Por qué el brillo de “Glow” no pasa de ser purpurina

La nueva serie de Netflix, basada en un show de lucha libre entre mujeres, aunque es un éxito de audiencia; no convence. Aquí, los por qué.

La moda en la pantalla chica de apelar al vintage para darle un tinte de color a los argumentos, tiene sus buenos y regulares resultados.

“Glow”, la nueva serie que lanzó Netlix hace unas semanas y que ya se está convirtiendo suceso entre los usuarios del streaming (las estrellitas que les ponen no bajan de 4), deja gusto a poco. O, mejor: muestra tanto las costuras que pierde la gracia. ¿Por qué? Aquí vamos.

El envío de diez capítulos proviene de la pluma (además de las de sus creadoras) de una mujer altamente valorada en el universo televisivo: Jenji Kohan, la creadora de “Orange is the new black”, pero también de “Weeds”, una serie más antigua que es infinitamente superior.

La idea sobre la que surgió “Glow” no deja de ser interesante. Sus creadoras, Liz Flahive y Carly Mensch, dieron con un programa viejo sobre catch, que tenía una especial curiosidad: estaba protagonizado por mujeres. El envío se llamaba “Gorgeous Ladies of Wrestling” y fue emitido -con la producción de David McLane- durante cuatro temporadas: del ‘86 al ‘90. Con un olfato envidiable, Flahive y Mensch pensaron que escribir una historia en la que se contara el detrás de escena de lo que fue aquel programa de tv iba a ser un batacazo: y no le erraron.

Escribieron un guión -pura ficción, claro- en el que varias mujeres, por motivos diversos, terminan en un casting para el citado programa.

Durante los diez capítulos “Glow” irá mostrando las vidas y desvelos de cada una de ellas, las relaciones entre todas las luchadoras y los traspiés que tienen que sortear para llegar a materializar el proyecto.

Así, “Glow” es una de mezcla entre “Orange is the new black”, “Flashdance” y “Fame”, que deja ver sus pespuntes de lenguaje de un modo demasiado evidente.

Sí, es verdad: apelar a la estética de las hombreras ochentosas es un negocio muy rentable. Pero aquí esa intencionalidad está tan en primer plano que le quita magia al producto. No es que la serie sea mala, ni que su construcción o producción tengan un bajo nivel; todo lo contrario.

De hecho, las actrices mantienen el registro que se les pide. Están especialmente muy bien en su rol las dos protagonistas: Alison Brie (“Mad men”) y Betty Gilpin (“Elementary”, “Masters of sex”). El problema es la fuerza y empatía de los climas, que no pasan de la absoluta superficie. ¿Es necesario, en este tercer milenio, atravesar por los conflictos de “Fame” tal y como se plantearon en aquellos tiempos? ¿Qué más puede darnos ese formato? En “Orange...” la gracia fue, justamente, la reactualización de esos problemones femeninos en torno al sexo, las relaciones, la marginalidad, las adicciones, el amor, la amistad o el género. En tanto que aquí, en “Glow”, se circunscriben a aquella mirada naif del mundo que tenían los personajes de hace treinta años.

Claramente las artistas -o actrices fracasadas que buscan conseguir un laburito digno con la lucha libre- de estos tiempos de furia no tendrían los conflictos de aquellas corderitas de “Flashdance”, o “Dirty dancing”. Hay algo de droga dando vueltas por la historia, que va a parar a las narices del desalmado productor que las contrata (Marc Maron), otro poco de sexo como motor de hostilidades; pero no son suficientes para lograr una imagen remozada con estética retro.

Tampoco “Glow” logra el poderoso homenaje a las producciones de aquellos tiempos, como sí lo hizo una de las mejores series que estrenó Netflix en 2016: “Strangers things”. No tiene el alma ni la precisión en la puesta para lograrlo.

Ficha

"Glow", original de netflix

Guionistas: Liz Flahive y Carly Mensch, Jenji Kohan, Sascha Rothchild.

Con: Alison Brie,  Betty Gilpin,  Marc Maron.

Calificación: Buena.

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