Orgánicos: crece la superficie cultivada en Mendoza

La provincia tiene10 mil hectáreas certificadas. Según un informe de Senasa, 80% está destinado a cultivos industriales como vid y olivo.

Sin prisa pero sin pausa los cultivos orgánicos siguen avanzando sobre la superficie productiva del país y Mendoza.

Esta realidad quedó plasmada en un informe titulado “Situación de la Producción Orgánica en la Argentina durante 2016” realizado por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).

De acuerdo con esta entidad la superficie total en el país cosechada de productos orgánicos aumentó 11% respecto de 2015, y las exportaciones totales de productos orgánicos crecieron 8% en comparación con 2015.

En líneas generales, en el concierto nacional, en Mendoza, de 10 mil hectáreas bajo seguimiento de certificadoras orgánicas, 80% está destinado a cultivos industriales como uva y olivo; 16% en hortalizas, en tanto, 2% para frutales y otro 2% para cereales. De la cantidad de establecimientos dedicados a la producción orgánica si en 2015 eran 147 en la provincia, 2016 fue cerrado con 149 establecimientos enfocados en la producción orgánica.

Como el resto del país, los grandes compradores de esta producción siguen siendo los mercados foráneos jugando un rol central las exportaciones a EEUU y a la Unión Europea.

El gran flujo de la tendencia comercial está más enfocado en Estados Unidos, un mercado que compra la producción local así como también la nacional. En ese sentido el Senasa, en su informe, detalló que 53% del volumen exportado lo compra Estados Unidos.

En cuanto al mercado local, el consumo de productos orgánicos sigue mostrando una muy baja participación del volumen total comercializado, aunque con mayor presencia de ferias y eventos nacionales.

Desde el campo

En sus 9 hectáreas de uva orgánica destinada a mosto, la productora Mariela Díaz diseña su futuro productivo en donde sus próximos pasos son certificar huella de carbón, una tendencia que cada vez más exigen los mercados foráneos. Sus variedades de uva son cereza, criolla y viognier, y logra un precio superior entre un 20% a 30% de los cultivos tradicionales.

“Hace 10 años que tengo esos paños de tierra productiva en Alto Verde, en Junín”, explicó la productora.

Su arranque en el mundo orgánico fue por una crisis económica. “No teníamos dinero para agregar agroquímicos entonces una empresa alemana nos ayudó a certificar dándonos dinero para tenerla enteramente orgánica a tres años. En tanto en el período de transición las hectáreas seguían produciendo”, aclaró la productora.

Sus viñedos están certificados por la Organización Internacional Agropecuaria -OIA- y pueden comercializarse en Europa, Estados Unidos y Japón.

Con una demanda internacional en expansión y para algunos cultivos precios diferenciales, el proceso para certificar esto es de pasar a ser un cultivo con semillas y labores culturales orgánicas. Si es para el mercado europeo, puede demandar de 3 a 5 años. El otro factor que desalienta es que la producción orgánica requiere de una capacidad de mano de obra muy intensiva.

“En nuestro caso tenemos 5 obreros de los cuales dos son contratistas y los otros tres jornaleros. Además, como todo es manual, los productores se asustan por los precios a la hora de certificar. En mi caso la última certificación costó   $ 25 mil. Todo depende de la certificación. Hay algunas por ejemplo que certifican todos los procesos de la empresa y en esos casos no varía por hectárea. Tiene el mismo precio para 1 que para 10 hectáreas o más”, explicó la productora.

En el futuro cercano Mariela afirmó que si bien no está constituida en una cooperativa formal, su producción de uvas dirigidas a elaborar mosto orgánico, se unen junto a otros productores para poder vender la producción.

“Nos gustaría unirnos de una manera más formal para hacer una bodega de producción orgánica y así dejar de hacer mosto para elaborar, entre los 7 productores, vino orgánico” señaló Mariela. El objetivo para los hombres de campo que también poseen uva orgánica del Este y Norte es poder tener un precio más alto de su producción.

