Mamá Delia abre la puerta de un humilde modular lleno de trofeos y saca la carpeta con recortes (confeccionada por ella misma con el correr de los años) que le mostrará emocionada a este cronista de Más Deportes.
Son ni más ni menos que las huellas de una mujer que, como tantas en este país, dedicó gran parte de su tiempo a permanecer a un costado de la cancha. Casi sin saberlo, se había convertido en el pilar fundamental del sueño que el viernes pasado su hijo Roberto hizo realidad.
Debut, Malvinas Argentinas, luces, noche, cámaras, flashes, Godoy Cruz, Primera División, Huracán, atajadas, reportajes... Todas las sensaciones juntas en poco más de dos horas. Lógico, el día después de tanta vorágine es en casa, con los mates de la “vieja” y la tranquilidad del deber cumplido.
-¿Qué imágenes se te vinieron a la cabeza cuando saliste a la cancha?
-Me acordé de todo el esfuerzo que tuve que hacer para llegar a cumplir este sueño: entrenamientos, partidos, pero, sobre todo, pensé en mi familia que estaba en el estadio. Durante el partido traté de concentrarme al máximo para estar metido en el partido, pensando nada más que en cada una de las jugadas y tratando de ordenar a la defensa.
-Te tocó intervenir en varias ocasiones. ¿Cuál de tus atajadas fue la más difícil?
-Destaco el primer remate de Montenegro, que fue la primer pelota y la que a un arquero le da confianza para afrontar el resto del partido. Después, hubo otras como el remate de Pusetto y otro remate del Rolfi de afuera del área que me picó antes de llegar al arco. Esas tres jugadas son las que creo que pude resolver de buena manera.
-¿Sos de reprocharte errores como el de la "pifia" ante Angulo que de milagro no terminó en el 1-1?
-Sí, la verdad que me confié porque prácticamente tenía la pelota en mi pie derecho, pero es muy rápido el jugador de Huracán, me la punteó, le erré la patada y por suerte Diego (Viera) pudo cerrar y no fue gol. Es algo que me va a servir de experiencia porque no es lo mismo jugar en Reserva que en Primera División. Tengo muchas cosas por mejorar.
-¿Hubieras preferido lucirte menos en pos de que el equipo jugara mejor?
-No, estoy conforme. Siempre uno quiere mostrarse y estuvo bueno cómo se dio el partido porque gracias a Dios pudimos mantener el arco en cero. Obviamente que siempre hay cosas por mejorar, pero me vine contento a mi casa.
-¿Qué te dijeron Rodrigo Rey y Sebastián Méndez después del partido?
-Rodri me esperó hasta que entré al camarín, me dio un gran abrazo y me felicitó. Estoy muy agradecido a él porque es una gran persona y desde el momento en que se supo que yo iba a tener la oportunidad de atajar me apoyó en todo momento. El técnico me felicitó, me dijo que nunca baje los brazos y me maneje siempre con la misma humildad.
-Que el Gallego Sallei diga que de los tres arqueros que hoy tiene Godoy Cruz sos el que mejor juega con los pies, ¿lo tomás como un halago o es una presión?
-La verdad que lo tomo con naturalidad. Me encanta jugar con los pies, es algo que siempre traté de aprender e ir perfeccionando.
-¿Y a qué pensás que se debe esa virtud?
-Soy de observar mucho la forma en que patean los jugadores, la técnica para colocar el pie de apoyo, es algo que siempre me llamó la atención y trato de mejorar.
-¿Cómo es la convivencia con Rey y Moyano?
-Es muy linda. Primero y principal son muy buena gente y ni hablar como arqueros, son geniales. Uno trata de copiar las cosas buenas que tiene. Por suerte tengo a dos muy buenos ejemplos para seguir.
En Quillota nació todo
Martes 28 de enero de 2014. Fabián, su padre, se encontraba en pleno viaje rumbo a Santa Fe para despuntar el vicio de la pesca.
Ante los insistentes llamados de Delia, tuvo que abortar las vacaciones y regresar de inmediato a firmar el permiso para que su hijo Roberto pudiera viajar a Chile con la Reserva de Marcucci, que se presentaba ante San Luis de Quillota.
Aquella noche, el “1” la rompió y comenzó a estar en consideración de todos.
Fabián Ramírez: papá de Roberto: "Fueron días de ansiedad y nerviosismo"
“Fueron días de gran ansiedad y nerviosismo. Pero ya pasado el primer tiempo me tranquilicé y comencé a disfrutarlo porque lo noté con confianza y muy seguro. Me sentí muy feliz y orgulloso de mi hijo. También fui arquero y sabía que una mala noche podía marcarlo para siempre. Roberto viene de una familia muy futbolera. En mi época, con sus tíos, supimos jugar en la Liga Rivadaviense (La Central y Phillips) y su abuelo materno, Roberto Gregorio, era nuestro entrenador”.
Delia Salinas, mamá de Roberto: "Desde chico fue ordenado y responsable"
“Estoy emocionada, orgullosa y feliz porque pudo cumplir el sueño de jugar en Primera. Cuando Roberto tenía años 9 años, nos vinimos a vivir a la ciudad y empezó a practicar futsal en la Unión Vecinal Dorrego, hasta que Andrés González lo vio en un torneo y se lo llevó a Godoy Cruz. Siempre traté de inculcarles una distracción sana. Desde chico Roberto fue responsable, independiente, esforzado, disciplinado y ordenado. Y lo que hoy está viviendo es el resultado de todo ello”.