A pocos minutos de comenzar la cinta, el avión presidencial sobrevuela sobre la cordillera de los Andes. Mientras el gabinete del presidente Hernán Blanco le advierte el esquema de dificultades con los otros líderes de la cumbre en territorio chileno, una turbulencia interrumpe la reunión y la charla se apaga abruptamente. ¿Esto es una advertencia de la tempestad emocional y política que se le avecina al enigmático líder en construcción?
Lo cierto es que Blanco se enfrenta a su primer desafío internacional frente a los demás presidentes regionales, mientras un microescándalo de corrupción estalla en el interior de su familia con un potencial daño para su imagen, de la mano de su ex yerno, mientras su hija, al borde de un ataque psicótico, pone en peligro su protagonismo en la reunión.
Con “La cordillera”, la tercera película de Santiago Mitre, se inaugura en el cine nacional este raro subgénero pocas veces abordado en este lado del continente: contar un thriller político desde el punto de vista de un presidente.
Pero si podemos imaginar que este modelo tiene reglas (un escándalo, una crisis, un héroe valiente, un clímax, una resolución), Mitre y su cómplice, Mariano Llinás, autores del guión, se encargan de perturbar estos nudos argumentales convencionales para insuflarle cada tanto al filme una atmósfera polanskiana, esotérica, con metáforas mefistofélicas, llevando secuencAñadirias del relato a un territorio extraño y perturbador.
La película se estrena el 17 de agosto y Mendoza fue la primera provincia en su gira de promoción, que incluyó el avant premiere y la visita, el jueves pasado, de Santiago Mitre y Dolores Fonzi; quien interpreta a la hija de Hernán Blanco.
“Quiero que pase rápido este momento de aquí al estreno, porque estoy esperando conocer la reacción de la gente. Es en definitiva el gran momento para una película”, nos adelantó Ricardo Darín por teléfono, mientras hace espacios libres en la ocupada lectura del guión del próximo proyecto fílmico con el director iraní Asghar Farhadi que podría comenzar a rodar el año próximo.
- Pregunta obligada, ¿qué te parece "La cordillera"?
- A mí me encanta. Me gusta mucho. Pienso que es una película valiosa. Está muy bien realizada. Habla sobre el sistema político en general y además, me gusta esa idea original de mezclar la historia de un funcionario que se muestra hacia afuera, hacia un público y por otro lado, su situación íntima. Eso le da sin duda un auténtico sello a la cinta.
- ¿Conocías el trabajo de Mariano Llinás y Santiago Mitre?
- Sí. He trabajado con ellos anteriormente. Con Santiago en distintas ocasiones. Además, conozco sus dos películas anteriores.
Recordemos que Santiago Mitre fue coescritor de los guiones de "Carancho" y "Elefante blanco", protagonizadas por Darín, ambas dirigidas por Pablo Trapero y "La cordillera" es su tercera cinta después de "La patota" y "El estudiante".
- ¿Qué te sedujo de aquella primera vez que leíste el guión?
- Me gustó todo. La propuesta, la idea de meterse en las entrañas de los ambientes del poder. En general, nosotros los ciudadanos no tenemos acceso a ese tipo de realidades. Uno por lo general imagina, fantasea cómo es, pero nunca sabemos exactamente cómo se mueven las personas que manejan una administración gubernamental. La película accede a ese mundo y te muestra cómo ellos resuelven su intimidad, sus problemas personales. Eso me pareció muy atractivo.
- ¿Darín tiene algo de Hernán Blanco?
- La verdad que nada. Hernán es muy prudente, y yo todo lo contrario. Él es un tipo medido. No hay que olvidar que hace muy poco tiempo que está en el poder y no tiene un partido político fuerte detrás, ni nada que se le parezca. Él está en plena construcción. Al principio, se sabe que tiene algunos periodistas enemigos. Se habla de él como un presidente invisible. Está en el viaje hacia lo que hasta ese momento es el ejercicio político más importante desde que fue elegido como presidente. La sensación de Hernán es como que va cortando clavos. Va hacia ahí viendo que se va a enredar tratando con tipos muy gordos. Creo que va manejándose a tientas.
- Blanco va desnudando de a poco sus intenciones. Siempre es enigmático pero parece que guarda ases en su manga, ¿cómo se trabajó ese proceso del personaje?
