Pintoras tenían que ser

Tras años de investigación, María Verónica Godoy se aventuró a escribir una exhaustiva “Historia de las Artes Visuales en Mendoza”. En uno de sus capítulos, se propuso poner en relieve a las mujeres que han empuñado los pinceles desde fines del 1800.

Toda historia del arte mendocino -dice Godoy- debe partir de las expresiones de los primeros pobladores, aquellos anteriores a los huarpres, cuyas huellas culturales se manifiestan, por ejemplo, a través de los petroglifos.

Esta historia debería continuar por un delicado estudio de la cestería y la alfarería del pueblo de Hunuc Huar, algo que Verónica no sólo se dedicó a hacer a través de los escasos registros sino con sus propias manos, realizando reproducciones de alfarería mediante técnicas y materiales originarios.

Claro que, al llegar a la época colonial, la profesora de artes plásticas propone detenerse en la observación de un grupo de mujeres que dejaron el crochet por los pinceles y fueron creadoras de interesantes retratos, escenas y paisajes.

Cerca del “Día de la Mujer”, Godoy da cuenta de la vida y obra de estas primeras artistas plásticas reconocidas en Mendoza.

María Clementina de la Torre Prieto.

Nació en la provincia, en 1889. Tuvo como maestro en pintura a Don Antonio Bergamaschi. Se casó y se trasladó a Santiago del Estero. De allí son sus “Vendedoras de naranjas”, de 1930, un apunte al pastel. Se inicia en el retrato y pinta “Señora con mantilla”, “Tito”, “Carboneritos”, “La mujercita del puesto”.

Con un grupo de intelectuales funda la “Asociación Amigos del Arte”, en el Centro Cultural La Brasa. En las figuras prefiere el retrato de busto, que sabe construir. A los retratos se agregan figuras de carácter, como “Señora con mantilla”, en tonos cálidos.

Los paisajes son otro de los motivos predilectos, generalmente acuarelas resueltas en su estudio, luego de bocetos al aire libre.

Elena Hermitte.

Nace en Buenos Aires (1879 o 1887?). Estudia en la Academia Nacional de Bellas Artes. Se destaca tanto en el dibujo como en el color.

Desempeña importantes cargos en la docencia. A fines de 1910, viaja a Mendoza. Pinta pequeños paisajes de Tunuyán, también las ruinas de San Francisco en 1969. Sus paisajes muestran un realismo académico (influencia de Della Valle, Ernesto de la Cárcova y Eduardo Sívori).

La obra “La Rinconada”, de 1910, es una tela sobre un motivo de campiña mendocina: un rancho entre árboles, delante de cerros bajos, la montaña y un cielo nublado. Un primer plano de pastizales resueltos a cabo de pincel. Los tonos son delicados, muy armónicos y claros.

“Cabeza de viejo”, de 1913, demuestra firmeza de dibujo, buena construcción en una paleta de ocres. Se observan flores y manzanos en flor, propios del campo cuyano.

Matilde Lima.

Autora del óleo “Costumbres”, presentado en 1802 en la Exposición Continental de Buenos Aires.

Irene Rojo de la Rosa.

Nació en 1882. Realizó un retrato al óleo del general San Martín que envió a la Exposición Continental de Buenos Aires.
Isabel Segura.

Nacida en Maipú, recibió Medalla de Plata en la Exposición Provincial de 1853, por un busto y unas manos escultóricas.

Celia Torres.

Nació en 1882. Realizó el retrato del Coronel Barcala, que envió a la Exposición Continental de Buenos Aires.

Carmen Calderón.

Fue autora de la obra “El  Gobernador de San Luis, Don Juan P Calderón”.

Matilde E. Correas Espínola.

Vivió entre 1870-1935, fue autora de la obra “El niño y el gato”, de 1882, presentada en la Exposición Retrospectiva de Arte en Cuyo, de 1937.

Rosa Campanello.

Residía en Potrerillos. La precordillera mendocina es la inspiración y el lugar donde ella desarrolla toda su obra.

Olga Tolosa, Rosario Moreno, Rosa Aturo, Beatriz Capra, Rosa Stilerman, formaron parte de la generación de artistas destacadas en Mendoza, quienes se vieron beneficiados por la extensión de la educación artística gratuita.

Sobre todo en la década de 1930 se afirma el campo artístico local, con la creación de instituciones culturales: centros de enseñanza, desde el ámbito oficial, asociaciones y galerías comerciales que organizaban salones, exposiciones y certámenes.

Con el paso del tiempo, muchas y valiosas mujeres aportaron su riqueza artística, su talento, al imaginario mendocino.

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