a delimitarse un poco el rol entre todos”, desliza mientras mira cómplice a sus compañeros mendocinos que están en Salta y que lo vieron nacer, tanto en las tablas como detrás de bambalinas.

Cajamarca, sinónimo de trayectoria

El elenco Cajamarca recibió en Salta el Premio Nacional a la Trayectoria por sus 30 años de trabajo. El elenco surgió en una época de gran efervescencia política y cultural en la Argentina, tras la dictadura, retomando el espíritu del teatro independiente en la provincia y generando espacios para su promoción y difusión.

Más de 150 hacedores de teatro pasaron por los diferentes edificios que tuvo el grupo entre técnicos, vestuaristas, actores, directores, etc. "Todos son fundamentales-dice Víctor-. El crecimiento personal se da en el marco de lo colectivo, tanto en lo humano como en lo artístico". 
Arrojo reconoce que este premio, más allá de la gratificación, significa una gran posibilidad ya que Cajamarca viajará a la Fiesta Regional de la Patagonia con la obra "El soplador de estrellas" y un Seminario de Dirección dictado por Arrojo.

“Cajamarca sigue tan exigente como al principio, se va transformando cada vez más en una institución. Es un espacio de trabajo para la creación, el estudio, el pensamiento y difusión del teatro en la provincia”, cierra Víctor.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA