Selección de cinco anillos

En las tribunas del Palau Blaugrana no cabía un alma, hasta la respiración del público parecía marcar su propio ritmo en el ambiente. Al contrario de lo ocurrido, días antes con las finales del judo o el taekwondo, desde hacía meses todas las localidades -en la casa del Barcelona- estaban agotadas esperado el momento de coronación del hockey sobre patines. Un hecho que, por la expectativa que generó, marcó un récord en el historial de los Juegos Olímpicos.

España era el gran favorito a la medalla de oro, dueño de una solvente campaña en la fase clasificatoria, llegaba a la final cumpliendo con el plan trazado -años antes- por el español Juan Antonio Samaranch.

El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), que había sido arquero de hockey y conocía la pasión que este deporte despertaba en la afición catalana, buscaba perpetuarlo y otorgarle en el programa olímpico el lugar de una joya preciada para los años venideros.

Las tribunas latían con los murmullos; Argentina, que había iniciado su campaña -en el Reus- con una derrota ante Portugal (1 a 0) y dos empates frente a Italia y Estados Unidos, en la segunda ronda superó a Brasil (3 a 1), Italia (7 a 3), Holanda (4 a 1). El último obstáculo para tener la chance de la medalla de oro fue Portugal.

"Trabajamos muchísimo por el objetivo. Ante Portugal hice el gol más importante de mi vida. Fue el 2 a 1, faltando tres minutos, y clasificamos a la final", recordaría Cairo años después en una entrevista.

El camino se había allanado, la Selección que dirigía el sanjuanino Miguel Gómez era protagonista de aquella tarde del 7 de agosto. A la distancia, porque no fue a los Juegos, pero con los mismos nervios de los diez jugadores, el mendocino Walter Fernández (el mecánico del plantel) hace fuerza conjurando la victoria.

La garra como marca

En la pista, la Selección argentina tenía una columna vertebral formada por cuyanos, entre ellos los hermanos Pablo, Gabriel y Alejandro Cairo. Jugadores, nacidos en San Martín, en el club Casa de Italia, cuyo oficio y talento los había hecho trascender este apellido a nivel internacional. Pablo, el mayor ellos, porta la cinta de capitán.

El campeón mundial en Novara (Italia) en 1984, observa las tribunas del Palau, el público desborda su ansiedad, es el jugador con más experiencia del plantel y le infunde tranquilidad a sus pares. Les habla, lidera. La formación inicial está definida: el bonaerense Guillermo Herrmann al arco; P. Cairo y José Luis Páez como pareja de fondo; Diego Allende y Roberto Roldán de puntas.

Pablo, de 28 años, se carga con la presión; sabe de estadios en contra defendiendo los colores de Pordenone, Novara, Vercelli, Seregno y Roller Monza. Ha ganado cinco veces el campeonato en Italia, cuatro Copas y la "Lega Italiana".

Esta parado allí frente a la bocha y el deseo de la victoria lo alimenta. Está allí, no sólo por sus condiciones técnicas sino por su alma de líder y espíritu ganador.

La gloria está cerca

Como era de esperar, en el inicio del partido, España domina las acciones y transforma en figura a Herrmann, quien le impide a los dueños de casa ponerse en ventaja. Pero a los 15', con un gol de Avecilla, los europeos abren la cuenta; Argentina reacciona y un minuto después, el capitán con un golazo de espaldas al arco emparda las cuentas.

Pablo Cairo habla con sus compañeros; el que fue apertura en la  Quinta "A" del Liceo Rugby Club les infunde confianza, los arenga, y Páez, dio vuelta al marcador para llegar al descanso en ventaja (2 a 1). Ante los ojos sorprendidos Juan Carlos I, rey de España, y Juan Samaranch, presidente del COI.

Todo puede pasar, pero Cairo (que inició su carrera de técnico en el Seregno la temporada anterior), es una voz de mando que acalla el rugido del público, Páez y Roldán (4-2) aumentan, España descontó (4-3) por medio de Carlés, y la Selección castiga con otro gol de Cairo.

Argentina se encamina al triunfo pero la "Furia Roja" sentencia la prorroga tras el 5 a 5.

En el suplementario, Diego Allende que había salido del banco marcó los últimos dos tantos para un triunfo definitivo (8 a 6) y para que Argentina celebre la única medalla de oro olímpico que esgrimió este deporte.

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