A un año del crimen del médico Sebastián Prado (36), la investigación se convirtió en una de las más difíciles de los últimos tiempos. La causa tuvo dos detenidos pero las coartadas de los sospechosos eran firmes y, aunque no están sobreseídos, prácticamente se descarta su participación en el hecho. "No hay nada", aseguran los investigadores.
Eran las 21 del 6 de setiembre pasado cuando la familia Prado- Santarelli se preparaba para ir al cumpleaños de un familiar. La pareja salió junto con sus dos pequeños hijos del departamento ubicado sobre López de Gomara y Perú de Ciudad. Carla y los niños -el más grande de dos años y el menor de 10 meses- subieron a la Renault Duster, estacionada en la vereda, y esperaron a que Sebastián terminara de cargar los cochecitos en la parte trasera del vehículo.
Entonces se escucharon varios disparos que acabaron con la calma que reinaba a esa hora en el callejón. Tras el ruido, Carla alcanzó a ver a un sujeto -con su cara cubierta- que huía en dirección opuesta a donde ella estaba. En el piso había quedado tirado su futuro esposo; tenía varias heridas de bala que media hora después le costaron la vida, mientras era atendido en el hospital Lagomaggiore.
Según los peritos, uno de los proyectiles (el mortal) le dio en el omóplato derecho, otro a la altura del esternón, un tercero en el antebrazo izquierdo y el último le rozó un talón.
El caso recayó en manos del fiscal de Delitos Especiales Daniel Carniello, que lo caratuló como homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
La coartada del sospechoso
El asesinato puso en la mira de los investigadores a la Villa Escorihuela y Malargüe (hoy demolidas) ya que el crimen se cometió a pocas cuadras de los asentamientos. Para los investigadores, todo hacía sospechar que el matador se escondía en ese lugar.
Tres semanas después la Policía detuvo, en medio de allanamientos hechos en ese barrio, a un cocinero (Marcos Morales, de 24 años), al que acusaron del homicidio, y a un conocido de este hombre (Andrés Merlo, 26), que cayó como partícipe necesario.
Ambos fueron delatados por testigos de identidad reservada que declararon ante Carniello.
Sin embargo, la acusación se cayó rápido; los propietarios del bar donde trabajaba Morales dijeron que el hombre había estado trabajando cuando ocurrió el crimen.
"El negocio estaba abierto. Mientras atendíamos a los clientes, vimos por el noticiario la noticia del homicidio del médico. En ese momento estábamos comiendo unas papas revueltas que él nos había preparado", dijo el jefe del acusado, y aseguró que incluso Morales les comentó que el crimen había ocurrido cerca de su casa.
Por este testimonio -y porque dio negativo el cotejo de sus huellas dactilares con las levantadas en la escena-, el cocinero quedó libre.
El otro acusado, Merlo, corrió la misma suerte ya que el testigo que lo denunció dijo que él manejaba una moto en la que esperó mientras Morales asaltaba a Prado. Pero no se encontró relación con el hecho. Sin embargo, a un año del crimen aún "no han sido sobreseídos", explicaron ayer desde la fiscalía.
Así, la investigación por el momento no presenta avances, "no hay nada", revelaron las fuentes, aunque aseguraron que la pesquisa "continúa".
Repercusiones
Dos días después del asesinato el Ministerio de Seguridad dispuso una recompensa de 50 mil pesos para quien aportara datos relevantes a la causa. Además se suspendieron las actividades programadas para ese fin de semana que iban a realizarse en el interior del Lago del Parque, que por ese entonces estaba vacío.
El lunes 9, su familia lideró una multitudinaria marcha por "justicia y perdón", que se realizó en Peatonal y San Martín de Ciudad.
"El que mató a mi hermano es también un hermano mío y si algún día tuviera la oportunidad de saber quién es, lo estrecharía en un abrazo y lo perdonaría. Voy a llorar con él", deslizó durante la convocatoria Hernán, el hermano del médico.
Desde entonces, la madre de Prado, Ana Sotelo, y su hermana Andrea han participado de varias marchas realizadas por familiares de víctimas de inseguridad.
Hoy su familia realizará a las 18 una misa en la parroquia de San José, en Bandera de los Andes 650 de Guaymallén.
Carta de su hermana
"Una Navidad del año 2009 mi madre nos regaló a mis hermanos y a mí un árbol genealógico listo para enmarcar, hermoso, con una estética impecable, realizado por una dibujante; hoy sólo es tristeza, nunca volverá a ser el mismo.
Era "un joven de barrio, común, deportista, fanático de Mafalda y de los Simpson. Enamorado de sus hijos y apasionado por su profesión".
"En mis años de profesión, como trabajadora social en el Servicio Penitenciario, creo poder encontrar alguna respuesta para ella (por su mamá). Probablemente, aquel (el homicida) sea un rostro en el que se reflejan la pobreza, la marginalidad, el dolor, la desesperanza, el vacío de valores, la violencia y hasta el odio; como miles de internos que tuve la oportunidad de entrevistar en mi trabajo diario, todos ellos víctimas del sistema".