Un enojo de Macri para pedir eficacia

En la Casa Rosada, hasta las paredes lo repiten: “Mauricio Macri está más preocupado por el caso de la desaparición de Santiago Maldonado que por Cristina Fernández”. La afirmación se basa -y a la vez demuestra- en que el Presidente le atribuye una alta credibilidad a las encuestas que lee y a los informes reservados que recibe de sus asesores políticos.

Si bien sobre el caso Maldonado esos sondeos indican que no tendrá incidencia significativa en la intención de voto del electorado que irá a las urnas el 22 de octubre, Macri está inquieto por el ruido que esa desaparición hace sobre su imagen en el exterior. Tuvo ya varias alertas y la última fue de la vicepresidente Gabriela Michetti, quien le transmitió lo que se habla en el mundo diplomático tras su paso por la reciente Asamblea de la ONU.

Un Macri irritado y molesto se pasó la semana instando a sus funcionarios a actuar con rapidez para revertir la pasividad e ineficiencia que el Gobierno ha mostrado hasta ahora. Esa actitud de firmeza tuvo resultados. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien venía sumando un collar de declaraciones fallidas, desapareció de los medios y se llamó a silencio, como lo reclamaba buena parte del gabinete.

La otra consecuencia fue el apartamiento del juez de la causa, Guido Otranto, y la designación en su lugar del juez federal de Rawson, Gustavo Lleral, quien tendrá dedicación exclusiva en el caso Maldonado. Esa movida fue realizada por la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia luego de una serie de conversaciones y pedidos que involucraron desde el ministro de Justicia, Germán Garavano, hasta el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.

El presidente Macri no quiere entregar trofeos a la oposición, pero tarde o temprano este caso costará sus uniformes a un par de jerárquicos de Gendarmería y, más diluido en el tiempo, Patricia Bullrich tendrá un nuevo destino.

Las mediciones

Que al Presidente ahora le preocupe menos Cristina Fernández que el caso Maldonado, también es una cuestión derivada de las encuestas. A una semana de comenzada la campaña, los números que maneja el Gobierno le son por demás favorables. En provincia de Buenos Aires la diferencia de la boleta de Cambiemos sobre la de la ex presidenta oscila entre 5 y 7 puntos.

Como lo sosteníamos en esta columna el domingo anterior, la entrevista de Cristina con Luis Novaresio no sólo no le sumó adhesiones sino que impactó de manera negativa en sectores independientes. Eso indica que es poco lo que podrá agregar al resultado de las primarias por fuera del núcleo duro que conserva en territorio bonaerense.

En la Casa Rosada estiman que de mantenerse la tendencia de estos días, el oficialismo va a ganar en Buenos Aires, Córdoba, Capital Federal, Mendoza y también Santa Fe. Son motivos suficientes para alimentar la tranquilidad que muestran. De todos modos, eso no les alcanzaría para tener mayoría propia en el Congreso y la negociación deberá seguir siendo una herramienta fundamental para avanzar con proyectos transformadores.

El conflicto estudiantil en la Ciudad de Buenos Aires, que mantiene ocupadas por los alumnos más de 25 escuelas secundarias, tampoco es motivo de inquietud a nivel nacional. Ése es un distrito donde en las primarias Elisa Carrió obtuvo más del 50 por ciento de los votos, y aunque muchos padres están disgustados por la pérdida de clases de sus hijos, no sería ése un motivo para cambiar el voto.

Ocurre que la actitud de los alumnos, que resisten la implementación de una reforma que incluye para los de quinto año prácticas educativas en empresas y otros organismos, tiene un inocultable respaldo del kirchnerismo y sectores de izquierda. En este caso, la politización favorece a Cambiemos.

Días agitados

No es novedad que los jueces tomaron nota de los resultados de las primarias que fortalecieron al Gobierno y de lo que anticipan las encuestas actuales. El ritmo de trabajo ahora es más intenso y se vienen en pocos días dos juicios orales que impactarán en la campaña. Uno tendrá en el banquillo al ex ministro de Planificación de todos los gobiernos kirchneristas, Julio De Vido, por la tragedia de Once, y el otro al ex vicepresidente Amado Boudou por el caso Ciccone.

Cuando se pregunta en Tribunales sobre la suerte que correrá Cristina, no hay mucha diferencia en las respuestas. Ella ya tiene tres procesamientos y este año también sería procesada por la denuncia del ex fiscal Nisman en el caso AMIA. La única causa que no tendría consecuencias es la relacionada con el dólar a futuro pero, en las demás, iría a juicios orales recién el año próximo.

Si llegara a ser condenada en alguna de ellas siendo senadora, podría pedírsele el desafuero, lo que anticipa una fuerte puja entre los bloques legislativos y en especial en el Senado. En estos días Miguel Pichetto ha reiterado que no la quiere en su bloque. Dijo que el peronismo “no es de izquierda” ni es “progresismo porteño”. Hacia esa dirección de pensamiento apuntan los gobernadores peronistas que rechazan cualquier unidad con el kirchnerismo.

En este contexto político, en el que Macri se siente fuerte, apareció finalmente el informe de la pericia de Gendarmería sobre la muerte de Alberto Nisman. Asegura que no se suicidó sino que dos personas lo asesinaron luego de drogarlo y golpearlo. Aunque todavía nadie puede demostrar culpabilidad alguna, funcionarios del gobierno que encabezó Cristina deberán responder numerosas preguntas. Y ninguna será fácil.

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