Una madre y su hijo se reencontraron después de 38 años

Ella lo dio en adopción ni bien nació. Él pasó casi toda su vida buscándola. Ayer se volvieron a ver, entre abrazos, lágrimas y risas.

Una madre y su hijo se reencontraron después de 38 años
Una madre y su hijo se reencontraron después de 38 años

Escuchando detrás de la puerta una conversación de adultos, Fernando Cantero se enteró -a los 8 años- que no era hijo de quien creía sus padres. A los 12, pudo reconstruir su historia y conocer el nombre de su verdadera madre.

Tres años después se escapaba de su familia adoptiva en General Roca, Río Negro, y emprendía un viaje a Buenos Aires tras los pasos de su mamá biológica. Ha invertido en esa búsqueda lo que lleva de vida y, después de casi 30 años, ayer por fin logró fundirse en un emotivo abrazo con ella.

Se miraron hasta cansarse. Se abrazaron, se sonrieron, compartieron chistes y códigos. Y volvieron a mirarse en silencio. Humilde Fuentes Olave soñó en secreto este momento desde que dejó a su bebé en “otras manos para que tuviera mejor vida”.

Fernando Fuentes Olave (38) -como ahora quiere llamarse- persiguió ese instante y se jugó la vida porque sucediera.

Frente a los flashes, la mirada de quienes ayudaron a motorizar este encuentro y las lágrimas de familiares y amigos, en el hotel de Turismo de Tupungato la historia de esta madre y su hijo encontró un final feliz.

Por estar sola, no tener dinero para mantenerlo y no encontrar un trabajo donde la aceptaran con un niño, Humilde decidió a los 24 años dejar a su bebé al cuidado de una familia que vivía en una finca de Coronel Roca, en Río Negro.

Cuenta que cuando Fernando tenía un año y medio -y ella la decisión de buscar un mejor futuro en Mendoza- volvió a buscarlo. “Lo vi detrás de la reja. Lo vi sonriendo subido a un tractor y no pude robarle esa vida feliz”, dice emocionada la mujer.

Por su parte, Fernando creció creyendo que aquella era su familia. Cuando se enteró que no era así, entró en una etapa de rebeldía. “Lo que siempre tuve en claro era que no iba a parar hasta conocer a mi mamá”, relata con lágrimas en los ojos.

Hizo de todo por lograrlo. Sin más equipaje que unos bollos de pan y unas botellas de agua, a los 15 años viajó a Buenos Aires. Allí fue al Registro Nacional de las Personas con los pocos datos que tenía para dar con su progenitora. Después de un año consiguió trabajo, “pero en una redada me agarró la Policía y me envió de vuelta a mi casa”, cuenta.

Tras la muerte de su padre adoptivo, Fernando perdió todo lo que lo unía sentimentalmente a su pasado y se entregó a su búsqueda. Se casó, se separó y “comencé a rodar por la vida”. Dice que iba pueblo por pueblo, tomando las guías telefónicas y subrayando todos los Olave para rastrearlos.

También se creyó víctima de la dictadura y visitó a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Golpeó puertas en oficinas gubernamentales, en la Policía Federal y “me senté a esperar”.

Cuando empezaba a perder la paciencia, lo llamaron de la Conadi (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) para que se realizara el ADN. En paralelo se solicitaron datos a las distintas provincias.

Hace menos de un mes, Fernando recibió en su domicilio en las Termas de Río Hondo un correo que anunciaba novedades. Y una semana después, daba con el paradero de su madre. Ella vivía en Mendoza, en el distrito maipucino de Cruz de Piedra.

Es en esta etapa de la búsqueda donde se trenza la relación con Tupungato. Un amigo de Fernando y propietario de la FM Potencia en las Termas, Luis Cajal, se conecta con Dardo Carrizo, un locutor y hombre de los medios tupungatinos. Le pide ayuda para dar con Humilde y éste involucra a la Policía local y al municipio en el rastrillaje.

El viernes previo al Día de la Madre, Dardo, el subcomisario tupungatino Ariel Navea y Jorge Rodríguez -hermano del intendente tupungatino- emprenden camino a Cruz de Piedra para encontrar a la mujer, que ya había sido localizada por la Policía.

“¿Encontraron a mi hijo, no?”, les preguntó ella apenas los vio acercarse a su finca. Lo había presentido el día anterior cuando los policías vinieron a indagarla.

Fernando, quien había torturado con llamadas a los tupungatinos, pidió hablar en ese instante con su mamá. Desde entonces, permanecieron conectados todo el tiempo poniéndose “al tanto” de sus vidas. “Anteayer me dijo que no me iba a llamar, para que lo extrañara un poco hasta que nos viéramos”, comentó la señora.

Fernando no sólo encontró una mamá, sino que Humilde tiene tres hijas y un hijo. A días de haberse enterado que tenía un hermano, Oscar (34) reconoció emocionado que está feliz de tenerlo cerca y manifestó su intención de recuperar el tiempo perdido.

“No sé qué vamos a hacer ahora. Él dice que me quiere raptar y llevarme a conocer las Termas de Río Hondo. Tenemos mucho por charlar, después veremos cómo se va dando todo”, apuntó entre risas Humilde, con los ojos brillantes de felicidad.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA