Una lengua áspera

Horacio Fiebelkorn, poeta y periodista, fue colaborador de míticas revistas como Humor Registrado y La Novia de Tyson. Ahora el escritor vuelve al ruedo con el filoso libro “La patada del chancho”.

Horacio Fiebelkorn (1958) es poeta y periodista radicado en Buenos Aires; trabajó en Radio Universidad de La Plata, donde condujo los programas “El Cazador Americano” y “La Hora de los Magos”. Colaboró con la revista Humor Registrado y fue coeditor del tabloide de poesía “La Novia de Tyson”.

Su obra poética editada comprende los siguientes libros: “Caballo en la catedral” (1999), “Zona muerta” (2004), “Elegías” (2008), “Tolosa” (2010), “Pájaro en el palo. Antología personal” (2012) y “El sueño de las antenas” (2013). Poesía indagatoria, que tensa los alcances del realismo y extiende su dominio.

Con la reciente aparición de “La patada del chancho” (Zindo & Gafuri),  Fiebelkorn nuevamente le escapa al lirismo, lo trasciende para dar de lleno con esa realidad.

Sin remilgos, ni afectaciones, la suya es una poesía concentrada que trabaja las diferentes modulaciones de nuestra lengua. Así, estos poemas ásperos construyen una revelación: avanzan de manera epigonal, línea a línea, buscando percibir de otra manera las palabras. Iluminando.

-¿Cómo surgió La patada del chancho?, dicho sea de paso, título singular debo confesar.

-Es un libro de poemas largos compuestos con versos cortos. Cortos "como patada de chancho", dice el dicho popular. De ahí el título. Si bien es un conjunto variado en lo temático, lo que le da cierta unidad es una voluntad de juego con el género, con momentos de ruptura sintáctica. No soy muy partidario de explicar un libro o un poema, siento que condiciona la posible lectura, como que le corta las piernas al texto.

-Alguna vez dijiste que tu poesía, por lo general, suele no tener "misión, ni mandato, ni programa". La máquina de Markov, es decir, donde un evento depende únicamente del evento inmediatamente anterior, respondió a un proceso muy particular. ¿Qué intentaste explorar en él?, ¿por qué?

-En ese poema largo, dividido en varias partes, es donde el juego se torna explícito. Porque es una intervención sobre el resultado que obtuvo la aplicación de un algoritmo sobre textos escritos en redes sociales. El algoritmo mezcla todo: una frase casual sobre el estado del tiempo, un comentario sobre la realidad política, un chiste sobre algún personaje ridículo de la TV, o un poema de algún autor que te gusta.

Lo mezcla todo, y lo vuelve a servir, con una sintaxis dislocada en el centro de cada imagen resultante. Fue una jugada de riesgo, lo asumí desde el vamos, y sabía que iba a cosechar elogios y también rechazos. A algunos amigos míos no les gustó nada.

Bueno, no se puede hacer feliz a todo el mundo. El riesgo implica eso: saber que te pueden rechazar u objetar estéticamente, ¿no? "Eso no es poesía", pueden llegar a decir. Y bueno, que digan lo que quieran.

-Leemos al inicio en "Cuca´s Blues" "Mientras tanto/ una por una -y son/ centenares./ Una por una/ y-los desfiladeros/ de entrecasa/ superpoblados.// No arman fila india./ No trabajan,/ no amarrocan/ -como sus primas/ las hormigas." ¿Qué significa para vos la cadencia que brinda la repetición en los versos?

-Un modo de preservar musicalidad. Ya que trabajé con materiales tan poco vistosos, de tan escaso prestigio literario, quería al menos que los poemas mantengan cierta secuencia rítmica dentro del verso libre.

-¿Con qué poéticas sentís que dialogaste mientras escribías La patada del chancho?

