Sorda batalla por la Corte Suprema

Las vacantes que deberán cubrirse en la Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir del 10 de diciembre, más que hablar de lo que ocurre en el nuevo oficialismo -en el que puede haber algún relativo consenso-, tendrá consecuencias en un kirchnerismo d

Por Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires

El fin de ciclo del poder kirchnerista comienza a mostrar los efectos de una descomposición interna previsible y anunciada. A una semana de la derrota en las urnas, el lugar que debería ocupar una profunda autocrítica que revele razones y responsables por los cuales la mayoría de los ciudadanos prefirieron el cambio, está siendo ganado por el resentimiento y los impulsos revanchistas.

En el vértice de esa actitud -como no podía ser de otra manera- está el personalismo autoritario de Cristina Fernández, quien ha decidido que la transición democrática, que debería ser armoniosa y adulta, esté cargada de intolerancia. Se encuentra, sin embargo, con que muchos sectores del oficialismo ya no muestran docilidad para acatar sus órdenes sin chistar.

Las pequeñas rebeliones, como las que aparecieron en el Senado y en la última y bochornosa sesión de Diputados, provienen de un peronismo cuyos dirigentes en la intimidad siempre mostraron objeciones formales a los rigores kirchneristas. Pero nunca tuvieron el coraje de enfrentar las arbitrariedades ni el avance de los jóvenes de La Cámpora, esponsoreados por la jefa del Estado.

Esos gobernadores, legisladores e intendentes peronistas que hoy intentan despegarse, reconocen que han sido víctimas del látigo y la chequera. Claro, si Cristina ya no manejará la chequera, ahora no encuentran razones para seguir respondiendo al látigo.

Premio mayor

Mientras el presidente electo Mauricio Macri busca hasta donde no tiene para completar de funcionarios tres inmensos gobiernos como son la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, uno de los principales interrogantes es cómo se integrará la Corte Suprema de Justicia. De los cinco miembros reglamentarios hoy funciona con cuatro y el 11 de diciembre quedará sólo con tres por la renuncia de Carlos Fayt.

Como se sabe, la Presidenta envió al Senado los pliegos, que ingresaron formalmente el jueves pasado, de Domingo Sesín y Eugenio Sarrabayrouse. Pero ni Macri ni el peronismo no kirchnerista estarían dispuestos a que el trámite siga con ellos como candidatos. La política tiene sus reglas no escritas y está claro que para que esos pliegos se retiren tendrá que haber una negociación.

En Cambiemos saben que de esos dos lugares sólo uno es para ellos. Conocen también de sobra que un puesto en la Corte es el sueño de la Unión Cívica Radical, y Macri no pondría objeciones a que el nombre venga de sus aliados. El "partido de los doctores" tiene una larga lista para ofrecer, aunque para todos hay algún reparo.

Son, en este orden, el ex diputado Ricardo Gil Lavedra; el miembro de la Cámara Electoral Nacional Alberto Dalla Vía; el integrante de la Corte Suprema de Mendoza Alejandro Pérez Hualde, y los cordobeses Antonio María Hernández y José Ignacio "Pepe" Cafferata Nores.

En el caso de Gil Lavedra, el obstáculo sería Elisa Carrió, quien ha dicho "sólo sobre mi cadáver porque es un corrupto". Cuentan que cuando le preguntaron por qué es corrupto, sólo afirmó que "es amigo del Coti Nosiglia", el conocido operador radical. Se sabe que convencer a Carrió es difícil hasta para Macri.

Con Dalla Vía la UCR no querría dejar el lugar que ocupa en la Cámara Electoral; con Pérez Hualde reconocen que si bien tiene antecedentes radicales los vínculos no son tan estrechos; Hernández tampoco contaría con mucha simpatía de sus correligionarios cordobeses y Cafferata tiene alguna objeción menor.

El restante

La futura oposición también tiene sus problemas por aquella competencia de fuerzas que ha surgido entre Cristina y el peronismo de -entre otros- los gobernadores que terminarán conformando pronto una Liga, como en aquellos viejos tiempos de la Alianza. El mejor candidato a la Corte para la Presidenta es Carlos Zannini, aunque nadie le otorga chances a que su pliego pase en la negociación con Cambiemos. El segundo es el ex gobernador de Chubut Carlos Maestro, amigo personal de Cristina.

Ante estos nombres, los peronistas del Senado en "estado latente de rebeldía" han aceptado que el jefe de la bancada, Miguel Ángel Pichetto, se propusiera a sí mismo como candidato a la Corte. La pulseada será con una Presidenta que además quiere que el  derrotado Aníbal Fernández presida la Auditoría General de la Nación.

Terminada la batalla electoral con el resultado conocido, ahora la disputa es entre Cristina y quienes en el peronismo miran hacia adelante para reconstruir su fuerza. Son los que no quieren seguir ligados a un estilo que -más allá de los logros obtenidos- terminó abrumando a la mayoría de la sociedad. Ellos comienzan a comprender que siempre la realidad mata relato.

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