Un informe kirchnerista admite la crisis económica

En contraposición con el discurso oficial, un documento de una consultora ligada a la CTA oficial de Hugo Yasky reconoce que la situación económica presenta varios indicadores adversos.

Un informe kirchnerista admite la crisis económica
Un informe kirchnerista admite la crisis económica

“Desaceleración de la economía con caída del PBI”. “Disminución de las exportaciones e importaciones”. “Reducción de la inversión privada”. “Caída en el empleo industrial”.

“Leve aumento de la desocupación”. “Caída del salario real”. “Inflación cambiaria y oligopólica”. “Caída del consumo privado”. “Caída del sector automotriz”. “Aumento de la rentabilidad de las grandes empresas”. “Incremento del déficit fiscal”. “Importantes vencimientos de la deuda”. “Caída de los precios internacionales”.

Estas afirmaciones no fueron desarrolladas por una consultora o centro de estudios opositor, sino por Cifra, un centro de estudios adherido a la CTA oficialista de Hugo Yasky, que dirige Eduardo Basualdo.

Muestran la acentuación de los desequilibrios internos y externos, que se agravaron considerablemente en las últimas semanas con la devaluación del real, demás monedas de la región y del euro y la menor actividad en Europa y en China.

Reconoce una realidad económica, social y laboral muy distinta a la que presentó Cristina Fernández el 1 de marzo en la Asamblea Legislativa. En el Congreso, la Presidenta no mencionó ninguno de los números, cifras y datos que sí aborda Cifra.

El informe reconoce que “la situación económica en 2014 se inscribió en un escenario convulsionado en el frente interno y externo”. Comenzó con la devaluación de la moneda “que potenció la inflación y redujo el nivel de actividad económica”, que se agravaron “ante el inesperado y arbitrario fallo de Griesa en favor de los “fondos buitres”.

Así, la actividad económica se desaceleró, con caídas del consumo privado estimadas entre el 0,2 y 1,4%, reducción del 10% de las exportaciones y una merma de casi el 5% de la inversión bruta en el segundo y tercer trimestre del año pasado.

Con relación al déficit energético, el informe señala que “a pesar de la reducción de los precios internacionales y la desaceleración del consumo interno, las importaciones energéticas no disminuyeron significativamente”. Dado que las exportaciones también cayeron, “en 2014, el déficit energético trepó a U$S 6.490 millones, lo que equivale a U$S 400 millones más que en 2013”.

Efectos de la devaluación
La devaluación de enero de 2014 y "la inmediata -y en algunos casos anticipada- reacción de las grandes corporaciones oligopólicas para sacar provecho de la situación", mitigada por la caída del consumo, el ancla cambiaria y el control de precios posterior, llevaron, según Cifra, "la tasa de inflación anual al 36,8%, el nivel más elevado de la última década".

El documento admite el aumento del déficit fiscal, “un deterioro relevante” que “mantiene la tendencia que se inició en 2011, cuando se dejaron atrás los largos años de superávit fiscal que se registraron en buena parte de la denominada postconvertibilidad”.

La conclusión de Cifra es que “las cuentas fiscales actuarán como limitante a la capacidad de la política económica, tanto para el despliegue de políticas de ingreso expansivas como para financiar los compromisos externos en materia de deuda externa”.

Sobre este punto, el informe admite que habrá “importantes vencimientos de deuda” hasta 2019, pero considera que “la situación resulta manejable”.

Una consecuencia de ese proceso fue que “el salario real de los trabajadores registrados en el sector privado cayó 4,8% en 2014. Se trata de un descenso significativo, pero para nada comparable con el de otras etapas históricas, puesto que esta situación retrotrae el poder adquisitivo del salario al nivel de 2011”.

No obstante, el informe aclara que “en diciembre de 2014, el salario real recompuso los valores de diciembre de 2013” y que “la caída anual del salario real responde a la pérdida de poder adquisitivo de los primeros tres trimestres del año”.

La contraparte de la disminución del salario real fue un incremento en la rentabilidad de las grandes empresas. De allí que el informe oficialista sostiene “que las grandes corporaciones fueron las principales beneficiarias del proceso redistributivo que se abrió con la devaluación”.

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