Sensación

El despertador natural cantó exactamente a las 6 de la mañana. Los pájaros venían al patio externo de casa y empezaban los trinos. No ponía el despertador. ¿Para qué? Si ellos eran puntuales.

Con desgano y falta de sueño me levanté. La rutina diaria me esperaba ansiosa por cumplir. De pronto sentí que ese día era diferente.

Oleadas de sueño avanzaban sobre mis ojos que no podía sostener abiertos. Pensé que si dormía unos 15 minutos sería una fresca lechuga después. Miré el reloj: seis quince.

Mi mente se programó para que a las siete a más tardar despertara. Lo había hecho miles de veces y nunca fallaba. Confié en que una vez más sucedería lo mismo. Cerré los ojos, me relajé y enseguida se hizo el vacío mental y los colores violetas que me hacían sumergir en el sueño. Lo último que oí fue mi respiración profunda.

La tarde no era luminosa. Me extrañó. En verano, en mi provincia plena de sol, recién oscurecía cerca de las nueve de la noche. No recordaba dónde había dejado el auto. Todos los días lugares distintos, pero yo me mentalizaba para acordarme en qué calle o playas de estacionamientolo dejaba.

Imposible, esa tarde no me resonaba nada. Sentí angustia. Entrecerré los ojos para concentrarme. No me era permitido. Levanté la vista, la calle no era la misma. Estaba iluminada como en el teatro, con reflectores y regueros de luz que no percibí de dónde venían. Casi no había nadie. Sólo una mujer al final de la calle que me hacía señas con el brazo en alto para que me acercara.

No sentí temor. Pensé que necesitaba alguna ayuda. Caminé hacia ella, pero no avanzaba casi nada. La miré pero siempre estaba al final de la calle. Una iluminación intensa sobre su espalda me impedía ver el rostro. Entonces decidí correr para saber qué quería y preguntarle si había visto mi auto.

Ahora sí estaba cerca. Por fin la alcancé. Me di cuenta que era ciega. Le tomé la mano para que sintiera mi presencia y señaló que ya me había visto, por eso me llamó. Cada vez comprendía menos la situación. ¿Porqué decía que me vio? Pensé que sería un simbolismo.

Expresó que por fin llegué, que hacía  mucho que me llamaba y yo no acudía. El cerebro era un caos tratando de entender. Sentía que se expandía igual que un ancho elástico; latía la sangre que bullía a borbotones a mi cabeza. No quiero desmayarme, pensé, ni que me dé un ACV. Pero no sé qué pasa.

La voz de viento continuó. Sabes en tu interior que eres elegida para oír. Por fin lo entendiste. Nunca más te alejaras de nosotros. Cumplirás el rol asignado por los Maestros. Te costará dolor, miedo, lo insoportable  hasta el final. Allá estamos todos, ahora irás conmigo para que, cuando conjetures que no puedes soportar más, evoques el lugar asignado para ti.

Me pareció que me encontraba en el campo. El paisaje del cielo que cuando termina el sol, se abre en tremendas estrellas. Debo estar en un lugar muy alto, casi las puedo tocar, medité.

Los hombres y mujeres que allí estaban se movían con lentitud, serenos, mansos. En una infinita procesión. ¿Cómo hice para llegar hasta acá? Algo me pasaba. No entendía los espacios y los tiempos. Todo era sutil. Intuía que debía dejar lo conocido. No más familia, ni amigos, ni hogar. ¿O era ese el hogar?

La mujer con rostro ancestral, sin edad, seguía a mi lado. Movía las manos dibujando elipses, ondulaciones. Ella era como todos los tiempos y edades de millones de siglos.

La voz enigmática de pájaros, apuntó que todo individuo tiene capacidad para sentir, capaz de tener experiencias subjetivas, no éramos una especie humana con más sensibilidad, simplemente con técnicas y oportunidades se lograba las metas propuestas.

Pensé que cometía muchos errores de los cuales siempre me preguntaba cómo los corrijo. Cuántas actitudes se hacen mal, sin embargo de nuevo me daban la oportunidad de estar en la dimensión deseada. Era la heredera de los fuegos antiguos.

Empecé a caminar hacia aquellas personas o entes diferentes. Levanté la mano para decirles que me esperaran. Necesitaba verlos y que me explicaran el rumbo aquel. Si debía seguirlos  o volver a buscar el auto, la vida, la jungla y lo salvaje. Tal vez existía una nueva mutación sin oscuridades.

Reconocer el pasado desde el origen. Lo incognoscible se transformaría en la verdad.

El reloj sonó estridente. Me incorporé de un salto. Marcaba las 7 de la mañana.

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