En el mapa de la ficción argentina actual, Selva Almada viene arrasando con la fuerza del viento. Luego de que su primera novela (llamada “El viento que arrasa”) se convirtiera en un verdadero acontecimiento literario y después de que su voz narrativa se solidificara con “Ladrilleros”, Almada se consolidó como una de las escritoras ineludibles de la literatura argentina contemporánea.
Más tarde, Selva Almada sorprendió abordando la crónica a partir de tres casos de chicas asesinadas en los años ochenta, antes del caso María Soledad, antes de que se hablara de violencia de género y femicidios.
En “Chicas muertas” devuelve la voz a tres mujeres enmudecidas. No hay morbo: están los testimonios de los familiares, los datos del expediente judicial y los recuerdos de la narradora enhebrándose en un mismo tejido, en un juego de voces que fluye para contar el más allá de la historia de los cuerpos de Andrea, de María Luisa, de Sara.
“Contar sus historias es también contar una época, la manera muy precaria en la que se investigaba, la poca importancia que se les daba a estas muertes –dijo Almada en una entrevista–. Porque antes que nada se sospechaba de la propia víctima: era una chinita que andaba con varios, la habrá matado un noviecito, era una puta.”
Ahora, cuenta que está escribiendo “la historia de tres hombres que van a pescar a la isla un fin de semana. Dos hombres cincuentones y un chico de unos dieciocho años, hijo del amigo muerto de los otros dos. La relación entre ellos, las deudas pendientes con el finado y otros eventos, un poco extraños, que ocurren en la isla”.
-¿Hay una corriente feminista que sentís te representa?
-Soy feminista. Aunque no participe de ningún movimiento en particular me siento acompañada por todas las mujeres feministas del mundo. Las mujeres que trabajan en pos del aborto legal, seguro y gratuito me representan. Las mujeres que ayudan a otras a abortar en la clandestinidad a la que nos obliga el Estado también me representan. Las que ayudan a las víctimas de violencia. Las mujeres que les enseñan a sus hijas a no dejarse avasallar. Todas esas mujeres, agrupadas en algún movimiento o no, me representan.
-A propósito de "Chicas muertas" dijiste que comenzaste a "prestar atención al maltrato hacia la mujer, a la violencia más solapada, doméstica y minúscula", ¿cómo luchar contra ella?
-No hay una sola respuesta para esa pregunta ni una sola manera de enfrentar este espanto. Pero sería un comienzo que todos compartiéramos el horror por lo que está pasando con las mujeres en nuestro país y que pensáramos de qué manera, cada uno y cada una puede hacer algo, aunque sea un acto mínimo, para que esto que pasa deje de pasar.
-¿Cómo ves hoy la presencia cultural y política de la mujer en América Latina?
-Que haya mujeres presidentes no me parece suficiente, en algunos casos es sólo un gesto porque la misoginia y el patriarcado siguen gobernándonos.