Ponerle el pecho al debate del topless

Un grupo de amigas comenta que ellas siguen sufriendo tocamientos y rozamientos en el colectivo con una habitualidad que hasta la suba de precio envidiaría...

Por Leo Rearte - Editor de Cultura y sección Estilo

Topless sí, topless no; discriminación; abuso; sexismo. Es un tema tan complejo que amerita tomar el anotador, e ir apuntando todo lo que se dice, los pensamientos, los testimonios, los más disparatados y los menos. Con esto, se tiene la vaga esperanza de que, como en las obras puntillistas, cuando se bosquejen todas las ideas en un mismo lugar, quizá aparezcan las conclusiones de golpe, casi por ósmosis. Aquí mis desprolijos despuntes, así como fueron escritos en el cuaderno:

1. Como varón, tal como está configurada la sociedad y su red de prejuicios, tengo la sensación de que escriba lo que escriba, sonará sexista. Me acuerdo de una escena de la película "Deadpool", que es media boba, pero refresca el género de acción y tiene un puñado de buenos chistes: el guarro superhéroe se cruza con una villana, a la cual debe enfrentarse a todo o nada, tras haber noqueado a varios "malos". Y dice: "Estoy confundido, ¿qué hago?: ¿es sexista golpearte? ¿Es más sexista no golpearte? La línea es muy delgada".

2. Un periodista tuitea: "¡Cuántos lectores feministas tiene La Nación!"; acompaña la frase con una imagen de la nota más leída del diario porteño: "Tetazo en el obelisco: todas las fotos".

En ese instante, en los online de Mendoza se lee que las chicas que se sacaron la remera en la manifestación expulsaron a los fotógrafos... de un espacio público. También expelían a los supuestos “machos mirones”. (¿libertad para usar los lugares públicos como privados? Tener la libertad para mostrarse... ¿pero sin ser vistas?)

Mientras tanto, en Ciudad Gótica, un opinador algo rancio espeta por tele que las mujeres nunca perdieron la soberanía sobre sus cuerpos. Que estas marchas son al divino botón, dice. Que hay cosas más importantes con las que concientizarse. Por que la concientización, al parecer, gusta de exclusividades.

3. Un grupo de amigas, a raíz de este tipo de noticias, comenta que ellas siguen sufriendo tocamientos y rozamientos en el colectivo, con una habitualidad que hasta la suba de precio envidiaría. Una de ellas recuerda que de vuelta de la facultad, con la complicidad de la noche cerrada, un tipo se le tiro encima y se sujetó a sus pechos, como un ácaro. Ella, entre lágrimas, corrió unos metros hasta la casa de unas amigas, siempre con el depravado a cuestas. Entre los gritos y los golpes, el sátrapa se fue. "Lo que más me indignó es que mis amigas me recibieron a las risas. Les causaba gracia lo que me pasó. Yo no paraba de llorar".

Aparece otro recuerdo: una joven que en bicicleta no se podía sacar de encima a otro ciclista tocador, que venía apretándole la cola una buena cuadra. Ciertas ideas vetustas están así de prendidas, como garrapatas, en una sociedad que cree erróneamente que el machismo es la otra cara del feminismo; y que está convencida que siempre hay cosas más importantes que la dignidad de media población.

4. Nos cuesta entender que los piropos las ofenden, que los chistes sexistas las ofenden, que el acoso las ofende. Porque la estupidez suele ofender. Salvo que estés demasiado acostumbrado a practicarla.

5. Leído en Twitter: "Gran manera de detectar boludos: si usa la palabra feminazi, es uno".

Otra de Facebook: “La peor excusa contra el topless es que los chicos pueden ver a las veraneantes con el torso desnudo. Son los mismos pibes que miran a las vedettes en tetas en los programas de TV de la siesta”. Tetas con purpurina valen más que teta pelada, claro.

6. "No tiene nada que ver el tetazo con la lucha contra los femicidios", vuelve a decir el señor rancio en la tele, indignado con las chicas que se sacan el corpiño fuera de las playas nudistas (siempre ubicadas a kilómetros de los centros poblados). ¿Por qué tanta aversión al topless?, le contraatacan.

“Porque el hombre se excita si las ve”, esgrime uno. Y al hombre, siempre, pero siempre, hay que cuidarlo. ¿Y si la culpa de todo lo tienen las madres machistas que criaron a sus hijos con este concepto?  Echémosle el fardo a una mujer... Eso siempre funciona.

7. La serie "Master of None" (Netflix) no es gran cosa, pero tuvo un segmento que fue muy bien criticado y expone el tono fresco y provocador de esta comedia del hindú Aziz Ansari. Dos hombres en un bar, por un lado, y una mujer, por el otro. Por separado, vuelven tarde a sus casas, en el centro de Nueva York. Los hombres van felices, cantando, dueños de su ciudad. Deciden incluso acortar el camino, penetrando el oscuro parque. La serie acompaña el regreso de ellos con una música simpaticona. La chica, por su parte, tiene que pensar muy bien el camino, eligiendo los lugares más iluminados, cruzándose de vereda, siempre previendo y esquivando encuentros con borrachos sueltos. Ningún cortar camino por el prado, lo suyo será siempre debajo de farolas y con el paso firme y nervioso. La banda de sonido para su vuelta a casa es parecida a la de Tiburón.

8. Es fácil para un hombre criticar el tetazo o reírse de él. Es muy sencillo decir que hay cosas más importantes en la vida que sacar un pezón a tomar sol, ¡claro que sí! Y obvio que es una pavada llegar a la conclusión de que, con las actitudes radicales e incomprensibles de algunas manifestantes, todos los mensajes se distorsionaron. Y al final, nadie entendió nada.

¿Saben lo que es difícil? Entender, pero entender en serio, la cotidianidad de la mujer. Sentir, como agujas en la piel, la punción de las miradas de tipos babosos en el trabajo, en la calle, y a veces, hasta en la misma familia. ¿Saben lo que es difícil? Temer que tu cuerpo sea botín de otros. Vivir el acoso perenne, a veces sutil, a veces brutal, todo el santo día. Eso es jodido. Lo demás, lo demás son solo apuntes perdidos en un anotador.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA