Presión impositiva: otra distorsión K difícil de corregir

Argentina tiene la mayor presión tributaria de su historia y es uno de los países con los impuestos más altos del mundo, superando incluso a varias economías de bienestar europeas. Los candidatos presidenciales prometen rebajas, pero el déficit fiscal dej

Las economías regionales se quejan de la carga de las retenciones y de impuestos como los ingresos brutos en su actividad golpeada por el cierre de mercados externos.

Los productores agropecuarios perdieron rentabilidad con la caída de los precios internacionales y siguen pagando la misma tasa de impuestos que tenían con las commodities a cifras récord.

Las centrales gremiales de trabajadores acumulan cinco paros generales contra el gobierno de Cristina Fernández reclamando la baja del Impuesto a las Ganancias sobre los asalariados. Todos los reclamos son el emergente de una presión impositiva récord para la Argentina, que puede acercarse hasta el 50% del PBI.

La carga tributaria es exorbitante, y en el acumulado de Nación, provincias y municipios, llega al 42% del PBI. Pero si se le suma lo que los economistas llaman el impuesto inflacionario (estimación de la pérdida del poder adquisitivo que sufre el sector privado por la suba de precios y que capitaliza el Estado por el aumento de la recaudación) el peso de los tributos sobre la economía alcanza al 45%. Eso representa un aumento de casi el 100% en comparación con el 2003, año en el que se inició la primera gestión de los Kirchner, con el 23,4%.

Pero, además, no se aproxima ni por asomo a los niveles históricos de carga tributaria de la Argentina. En la década del 80, el año de presión impositiva más alto fue 17,8%, en 1986; y el más bajo, en el 83, con un 11,5%. En los '90, los impuestos estuvieron un escalón más arriba, variando entre un mínimo de 16,15%, en 1990, y un máximo de 21,6%, en 1993.

Qué pasa en el mundo
La comparación global muestra las distorsiones para la Argentina. Con una presión fiscal del 45%, la Argentina triplica el 15% que estima la Cepal para Latinoamérica y sólo es superada a nivel internacional por Bélgica, con el 47%; Suecia, con el 46%, y empatada por Francia, con el 45%; y está por encima de Finlandia y Noruega, que tienen una carga del 44% y forman parte del grupo de países escandinavos con políticas de economía de bienestar.

En este contexto, la promesa electoral de reducir impuestos es una declamación cantada; el dilema es que esos compromisos chocarán en el 2016 con la realidad de un déficit fiscal estimado entre 6 y 7 puntos del PBI, que obliga a buscar financiamiento para esos miles de millones y para cada centavo que se piense recortar la recaudación de impuestos.

Promesas de campaña
El proyecto de reforma tributaria más agresivo de campaña la hizo Sergio Massa, quien propuso una modificación impositiva que recorte el Impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría y elimine las retenciones a las economías regionales.

Uno de los referentes económicos de su equipo, Marco Lavagna, explica que la modificación de Ganancias no quitaría el total del tributo, pero lo limitaría a la categoría de “gerentes”, lo que significaría una baja de la recaudación de unos $ 22.000 millones.

Lavagna explica que la pérdida de recaudación por Ganancias la podría compensar un impuesto al juego que recaudaría entre $ 20.000 y 30.000 millones. También se habló de eliminar las excepciones vigentes a la renta financiera, que significarían unos $ 16.000 millones.

El presidente del Banco Ciudad y asesor de Mauricio Macri, Rogelio Frigerio, considera que “la presión fiscal no da para más: acá hay que bajarla y lograr que la economía crezca”, y rechaza la idea de financiar el recorte de Ganancias con nuevos impuestos.

Aunque algunas voces del PRO hablan de eliminar en su totalidad Ganancias a la cuarta categoría y parte de las retenciones al agro, Frigerio propone un esquema más limitado. “Hay que subir el mínimo, tal vez pensando que en los niveles de 2001 ahora debería estar en $ 50.000”.

El aumento del peso de Ganancias en la recaudación es indiscutible. Según datos del presidente del Instituto Tributario Argentino, César Litvin, en 2003 representaba 3,9% del PBI y en 2012 llegó a 6,4%.

Pero, además, en mayo último, llegó a representar una recaudación mayor que la del IVA, que es el impuesto más abarcativo. La AFIP consiguió $ 45.000 millones en mayo último, mientras que el Impuesto al Valor Agregado sumó $ 33.500 millones.

Además, Ganancias registró un aumento récord en la comparación interanual, con una suba del 53,6% frente a mayo de 2014, mientras que el IVA subió 25,9%; el Impuesto a los Débitos y Créditos (impuesto al cheque), 25,2%, y la recaudación por aportes de la seguridad social 26,1%.

En el sciolismo, donde transitan el delicado equilibrio de hacer campaña sin contradecir fuertemente las políticas oficiales, Miguel Bein, asesor del ahora único candidato oficial, propone una corrección leve del mínimo no imponible -podría llevarlo a tres salarios mínimos, lo que es casi equivalente a la base actual- pero pone el foco en modificar la escala que fija las alícuotas y que es la que hace que rápidamente un trabajador que entra en el impuesto pase a pagar la tasa más alta, que equivale al 35% de Ganancias.

Por la falta de ajuste de esas alícuotas es que, a pesar de estar fijado un tope para el pago de Ganancias en el nivel salarial de agosto del 2013, la recaudación del tributo aumentó exponencialmente. Si bien no aumenta la cantidad de personas que pagan el impuesto y está fija en torno al 10% de la masa laboral, los que pagan han ido sufriendo año a año la suba de categoría, y pagan una alícuota más alta.

Impuestazo versus tarifazo
El economista Gabriel Rubinstein, considera que, a pesar de los argumentos electorales, será muy difícil que cualquiera que sea el Gobierno que llegue en el 2016 pueda producir una baja fuerte de la carga impositiva.

Para Rubisntein, la única forma de encarar una reforma impositiva que baje impuesto a las Ganancias y retenciones al campo sólo podrá aplicarse si se eliminan los subsidios a la energía. El costo de una medida política de esa dimensión no es menor.

La suba de las tarifas debería ser de un 200% en promedio en todo el país, con tasas menores en el interior y niveles de aumento muy superiores en la Capital Federal y buena parte del conurbano.

“Las promesas que se hacen en medio de la campaña presidencial hablando de bajar impuestos estratégicos para la recaudación y compensándolos con la eliminación del Fútbol para Todos o la financiación de Aerolíneas Argentinas son irrealizables”, afirma el economista. Mientras que Ganancias a la cuarta categoría recauda unos $ 40.000 millones, el gasto del Fútbol para Todos se aproxima a los $ 2.000 millones.

Sin un ajuste fuerte del gasto, cualquier reforma impositiva que se lleve adelante será gatopardismo con los impuestos, pero no habrá una baja sincera de la presión tributaria.

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