Una bodega, una galería de arte, un hogar

La bodega SoloContigo, de capitales canadienses, es una de esas joyas que sorprende y encanta a quien la visita.

Con una fachada sobria de líneas rectas, su interior esconde luces, espejos, colores y texturas. Buscando brindar placer a los sentidos no sólo a través de vinos de primer nivel, el estudio mendocino Bórmida Yanzón tuvo a su cargo trasladar un particular concepto a su mágica arquitectura.

Ubicada en la Villa de los Enólogos, dentro del predio The Vines of Mendoza, en Tunuyán, la bodega SoloContigo, de capitales canadienses, es una de esas joyas que sorprende y encanta a quien la visita. Concebida por sus propietarios -Noel y Terry Neelands- para ser, además de una bodega, su hogar en Argentina, el resultado luego de 15 meses de trabajo del estudio Bórmida Yanzón, fue una completa satisfacción.

El establecimiento posee una amplia capacidad de elaboración y una superficie de 1500 m2 construidos, rodeado de viñedos. El arte, el vino y la música son la base de este proyecto, cuyos primeros ejemplares ya han cosechado medallas de oro. Como si fuera poco, también constituye su hogar cuando la pareja se cobija en Mendoza.

“En general, pretendíamos una atmósfera relajada e informal donde pudiéramos disfrutar de la excelente cocina argentina y sus vinos. Quisimos diferenciarnos de las otras bodegas, y para lograrlo se nos ocurrieron algunos conceptos, como por ejemplo tener una galería de arte, y una sala de degustación sin el formato tradicional, que fuese un área de relax, más parecida a un living que a una típica sala de degustación”, afirma la pareja.

Confiados en su prestigio y trayectoria, eligieron el expertise de Eliana Bórmida y Mario Yanzón para semejante proyecto, vertiendo ideas que más tarde diagramarían y completarían con una precisa interpretación. Luisa Yanzón, por su parte, tuvo a su cargo transformar el sueño de los Neelands en el look contemporáneo que ostenta todo el interior de la bodega, junto a Cristina Reynals. El paisajismo fue proyectado por el especialista Eduardo Vera.

La fachada de la entrada no da ningún indicio de lo que la bodega guarda adentro. Junto a Bórmida & Yanzón, y asociados con  The Vines of Mendoza, los Neelands previamente participaron de la creación de The Vines Resort & Spa, uno de los mejores hoteles de la Argentina.

“Nosotros queríamos una galería de arte, un área de producción y una casa para vivirla. Por este motivo, los conceptos de construcción e integración giraron en torno a estas ideas”, cuentan sus dueños. Por ejemplo, para enfatizar una arquitectura contemporánea decidieron utilizar muros de concreto, techos planos y otros metálicos, combinados con materiales autóctonos. “Queríamos una sensación, una atmósfera contemporánea en todo el edificio. Pusimos muebles muy coloridos, telas argentinas, pisos de concreto teñidos de colores, maderas cálidas y mucha luz natural en la galería de arte para facilitar la transición del área de producción hacia un espacio artístico y osado, y a la vez hogareño”, explican sus propietarios.

Visitar una bodega, experiencia descontracturada

La bodega se integra en un magnífico entorno en la base de las montañas de los Andes. Está compuesta por una zona de producción (con una capacidad final de 1 millón de litros) distribuidos entre tanques de acero inoxidable, piletas de hormigón y nuevas barricas de roble, donde se realiza la crianza de los vinos. Un área de Turismo, que cuenta con varios ambientes para la degustación de vinos, un gran patio al aire libre con espacios privados, y una romántica cava subterránea con una particular ambientación. Además, la propiedad posee una cocina, un escritorio, dos modernas suites y una piscina exterior.

Desde el momento en que uno ingresa las vistas son impactantes. La fuente que bordea el gran patio es parte de la panorámica que rodea los viñedos y la cordillera de Los Andes, que se integran al interior por amplios ventanales.

La gran pasión de sus propietarios por el arte y la música llevaron a pensar el proyecto más allá de la elaboración de vinos. La bodega posee una moderna y provocadora galería de arte con gran diseño lumínico, pensada para albergar obras contemporáneas donde se pueda disfrutar de muestras de pinturas, esculturas, fotografías y sesiones de buena música, apostando a que el visitante pueda vivir una experiencia diferencial en la zona.

Espacios cálidos e íntimos fueron una premisa básica a la hora de diagramar conceptos: la cava es uno de los lugares más románticos y atípicos donde los visitantes puedan reunirse y disfrutar de los placeres del vino, con una mesa señorial, sillas y sillones, donde una gran lámpara colgante de caireles preside el ambiente.

“Expandimos nuestro estilo más allá de las paredes para crear una atmósfera descontracturada en nuestros espacios al aire libre y los completamos con unas "cabañas" (gazebos) con unos exuberantes muebles inspirados en diseñadores de Miami. Tenemos un sistema de sonido envolvente en todos los espacios por lo que el arte y la música acompañan siempre, en cualquier parte de la bodega. Nuestro objetivo es inculcar y fomentar una tendencia relajada y descontracturada en la experiencia de visitar bodegas”, afirman los Neelands.

Apostando a que esta bodega sea “el” destino para el vino, el arte y la buena música, la “casa” está abierta para amigos y clientes, un refugio que dista de las típicas bodegas comerciales: “cuando la gente nos visita la sensación es la de estar en un hogar, no en un comercio”.

La voz de los arquitectos

El sueño de los Neelands se formalizó como una casa-bodega, donde ambas partes se acoplan en un edificio único, en forma de L, con una sala de arte como espacio de vinculación. Esta idea es muy original, porque mediante puertas corredizas que se esconden en los muros es posible conectar esta sala con la bodega sola, o con la casa, o con las dos a la vez, formando un continuo.

La secuencia de ámbitos interiores también se prolonga hacia la galería, el jardín y las viñas al pie de las montañas. Las dos suites privadas forman la otra ala del conjunto, con una galerías propia abierta hacia la piscina.

La materialidad de esta obra es innovadora, con hormigón visto pigmentado del color de la tierra del lugar, que se conjuga con muros de grava hidrolavada, para ser sustentable y aportar a la definición de una arquitectura andina, que exprese, a la vez, la identidad de sus dueños.

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