Perdón, me equivoqué

El gobierno, como ningún otro organismo nacional, debería ser un especialista en detectar errores; debería tener un grupo de "errorólogos" que le adviertan...

Por Jorge Sosa  - Especial para Los Andes

“Meter la pata” le llamamos en lo cotidiano, lo vulgar, al hecho de cometer errores. Todos los cometemos, es más hay algunos que son “erroristas”, se dedican a meter la pata en cuanta oportunidad les ofrezca la vida, son expertos en escaparle el vizcachazo. Todos tenemos errores. El Martín Fierro es certero al respecto cuando dice: “Las faltas no tienen límites / como tienen los terrenos / se encuentran en los más bueno / y es justo que les prevenga: / aquel que defectos tenga, disimule los ajenos”.

Tal vez el más ilustrativo al respecto haya sido el mismísimo Jesucristo cuando paró el castigo a la prostituta diciendo: “El que esté exento de pecados que arroje la primera piedra”. Y claro, Jesusito, nadie la tiró porque todos tenemos pecados que mostrar o que esconder, nadie estaba en condiciones de hacer justicia con su propia piedra.

Lo importante es saber arrepentirse de lo cometido, reconocer que hemos actuado mal y darles explicaciones o pedirles perdón a quienes han sido víctimas de nuestros desaciertos. Es más, digno es, desandar lo mal andado y comenzar de nuevo, modificar, rectificar, hacer bueno aquello que hicimos mal.

Bueno entonces reconocer el error y modificar las cosas hasta que el error se transforme en un acierto. Lo malo de todo esto es abusar.

Tener que disculparse todos los días de algo, o dar marcha atrás en algo porque estuvo mal hecho, o decir “perdón, me equivoqué” varias veces por semana, está hablando de nuestra nobleza al reconocer la metida de pata pero también está diciendo que metemos la pata muy seguido.

Esto jode donde quiera que se produzca, en el seno de una familia, en un grupo de amigos, en el conjunto de seres que conforman todo trabajo. El problema grave es que esto ocurra con un gobierno. Porque el gobierno, entre sus funciones debe prever, o sea ver con anticipación, y entonces debe darse cuenta de que tal proceder no es el correcto, de que la medida tomada va a provocar revuelo, o que la resolución próxima a salir va a levantar más polvareda que un malón de quince mil indios.

Pues está ocurriendo. Digo que al gobierno nacional hay que reconocerle su actitud de revisar medidas jodidas, dar marcha atrás y cambiarlas, habla de su honestidad como gobierno, pero hacer esto muchas veces, casi  todas las semanas diría yo, habla de la incapacidad del gobierno, y eso aparece como más preocupante que el error en sí.

El gobierno, como ningún otro organismo nacional, debería ser un especialista en detectar errores, debería tener un grupo de “errorólogos” que le adviertan que lo que va a hacer o está mal hacerlo o va a traer y traerle inconvenientes. Porque si no lo tiene es que está despreciando el concepto de “sentido común”.

Está bien, emulando la canción del Portezuelo, “un error aquí, otro error allá, y un gran despelote que pronto se advierte”, pero un camino lleno de errores ya da para más que una zamba.

Desde que asumió el gobierno de Macri los errores han sido tantos que ya bien pueden conformar el contenido del libro “Metidas de pata oficiales”. No voy a ponerme a detallarlos a todos porque todos los conocemos y a la mayoría de todos, muchos nos han traído problemas o nos han dolido.

Me gustaría tener un gobierno que reconozca sus errores, pero, de ser posible, que se equivoque menos.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA