Para los hombres de coraje se han hecho las empresas

Pocos meses nos separaban de la Revolución de Mayo, pero varios aún de la libertad. Fueron años de confusión, estábamos pariendo un país a los empellones. Abriéndonos camino en el mundo, de un modo en el que la intrusión jugaba las cartas principales. Nadie sabía a ciencia cierta que hacer y si lo sabía no lo dejaban intentarlo durante mucho tiempo. Así, en Buenos Aires se sucedían los gobiernos y desde allí llegaban directivas confusas al resto de lo que hoy conocemos como Argentina. Mientras tanto, algunos valientes -como Belgrano- dejaban girones de existencia en los caminos polvorientos que precedían a cualquier batalla. El himno atravesaba gargantas entusiastas a lo largo de estas tierras y aquí, San Martín comenzaba a dar alas a su epopeya, que también es nuestra. Pero no podía iniciarla sin una declaración de independencia.

Exasperado el Libertador escribió a Tomás Godoy Cruz en abril de 1816:

"¡Hasta cuando esperamos declarar nuestra independencia! ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y, por último, hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro de que nadie nos auxiliará en tal situación (...). Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Veamos claro, mi amigo, si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir a Fernandito".

Cuando don Tomás recibió aquella carta hacía algunos meses que se encontraba en Tucumán, junto a Juan Agustín Maza representando ambos a Mendoza. Periplo similar protagonizaron los diputados que de todo el Virreinato llegaron a la ciudad del Interior, desde marzo de aquél año. El Congreso de Tucumán tenía un fin específico: declarar la Independencia.

No todas las provincias estuvieron presentes. Asistieron representantes de Buenos Aires, Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán, La Rioja, Córdoba, Salta, Jujuy, Catamarca, Charcas, Chichas, Mizque y Cochabamba. En total fueron treinta y tres hombres entre los que -además de los mendocinos- se encontraban fray Justo Santa María de Oro, Narciso Laprida, Juan Martín de Pueyrredón, Pedro Medrano, Antonio Sáenz, Mariano Boedo -vicepresidente del Congreso y padre de Damasita, famosa amante de Lavalle- y fray Cayetano Rodríguez. También concurrieron Tomás Manuel de Anchorena, José Severo Malabia y José Ignacio Gorriti.

Declararse abiertamente contra España no era asunto un sencillo. Pero luego de muchos titubeos y largas deliberaciones la Historia se abrió paso -en esas ocasiones en que lo hace de modo majestuoso- y desde las entrañas del histórico hogar tucumano, una nueva nación surgió sobre la faz de la tierra. El 9 de Julio de 1816 nos declaramos independientes y responsables de nosotros mismos, muchos dudamos de que esa segunda característica sea una realidad, en un país en el que se sigue esperando que algún político se haga cargo de lo que somos.

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