Reducir impuestos y cargas burocráticas

Las estadísticas muestran la urgencia de encarar una segunda generación de reformas que dé impulso a la competitividad de la industria argentina, en especial de las pymes y de las economías regionales.

A tal efecto, resulta imprescindible trabajar en los siguientes aspectos: reducir la pesada carga tributaria plena de superposiciones interjurisdiccionales (Nación-Provincia-Municipio) y los costos laborales no salariales. También simplificar burocráticamente la gestión y administración de las empresas en sus obligaciones con el Estado, sea nacional, provincial o municipal a través de mecanismos -ya impulsados para las Pymes- de ventanilla única y reducción de los múltiples canales de información que conspiran contra la productividad y eficiencia de las empresas y que no redundan en beneficio alguno para la concepción indiscutiblemente necesaria de un Estado inteligente y eficaz.

Además, disminuir sustancialmente los costos logísticos, mejorar la infraestructura y facilitar el acceso al financiamiento, en especial en el caso de las economías regionales y para las pymes.

Es por esto que no podemos sino coincidir con lo manifestado por el Gobierno Nacional acerca de la necesidad de liderar reformas fiscales y tributarias. La presión tributaria global puede llegar al 36,9% sobre la facturación. Cuando se computan todas las cadenas comerciales de los productos elaborados, hasta llegar al consumidor, el peso promedio de los impuestos es del 40,7% para alimentos y del 46,5% para bebidas.

Por otro lado existe una alta complejidad burocrática, con cambios normativos frecuentes y con diferentes regímenes según la ciudad, lo que genera enormes costos operativos y financieros.

Solo para dar algunos ejemplos, una pyme de un sector, por ejemplo, de chacinados enfrenta 11 vencimientos impositivos en veinte días hábiles y debe cumplimentar 16 documentos diferentes para transportar su producción.

Del mismo modo, abrir una empresa avícola (integrada) requiere 166 trámites, entre los que se realizan ante organismos nacionales, provinciales y la AFIP. Por último, una mediana y grande empresa alimentaria puede tener que llegar a presentar anualmente 870 declaraciones juradas determinativas de impuestos, es decir 3,5 declaraciones al día.

Estos ejemplos muestran la urgencia de encarar una simplificación tributaria y de armonizar todos los procedimientos tanto fiscales como operativos a los que están sujetas las empresas, logrando que los mismos sean automáticos y simples.

Esto no solo hace al beneficio de las empresas, sino a blanquear una economía cuyos niveles de informalidad (incluso laboral) no resisten el menor análisis, si es que aspiramos al camino del desarrollo, como lo ilustra un ejemplo sectorial que testimonia que, en el sector molinero, el salario neto es un 35% menor en el sector informal que en el formal.

Para ello, necesitamos un Estado moderno y eficiente pues -en la medida en que se vayan corrigiendo estas asimetrías y distorsiones-, podremos desplegar el enorme potencial que tenemos para crecer, para crear empleo de calidad y para llegar al mercado global con valor agregado nacional.

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