-Con todas las poéticas de la anti-lírica. Hablo de Francisco Gandolfo, Leónidas Lamborghini, Nicanor Parra, y muchos de mis contemporáneos. Pero a ese diálogo lo mantengo desde siempre, va y viene, no es privativo de este libro.

-¿Cuál ha sido la historia de "La pasión según San Puta"?, ¿recordás las circunstancias que te llevaron a escribirla?

-Sueños y recuerdos.

-A su vez, es un poema donde se entretejen dos voces, y dialogan, como si se hablase de obsesiones…

-...que se traducen en sueños y recuerdos. Un imaginario erótico y uno religioso. Da para sueños y pesadillas también.

-Según tu criterio Horacio, ¿qué poeta olvidado deberíamos vindicar con su lectura?, ¿por qué?

-Pienso en un platense, Juan Ramón Couchet, que murió en el 92, con un montón de pequeños libros publicados, y que por una cuestión de temperamento personal, nunca obtuvo, ni buscó, mayor difusión en vida. Couchet tenía un trabajo muy particular sobre sus textos.

Sus poemas siempre se arrinconaban en el ángulo inferior derecho de la página, y cada libro suyo tenía como una conclusión final. Era un raro de toda rareza. Hay una iniciativa en La Plata de publicar su obra reunida.

-Me gustaría tu opinión a cerca del léxico que utilizás. Su aparente coloquialidad: tu sintaxis. ¿Te preocupa el registro con que construís tus poemas? ¿Una palabra en desentono puede echar a  perder al poema?

-El registro siempre es resultado de lo que el poema propone o impone, aún antes de ser escrito, cuando todavía es un magma deforme en una mente en estado de alerta. A medida que vas soltando los primeros versos, y te das los primeros porrazos, vas descubriendo el camino que el propio poema te marca.

Como si el poema te dijera "es por allá" o "no, eso no, mejor otra cosa". Eso ocurre, al menos en mi caso, en los poemas largos, que suelen llevarme varios días, o semanas, incluso. Cuando una palabra desentona, es justamente porque el poema no la necesita, y te lo hace saber.

-Hacia el cierre del libro, con "Dos ensayos", llevás el poema a una zona de mayor reflexión, por lo tanto, mayor consciencia: "Cada cosa es lo que/ la cosa trae/ con ella. Cada cosa/ es la suma de/ cada cosa. La sombra de/ la carga: el peso." ¿Te sigue preocupando el tema de lo irracional a la hora de abordar un nuevo poema?

-Los "Dos ensayos" surgieron del mismo mecanismo lúdico que está presente en todo el libro. La mente juega, con palabras y con ideas. Y ese es un poema delirante con ideas.

Cada uno sabrá cómo tomarlas. En cuanto a lo irracional que mencionás, está presente en la carga de repentización que suele atacarme cada tanto.

-La narratividad es otro de los elementos clave de tu propuesta.

-Sí. Muy matizada pero sí, está presente. Siempre me obsesiona que el poema narrativo siga siendo un poema y no una "prosa con enter".

-En tu obra como en la de pocos poetas, me parece hallar una carga del yo. No una carga ególatra, sino un peso específico del yo. ¿Cuál sería tu explicación en torno a tu yo lírico?

-Con mi "yo lírico" tenemos épocas. A veces está más presente, pero no veo, sinceramente, que ocupe mucha escena en lo que hago.

Puede ocurrir, sí, que el "yo" aparezca como un elemento más de un texto. Puede suceder que incluso en un poema "lírico" el "yo" no aparezca. Intento, sí, una poética personal que no está afiliada a ninguna corriente en particular.

Pero eso no habla de una gran "carga del yo" en el texto, sino de la forma que elegí para transitar mi camino.

-¿Creés que en tu poesía hay elementos morales?

-No sé. Eso tendría que ser elucidado por otra gente. Mi trabajo es escribir poemas.

-¿Qué importa más para un poeta en la actualidad?, ¿la vanidad o la modestia?

-Me basta con que les importe escribir bien.

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