Se recibió de arquitecto, visitó 21 países y se instaló en Oslo

Al partir, Facundo Arboit se había propuesto una serie de metas a lograr antes de cumplir los 30.

Se recibió de arquitecto, visitó 21 países y se instaló en Oslo
Se recibió de arquitecto, visitó 21 países y se instaló en Oslo

Cuando tuvo su título en la mano, supo que éste era su pasaje para viajar por el mundo. El joven arquitecto Facundo Arboit escribe desde la lejana Oslo, Noruega, y admite que el tiempo para recorrer las rutas del globo sin limitaciones es, casi, su bien mas preciado.

“Con 27 años uno se encuentra en un estado de limbo, esperando los 30 y que las obligaciones se te vengan encima, y lo último que quería era quedar atrapado en otro estado de obligación, o responsabilidad de quedarme en Mendoza”, cuenta Facundo y agrega que aunque le gusta vivir en Mendoza por ahora, eso quedará para más adelante y que ya tiene 21 países recorridos en los últimos cinco años.

Así fue que, con el desafío de tener cinco idiomas en la lengua, obtener la ciudadanía italiana y encontrar un trabajo que cubra sus metas profesionales, se subió al avión y “saltó el charco” siempre con las tres décadas como fecha tope para cumplir sus objetivos, con la idea de que allí se termina un ciclo.

“Yo soy una persona de metas, lo que me propongo, si veo que es posible, voy y lo hago, concreto y directo”, dice el miembro de la “Banda del Rincón”, una cofradía de hermanos del alma que siempre están dispuestos a tomar unos vinos y hacer un asado incluso un martes al mediodía con tal de levantarle el ánimo a un amigo.

Primero, Barcelona

Uno de los primeros destinos de los argentinos que deciden viajar a Europa es Barcelona. La ciudad catalana actúa como un imán para aquellos que están relacionados de alguna manera con el arte y para Facundo también lo fue.

"Llegué a Barcelona, donde me encontré con una ciudad rebosante de arte, diseño y bohemia. Con muchos amigos mendocinos viviendo allá entre muchos otros, algunos haciendo la residencia, otros trabajando, ahí me quede un mes con el Maurito Sibiriglio, y el Josecito Ortiz. Me la pasé entre idas y vueltas, visitas a Granada y gente de primera que hace mucho que no veía", cuenta el mendocino que tiene aquí en la provincia a, según sus palabras, una familia enorme y excelente, una madre comprensiva y artista visual de otro nivel, hermanas que son mucho más que lo que la palabra hermano explica y un padre que es un ídolo.

Tras su paso por Barcelona, se propuso buscar un lugar ideal donde poner la banderita. Esa ciudad, según él, debía tener una economía floreciente, espacio para explicarla, cultura, buenas amistades y nieve para “ripar” (para practicar descenso por una pendiente montañosa).

“En dos meses viajé por Inglaterra, Noruega, Alemania, los Alpes italianos y Suiza, visitando amigos de otros viajes, y hasta amigos de amigos. Esto culminó en que mi economía se fue al tacho y quedé flotando en Suiza”, dice alegre y agrega que consiguió trabajo en un bar en Lausana llamado -casualmente o no- “Great Escape”: “Allí trabajé cuatro días y junté suficiente para estar una semana en Barcelona y llegar hasta Andorra, donde me rescató mi hermano Eber”.

Y sigue: “Luego trabajé de cocinero durante la temporada y junté para ir a Italia y conseguir la Ciudadanía italiana, el librito mágico”. Con otro amigo, Federico Dufay, estuvo un mes en un pueblo del norte de Italia, mientras esperaba obtener su ciudadanía. Allí trabajó haciendo muebles de materiales reciclados y algunas tareas de Diseño interior y murales.

La Mendoza noruega

Facundo cuenta que, una vez terminados los trámites de la ciudadanía, recaló en Oslo -donde está trabajando en la construcción y en un bar, hasta que terminen las vacaciones de verano a fines de agosto- que es de igual tamaño que Mendoza. “Ni muy pueblo ni muy ciudad, justo; con muy buena economía y estilo de vida, buena gente, mucha juventud y alegría”, grafica.

Por otro lado, aclara que es una ciudad muy organizada y con un sistema de subtes que tiene un recorrido que lo deposita en lo alto de una montaña iluminada. Además, Oslo tiene algunos de los estudios de Arquitectura más prestigiosos del mundo, y muchísimos otros más trabajando a mil, mucha construcción y de todo tipo.

“Este viaje me puso en perspectiva de cuántas cosas en este mundo son innecesarias, superfluas o banales. De cuán importantes son los amigos y la familia. Me di cuenta que con una mochila sobra el espacio para cargar una vida, y lo único que hay que valorar en esta vida son los sueños”, comenta en tono poético.

Y agrega que todo el resto son papelitos con números escritos, libritos que te cambian la nacionalidad, y problemas que amargan solo a los amargados, y enseñan a la gente positiva. “Aprendí que internet relaciona a la gente que comparte pasiones. Las comunidades de viajeros, auto stoppers, artistas, diseñadores, trabajadores, y cual no, son excelentes y mejoran la calidad de toda experiencia”, especifica.

Facundo concluye diciendo que se quedará un par de años en Noruega, aunque no para siempre, porque: “Me muero por volver a Mendoza a juntarme con mis hermanos y hermanas, y mi familia, a tomar unos vinos, comerme un asado, ca... de calor e insultar al gobierno”.

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