- Todo esto fue charlado con Santiago anteriormente por supuesto. Creamos un nivel de graduación. Me gusta el arco del personaje que se construye desde el principio al fin de la historia. Hernán es un tipo que está luchando por hacer visible su capacidad. Va subiendo peldaños mientras va transcurriendo el relato y la sensación que da es que la construcción del poder se va consolidando de forma individual. La construcción del poder es una disciplina individual.
- ¿Cuál o cuáles son las escenas que te parecieron más logradas sobre las decisiones que toma Hernán?
- El presidente está haciendo una movida y al mismo tiempo va derivando responsabilidades para los miembros de su equipo íntimo de gabinete, una especie de enroque. Una de las cosas que más me gusta de las decisiones de Hernán en la película es el giro sobre casi el clímax, en la escena con el funcionario estadounidense (interpretado por Christian Slater), porque me gusta cuando se llega al nudo de la conversación y no se sabe nada de Blanco, de cómo va a reaccionar después de haberlo seguido hasta ese punto en la trama. El espectador ni siquiera allí puede deducir qué decisiones puede tomar.
- En esa escena, el funcionario estadounidense se sorprende de que Hernán sepa hablar inglés. Puede ser vista como una broma referencial a tu persona. ¿Hollywood sabe que también podés hablar inglés?
- Es un diálogo gracioso porque se supone que ellos lo saben todo. Hernán ha sido reservado incluso hasta en eso. De allí que es posible que esa charla se vuelva más íntima y cerrada. Son interpretaciones que se disparan para distintos lados.
- ¿Te gusta sorprenderte en el estreno o las películas las van viendo en cada uno de los procesos de cierre?
- Por distintos motivos, por distintas necesidades, tenés que verla. Sí o sí. Por eso de que por ahí te requieren en las distintas etapas de posproducción, de sonido, de imágenes. En fin. Además, en Cannes teníamos que estar bien presentes en la función.
El 24 de mayo, la cinta fue exhibida fuera de competencia en el festival francés. Allí recibió aplausos de pie y tuvo críticas mayormente positivas.
- ¿Cómo será esta espera antes del estreno?
- Hay ruedas de prensa por todos lados. Notas por todos los medios, en la radio, la televisión. Serán unas semanas bastante agitadas. Pero en realidad no podría decir que sí a todo porque necesito repartir mi tiempo lo más positivo que pueda, porque estoy con varias cosas a la vez. No pegaría un ojo si le digo que sí a todo lo que me proponen hacer. Hay que regular.
- Cumpliste 60 años en enero y tenés registradas al menos 85 películas. ¿Se siente este número?
- ¡Debería sentirme como de 80 años! En realidad, no soy de las personas en mirar para atrás. Teniendo en cuenta ahora que el 60 es un número par, y no soy muy amigo de los números pares, te digo que me siento bastante bien. El epicentro de la edad está en cómo te sientas y qué estás haciendo. Me siento muy bien, siento la vida muy vivida. Pero en realidad, te digo, no sé, por ahí me levanto y me miro al espejo y digo, ¡Wow, 60! Cuando uno era chico, y no hasta hace mucho tiempo, uno podía mirar a una persona de 60 y decir, uy qué viejo, pero eso es un error. Me voy acostumbrando. Me voy aclimatando de a poco e intentaré mantenerme físicamente bien y con la cabeza más lúcida dentro de lo posible.
- ¿Nunca imaginaste interpretar a algún personaje histórico o algún prócer real o literario?
- La verdad que no. Soy un amante de las historias. Los personajes también me interesan por supuesto pero están en el segundo lugar. A mí lo que más me gusta es una buena historia. Eso es lo que me moviliza en realidad. Y si es un personaje más jugoso que otro, también puede ser mejor si está involucrado en una historia interesante.
A lo largo de mi trayectoria he ido surfeando personajes de acuerdo a lo que me dictaminaba el estómago. Pero a medida que el tiempo se acercó a este presente, de la única cosa de la que realmente me puedo quedar tranquilo está en eso de manejar la oportunidad de negarme a subirme a proyectos que no me movilizan. Eso es un privilegio de estar donde estoy ahora. Ojalá todos los actores podamos elegir.
- ¿Qué nos podés contar del proyecto con el director iraní Asghar Farhadi?
- Casualmente en este momento estoy leyendo el guión. Estoy leyendo justamente la versión que me mandaron por correo. Estoy muy entusiasmado con el proyecto. Pero no puedo dar más detalles.
Farhadi, reconocido por las películas “La separación”, “El pasado” y “El viajante”, tiene ganas de filmar en España y aunque todavía no esté confirmado, incluiría en el reparto a Penélope Cruz y Javier Bardem.