El macabro caso de los abusos en el Instituto religioso Próvolo hacia menores sordos e hipoacúsicos sigue en plena investigación. Por pedido del fiscal Gustavo Stroppiana, hoy se realizaron excavaciones en el patio trasero, en búsqueda de documentación que podría incriminar a los imputados.
Sin embargo, la pericia dio negativa. Según informó el propio Fiscal, se realizaron diversos pozos en lugares clave -10 metros cuadrados- que indicó una de las víctimas de abuso, quien afirmó que vio cómo se enterraban documentos en la parte Sur del establecimiento (hay que tener en cuenta que la joven dejó la institución hace por lo menos 10 años).
Stroppiana aseguró que se realizó el rastrillaje donde indicó la chica de 23 años, pero no se hallaron los documentos o cajas que había señalado en la declaración.
Sin embargo, el Fiscal dejó en claro que el testimonio de la víctima sigue siendo importante para la causa. La chica señaló que fue abusada por otras tres personas (que no son los ya imputados) por lo que ayer se realizó una inspección ocular en los lugares donde se llevaron a cabo los abusos, en la sede de calle Boedo de Luján de Cuyo.
Al margen de estas medidas, aún sigue prófuga la monja Kosaka Kumiko, acusada de ser cómplice de los abusos, que ya tienen a cinco imputados: los curas Nicola Corradi (82) y Horacio Corbacho (56); el monaguillo José Bordón (50); al empleado administrativo José Luis Ojeda (41); y el jardinero Armando Gómez (46).
La nueva denuncia
En los últimos días, una joven de 23 años, quien permaneció en el Instituto hasta el 2006, relató haber sido abusada allí, aunque señaló a otras tres personas que no son las imputadas.
En la inspección de ayer, la víctima enseñó al fiscal y sus colaboradores la habitación donde dormía, así como también los lugares donde fue vejada.
Tal como señaló su abogado defensor, Oscar Barrera, se trata de un altillo "diferente al que habían consignado las otras víctimas", y agregó que la víctima dijo que en el lugar también había cadenas.
Además, esta declaración podría vincular a otro de los sacerdotes del Próvolo, ya que la víctima manifestó que uno de los abusadores estaba vestido de cura.