"Tengo el honor de decir a V.E. que en el día 3 de Febrero, los granaderos de mi mando en su primer ensayo, han agregado un nuevo triunfo a las armas de la Patria". Con esta frase comenzaba el parte que dirigía el entonces Coronel José Francisco de San Martín al Superior Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y en el que describía la acción de San Lorenzo, que mañana recordamos en su Bicentenario.
Si bien este combate no reviste importancia respecto al número de combatientes y desarrollo militar, pues se libró en poco menos de media hora y participaron en total no más de 400 hombres, es un hito de gran trascendencia en la historia sanmartiniana y continental; por tanto es el bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballo, embrión del primer ejército profesional patriota, y prueba de patriotismo para su creador y conductor.
Tal es así que San Lorenzo permitió al Coronel español, de nacimiento americano, José de San Martín, mostrar su denuedo, pericia militar y fundamentalmente su voto decidido por la independencia americana.
Recordemos que 11 meses antes a su llegada a Buenos Aires, San Martín había sido recibido con cierto recelo por el gobierno porteño, pues según sus propias palabras: "Fui recibido por la junta gubernativa de aquella época, por uno de los vocales con favor y por los dos restantes con una desconfianza muy marcada".
Desconfianza que lo acompañaría durante toda su vida pública. Sin embargo a partir de San Lorenzo, ya nadie podía objetar que había vuelto a su tierra natal para pelear por la libertad.
Esta situación, y la intención de enseñar a sus "muchachos", a sus granaderos con el ejemplo, explican su estrategia de ponerse al frente de una de las columnas y ser el primero en atacar al enemigo tal como lo había planeado; aún a riesgo de su propia vida.
San Martín venía siguiendo con sus granaderos la escuadra realista desde las márgenes del Paraná. Al llegar en la madrugada del día señalado al Convento de San Carlos de Borromeo ubicado en San Lorenzo, reconoció el campo frente al edificio donde se libraría la escaramuza, ubicó a sus granaderos "tras los muros" del convento, subió al campanario y a las cinco de la mañana divisó los movimientos de desembarco del enemigo; ante lo cual organizó a sus hombres en dos divisiones de 60 soldados cada una, encabezando él mismo el ataque de frente con una de las divisiones, encargando el mando de la otra al capitán Bermúdez quien luego de un pequeño rodeo atacará a los infantes españoles con la orden de cortar la retirada.
Así San Martín "con su corvo en la diestra" -dice Mitre- arengó a sus hombres e inició la carga de caballería que sería recibida por un nutrido fuego de la artillería e infantería volteando el caballo de San Martín, aprisionando su pierna y dejándolo a merced del enemigo, pues como es sabido, casi pierde la vida siendo salvado por sus propios granaderos, concluyendo luego la batalla con la derrota total de los españoles, que se replegaron reembarcado su tropa y remontando el río con una gran derrota sobre sus espaldas.
Luego, el heroico líder que había demostrado su valía -su intención al conducir él mismo la batalla-, a fin de que no existieran dudas sobre su patriotismo y el de sus hombres solicitó al gobierno de Buenos Aires que: "El valor e intrepidez que han manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la patria y atenciones de V.E."
Finalmente, San Lorenzo retempló los corazones del primer cuerpo de ejército profesional criollo constituyéndose a partir de allí en modelo para el resto y núcleo del Ejército de Los Andes que daría libertad a medio continente.
Además cortó las avanzadas realistas sobre las costas argentinas y permitió abrir definitivamente el camino hacia el sitio de Montevideo y su posterior rendición, eliminando la amenaza española de las márgenes del Plata aleccionando a los maturrangos que ya no se enfrentaban solamente a malones de gauchos armados con chuzas y que ganaban o perdían batallas empero su intrepidez y bravura, sino que ahora se enfrentaban con soldados profesionales adiestrados y conducidos por un líder político y militar que podía revertir el curso de la guerra de la independencia librada con suerte dispar hasta el momento por los ejércitos patriotas.
Así San Lorenzo fue la vidriera en la que San Martín se mostró a América y donde dio comienzo su camino de gloria; he allí la importancia de este aniversario.