Una odisea pluri-artística: “El Trovador Fantasma vive de aquí para allá de su oficio de narrador, a veces relatando y otras cantando. En los intervalos, deja su valija de narraciones y asombro, para tocar una flauta cónica de sonido amable, como si descansara de las palabras. Aprovecha el estado de las gentes que causan los atardeceres. Se detiene. Pone la gorra y, con la confianza de la convocatoria, comienza”.
El noveno párrafo del cuento “La herida original” del libro “Reencarnaciones” de Gabriela Nafissi sea tal vez la esencia de lo que vino, sin escalas, después. Un proyecto de experimentación artística surgido en 2008 como ejercicio colectivo ligado a distintas disciplinas, con la literatura como despertar.
Esta psicóloga nacida en San Rafael, que se define como psicoanalista en formación, es responsable de la espiral a la que hace referencia la artista Laura Hart: una espiral que suma creaciones y pensamientos a una “obra plural, insólita y única para Mendoza”.
Porque eso es “Reencarnaciones”, un libro devenido escultura, música, pintura, instalaciones y hasta vino. Un espacio abierto al universo interior de sus participantes, una invitación a la invención y sus discontinuidades, una idea que renace en otras almas y que vuelve a abrir sus páginas para el disfrute del público.
Así es como desde ayer y hasta los primeros días de julio se exhibe en los salones de la Bodega Monteviejo fracciones del recorrido que comenzó en 2008 con la edición del libro.
Por tercera vez consecutiva este renacimiento se da a conocer en el marco del Wine Rock y se vincula a “Plus + Arte”, otro de los proyectos que Gabriela coordina desde el área de Arte y Cultura de la casa vitivinícola del Valle de Uco que lleva la impronta del enólogo Marcelo Pelleriti.
“La esencia de Plus + Arte es dar a conocer las propuestas experimentales que se desarrollan a lo largo del año, dar visibilidad a artistas y escritores locales y generar intercambios entre disciplinas diversas”, sostiene Nafissi, atenta a la importancia de generar una cultura accesible para la integración de públicos, así como el desarrollo de un trabajo en red y el diálogo permanente entre arte y psicoanálisis.
Con experiencias que han trascendido la frontera regional y extendido sus tentáculos a Córdoba o Buenos Aires, Reencarnaciones vive en estado de mutación.
“El proyecto arrancó con la idea de libro pero luego surgió la experimentación, que fue tomada como lógica de trabajo y como dispositivo a partir de la palabra. Creo que los cuentos que escribí, al tener ese espacio vacío de interpretación, han permitido a muchos artistas participar y hacer sus reinvenciones de la obra con libertad. No son relatos lineales, ni cerrados ni que apuntan a un sentido único”.
El amor, la muerte, el deseo y la locura son los temas de este gran proceso que no cuenta con una forma única de hacer sino que apela a la creación de los convocados.
“Me produce satisfacción posibilitar espacios que alojen la subjetividad de los artistas en un trabajo desde el uno por uno, ensayando modos grupales que generen nuevas preguntas o disparadores y muchas veces incluyéndome en las producciones”, asegura Gabriela Nafissi. En este puente creativo, radica la esencia de la propuesta artística que exhibe la Bodega hacia dentro y hacia afuera en su entorno de viñedos.
“Tiene que darse una transferencia de trabajo para que esto sea posible. Me interesa propiciar y provocar espacios que ofician como una suerte de vacío mediador para favorecer la invención. Una cierta libertad que posibilite el estilo de cada uno. Eso implica la escucha, tiempos más lógicos que cronológicos, procesos que hay que esperar, a veces recortes y replanteos de ciertas producciones”, dice sobre la dinámica que nace y renace una y otra vez.
Siete muestras en una
Quien visite la Bodega Monteviejo por estos días se sumergirá en el lenguaje variado y múltiple del arte. Así es como en la planta baja el visitante se encontrará con "Veinte años, El grito Después - La Exposición", una muestra de fotografías y objetos de la banda Catupecu Machu, que celebra dos décadas con el rock.
Las esculturas que dan la bienvenida en el hall de ingreso corresponden a Toti Reynaud, uno de los artistas que integra la exploración gestual en artes visuales y música “Signos”, del que también forman parte Tachuela Delía con la escultura en piedra “Los secretos del Sol”, Laura Hart -imperdibles sus tapices en el interior de la bodega y su instalación a cielo abierto-,Mariana Martínez Otín, en una performance gestual vuelta cortometraje, y Mario Araniti, que a través de una creación audiovisual deconstruye ritmos en la batería bajo la dirección de Gabriela Nafissi y la realización de Ariel Larriba.
“La experiencia de exploración en “Signos”, un evento más del proyecto Reencarnaciones, es una sucesión de encuentros sorprendentes, un cruce de diálogos artísticos y hasta filosóficos donde los aportes de Gabriela desde la psicología se cruzan para una verdadera indagación. Cada artista trae de los suyo y hay una convivencia de miradas transversales, de discursos y de ocupación de los espacios”, expresa Laura Hart.
En el exterior, la escultura cinética y sonora de Guillermo Rigattieri, Fernando Rosas, Gabriel Fernández y Julio Melto juega con el viento. Esta obra de más de tres metros y cerca de 1000 kilos -bautizada “Reverencia” y realizada en metal- se muestra al público en forma permanente en la bodega.
“Hace un par de años pintamos un huevo de fibra de vidrio en representación de uno de los cuentos del libro “Reencarnaciones”, meses después el viento zonda remontó el huevo por las viñas y lo destrozó”, cuenta Rigattieri.
Así es como los cuatro colegas y amigos pensaron en un elefante monumental y durante cinco días trabajaron por primera vez en un proyecto conjunto con recortes de chapas y planchuelas, discos de arados y caños que encontraron en una chacarita.
La instalación interactiva “Ensueño mito(eno)lógico” y la video-instalación “Un vino para Esculapio” son las propuestas de la artista Daniela Lieban junto a un equipo interdisciplinario, del que participan Mauricio Runno, Axel Krygier, Sebastián Pascual o Andrea Cazorla.
En el caso de la video-instalación, puede visitarse hasta hoy, al igual que la muestra de joyería contemporánea de María Alejandra Bidaseca, inspirada en algunos personajes de Lieban como Musa, Ninfa y Élvida.
Por su parte, el enólogo y músico Marcelo Pelleriti expone en el restaurante del lugar hasta fin de año las fotografías reunidas en la serie “Terroirs que me habitan”, tomadas en el Valle de Uco, Cafayate y Pomerol, mientras que el colectivo artístico cordobés Chatarra presentó durante dos días en la provincia “Néctar”, una obra site specific hecha con materiales reutilizados como herramienta de transformación e inclusión, en este caso, con pallets de la bodega.
Para coordinar visitas, escribir a arteycultura@monteviejo.com.ar