San Martín se despide de su Mendoza

Al cumplirse los 199 años de la partida del Ejército de los Andes, recordamos el sacrificio de Mendoza y todo Cuyo, para concretar la epopeya independentista de la mano de su Gobernador Intendente: José Francisco de San Martín.

San Martín se despide de su Mendoza

Desde setiembre de 1814 y durante 2 años y medio, San Martín había logrado hacer de la Gobernación Intendencia de Cuyo su fuente de recursos y centro de poder para concretar su misión: la independencia de América.

A partir de su liderazgo y con el apoyo del pueblo cuyano, logró encaminar la revolución iniciada en Mayo de 1810; propició la reunión del Congreso de Tucumán y consiguió la Declaración de Independencia a partir de la decidida participación de los diputados que respondían a su influjo; mientras tanto, en el plano militar, concretaba la formación y adiestramiento del Ejército de los Andes, con el que daría sentido a la Declaración de la Independencia al iniciar la epopeya continental para dar libertad a las Provincias Unidas de Sudamérica.

Así, a fines de 1816, poco antes de su partida a Chile, le escribía a su amigo, el diputado por Mendoza, Tomás Godoy Cruz las siguientes palabras: “…

Ya estamos en capilla, mi amigo, para nuestra expedición, por esto calcule usted cómo estará mi triste y estúpida cabeza; baste decir a usted que para moverme necesito 13.000 mulas, que todo es preciso buscarlo y sin un solo real, pero estamos en la inmortal provincia de Cuyo y todo se hace; no hay voces, no hay palabras para expresar lo que son estos habitantes”.

Consciente del esfuerzo que Mendoza, San Juan y San Luis habían realizado para seguir a pie y puntilla su plan de liberación continental, el gobernador no dejaba de reconocer en carta a sus amigos, al Director Supremo y al mismo Congreso, todo el apoyo que había recibido de Cuyo y lo que significaba el aporte de este pueblo para la salvación de toda América.

Incluso años más tarde desde Europa recordaba: “El Ejército denominado de los Andes no tuvo por base más que 180 hombres del batallón número 11, sin la menor instrucción y malísima disciplina; ocho meses antes de emprender la expedición a Chile fueron remitidos por el gobierno el batallón número 7 con la fuerza de 450 plazas y 220 granaderos a caballo. El resto del ejército fue reclutado en Mendoza cuyo patriotismo y sacrificios en aquella época excede a toda ponderación”.

Próximo a emprender la expedición, el 12 de diciembre, en otra misiva a Godoy Cruz, expresaba: “Pido perdón por lo corto de esta carta, pero crea usted que soy digno de toda su indulgencia. Tal es el cúmulo de ocupaciones que me cercan y tal es la escasez de tiempo… Todo, todo y todo se apronta para la partida; en todo enero estará decidida la suerte de Chile. Adiós mi amigo querido, lo será de usted eternamente su José de San Martín”.

Durante todo enero de 1817 la provincia vivió la agitación de la partida escalonada del ejército: llantos, despedidas y ruegos de madres, abuelas e hijas acompañaban la despedida de cada una de las divisiones que partían del campamento el Plumerillo; desde el 9 al 24 de enero las huestes sanmartinianas comenzaron el camino de gloria que los llevaría a liberar con su esfuerzo y con su sangre los actuales territorios de Argentina, Chile, Perú y Ecuador, colaborando además con la campaña del norte encabezada por el otro libertador: Simón Bolívar. Así, entre pedidos de última hora, indicaciones y aprestos, San Martín comenzaba la despedida de sus amigos, colaboradores y del propio pueblo de Mendoza.

El 24 de enero remitió una nota, para ser leída ante el Cabildo, a Toribio de Luzuriaga, quien la recibió en estos términos: “Excelentísimo Señor: esta mañana quedaron circuladas seis copias de la afectuosa despedida de V.E., que se sirvió dirigirme en nota de ayer y enseguida se despacharán a la campaña para que todos sus habitantes queden firmes en el concepto de los humanos sentimientos con que parte S.E. dejándoles en rehenes su corazón. Dios guarde a V.E. muchos años”.

En esa carta el Gobernador se despedía de los cuyanos diciendo: “Sería insensible al atractivo eficaz de la virtud, si al separarme del honrado y benemérito Pueblo de Mendoza no probara mi espíritu toda la agudeza de un sentimiento tan vivo como justo. Cerca de tres años he tenido el honor de presidirle y sus heroicos sacrificios por la independencia y prosperidad común de la nación pueden numerarse por los minutos de la duración de mi gobierno. A ellos y a las particulares distinciones con que me han honrado, protesto mi gratitud eterna. E indeleble en mi memoria sus ilustres virtudes será de los habitantes de esta capital, en todas circunstancias, y tiempos el más fiel y verdadero amigo”.

Con estas inmortales palabras, un mes de enero como éste, San Martín daba sentido a la sentencia que había pronunciado en los días previos: “Debo seguir al destino que me llama”; destino de Gloria que unió su nombre al de Mendoza y Cuyo todo y que le permitió pasar a la historia como uno de los hombres más grandes de América.

*Por Juan Marcelo Calabria - Docente y Ensayista.  Autor del libro “San Martín: modelo de líder americano”

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