Sillón en juego

José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar

Los mendocinos elegiremos hoy el noveno gobierno provincial desde la recuperación de la democracia, a fines de 1983. Se pone en consideración una vez más la sana alternancia partidaria que ha caracterizado a la política de esta provincia en estas décadas.

Al margen del resultado que se pueda conocer esta noche, el que surja ganador y reciba la distinción de ser el futuro gobernador habrá llegado a dicho sitial por el impulso de su partido. Los dos principales contendientes, Cornejo y Bermejo, transitaron al amparo de dos sólidas estructuras.

El Frente para la Victoria es, sobre todo, la presencia de los “caciques” departamentales, representativos del tradicional peronismo; el Frente Cambia Mendoza, a su vez, es el radicalismo respaldado por un amplísimo abanico opositor que entendió cuál era el camino para pelear con posibilidades un nuevo rumbo político para Mendoza.

Dos meses intensos. Después de las PASO, el oficialismo provincial comenzó a transitar un camino de urgencias. Aquella noche del 19 de abril nada aseguraba llegar a la elección de hoy con chances de retener la conducción de la provincia para el justicialismo.

Si bien quedaba latente el empuje innato que suele aflorar en las huestes peronistas cuando el mantenimiento del poder corre riesgos, la dispersión del voto entre Bermejo, Carmona y Roby generaba muchas dudas.

La campaña previa a las primarias había marcado muchas diferencias entre los precandidatos y no existían garantías de que el apoyo que había otorgado la Casa Rosada a Carmona, con recursos y el envío de funcionarios nacionales, se trasladaría automáticamente a la fórmula Bermejo-Martínez Palau, la más votada en el espacio oficialista.

Es que existía un distanciamiento difícil de solucionar entre el gobierno de Pérez y el cristinismo a raíz del acuerdo por el cierre de listas y fórmulas, que había excluido a los kirchneristas locales de toda negociación. El Gobernador había jugado dentro del espacio mayoritario del PJ tradicional y eso lo condenó a la indiferencia de la Presidenta y su entorno.

Encima, el deseo de Pérez de ser candidato a diputado nacional, expresado con éxito en el marco de la citada negociación local, dejó fuera de carrera al hasta entonces candidateable favorito del Gobernador, Matías Roby, que decidió romper una relación personal de años con el mandatario, pegar el portazo como ministro de Salud y competir por su propia cuenta en las primarias.

Ante semejante panorama, ya como candidato oficial del Frente para la Victoria, Bermejo se dedicó con paciencia a buscar la reconstrucción de las relaciones internas locales y con el poder central y así el PJ generó una posibilidad de competitividad que no se vislumbraba después del resultado de las PASO, más allá del escaso margen de puntos porcentuales que separó a los dos espacios mayoritarios, Cambia Mendoza y FpV.

Los despachos presidenciales, los mismos en los que en los últimos días se terminó la ilusión presidencial del ministro Florencio Randazzo, dieron por tierra con la parte gruesa del acuerdo mendocino de la discordia, garantizando al cristinismo la presencia en las listas nacionales que puede asegurarle su subsistencia política a través del Congreso más allá del 10 de diciembre próximo, sea cual fuere el futuro Presidente.

Ese nuevo arreglo incluyó el desplazamiento de Francisco Pérez de su candidatura a diputado nacional y su derivación a la postulación para el remoto Parlamento del Mercosur.

El resultado de esa reconciliación con el kirchnerismo nacional le valió a Adolfo Bermejo el respaldo esperado, materializado en el importante acto con la presencia de la Presidenta, en Beltrán, y luego en la visita de Daniel Scioli. A partir de ahí, la ilusión de que el “efecto Cristina” se vea reflejado hoy en las urnas.

Mantenimiento. En la otra vereda de la campaña, el radicalismo de Cornejo se dedicó, fundamentalmente, a proteger la diferencia lograda en las urnas el domingo de las primarias abiertas y a reforzar territorialmente las posibilidades de aquellos candidatos a intendente que sorprendieron o mostraron posibilidades de competir con éxito hoy, como son los casos de Orozco, en Las Heras, e Iglesias, en Guaymallén. En ese caminar diario la figura siempre reconocida de Julio Cobos fue fundamental.

Disminuyó el triunfalismo desmedido expresado con los resultados del 19 de abril y comenzó a medirse día a día la intención de voto de los mendocinos a partir de la repercusión del cambio de imagen generado por el reacomodamiento en el oficialismo.

No pasó inadvertido que Cornejo y los suyos provincializaron la campaña, poniéndola a resguardo de los vaivenes de la oposición nacional, confundida por la cerrazón del macrismo a todo tipo de acercamiento con Massa, fundamentalmente. No hubo actos significativos ni presencias frecuentes aquí de referentes nacionales. Por ello, el resultado de hoy será en primer lugar triunfo o derrota del radicalismo.

En la antesala eleccionaria, y en medio de la obligatoria veda local, los radicales y sus aliados políticos en la provincia tuvieron una pulseada aparte ayer con el cierre de listas para candidaturas nacionales, pensando en las PASO de agosto. Las apetencias macristas y en menor medida demócratas fueron las que generaron negociaciones algo difíciles.

Las aspiraciones del PRO chocaron, según sus voceros porteños, con “la interna eterna” radical. Hubo decisión de Macri y los suyos para que la empresaria vitivinícola Susana Balbo encabezara la lista de diputados nacionales.

La izquierda. La tercera opción, muy lejana en las encuestas, es la de la izquierda de Noelia Barbeito. La única fuerza, más allá del oficialismo y el Frente Cambia Mendoza, que salió airosa de las primeras PASO provinciales. Aunque con menos votos que en las parlamentarias de 2013, este espacio tuvo un rendimiento electoral que lo consolida como fuerza respetable por su presencia legislativa, fundamentalmente.

Se trata, mayoritariamente, de dirigentes jóvenes que captan votos de clase media que simpatizan con su ímpetu y la renovación que algunos de ellos representan, más allá de sus ideas políticas, en general bastante desfasadas.

Entre dos. De las opciones mayoritarias surgirá hoy el gobernador al que le espera una larga transición. Un triunfo del oficialismo significaría una tercera ofrenda consecutiva del peronismo mendocino al kirchnerismo nacional, dato no menor, si se tiene en cuenta que mayoritariamente el PJ provincial no es kirchnerista.

Si el triunfo le corresponde al frente que encabezan Cornejo y Montero, el radicalismo de Mendoza adquirirá una gran proyección nacional, pues habrá ratificado a nuestra provincia como bastión partidario con fuerte presencia y se habrá mostrado capaz de articular una oposición unida.

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