“Vendimos la temporada pasada 25 mil quintales y lo pudimos vender a Cepas Argentinas. Nos ofrecieron entre 20 a 30% más que la uva convencional”, detalló Díaz.

La otra ventaja de la uva orgánica es que su rendimiento, por hectárea según la productora, es similar a su variante tradicional. “Tuvimos un rinde de 250 quintales por hectárea. Es normal, similar a una producción convencional”, puntualizó la productora.

Durazno y ajo

Con sus 50 hectáreas de durazno orgánico en Tupungato, el productor Gerardo Meli afirmó que en las últimas temporadas efectivamente han experimentado un crecimiento productivo.

“Nuestro aumento no ha estado dado en la cantidad de superficie productiva sino en la cantidad de kilos por hectárea. En los últimos tres años han tenido un crecimiento de rinde anual del 20%. Lo hemos logrado gracias al aprendizaje de un mejor manejo tecnológico y herramientas de productos biológicos. Además del durazno estamos por expandirnos el año que viene en ajo. Estamos trabajando para que nos validen la certificación en el manejo que en el caso del ajo depende de la normativa norteamericana”, explicó Meli.

Como otros productores orgánicos indicó que la certificación de Estados Unidos es más rápida que la europea. Esta última exige como mínimo tres años de transición para poder tener el status de orgánico y lograr la certificación para poder entrar comercialmente al Continente Europeo.

"En cambio para Estados Unidos, si ya se planta semilla orgánica se puede certificar la producción esa misma temporada. Éste no fue nuestro caso porque no pudimos conseguir en el mercado este tipo de semilla, por lo tanto empezamos con compra convencional y el resto de las labores culturales las hacemos enteramente orgánicas. Una vez de pasada esta etapa estamos en condiciones de certificar la siguiente temporada que en nuestro caso será el año que viene. Calculamos que tendremos productivas unas 5 hectáreas orgánicas de ajo", detalló Meli.

Por lo pronto y al ser este 2017 un año de transición de producción convencional hacia la orgánica, el productor sureño afirmó que están analizando la puerta comercial hacia Estados Unidos.

La buena noticia para su cultivo de ajo orgánico es que hoy en el país son escasos los productores de la hortaliza. “A lo sumo serán dos o tres, no más”, deslizó Meli.

En cuanto al durazno, el destino comercial que posee es el producto en mitades; reciben también producción convencional. “Los productores no poseen mucho interés en el durazno orgánico porque no tiene diferencia de precios con la producción tradicional", apuntó Meli. Sin embargo, en caso de caer granizo, lo orgánico tiene un mejor valor de mercado.

"Puede tener como destino la pulpa orgánica que en esos casos sí logra un mejor valor comercial que la pulpa convencional”, subrayó el productor.

Finalmente el productor Salvador Siacca, del grupo Massi, un conglomerado de empresas que poseen Vivero Las Delicias, con plantas de vid y fincas.

“Hace tres años que estamos trabajando con orgánico. Tenemos un viñedo de 100 hectáreas en orgánico. Tenemos muchas variedades desde angelotta, aspiran, cabernet, syrah. Las uvas orgánicas tienen su ubicación en una parte de San Martín y California y otras hectáreas en el límite entre Chapanay y Palmira”, detalló el productor.

La producción de las uvas orgánicas tienen un destino comercial repartido en parte mosto y en parte vino. “Le hemos vendido a Jugos Australes en mosto y vino orgánico, y a Domaine Bouquet, mosto y vino. Por lo que sé, lo exportan a Japón y China pero de esa logística nosotros no nos encargamos”, aclaró Siacca.

En cuanto al diferencial de precios, como en otros casos Siacca afirmó que consiguen mejores valores de venta, con una diferencia de 20 a 30% a favor de la uva orgánica. Más aún esta tendencia de buenos valores se remarcó más por la escasez productiva que mantuvo el valor de las uvas en buena forma. Pero como en otros casos también remarcó los costos asociados del laboreo.

“Por ejemplo no se puede echar herbicida. Toda la corta de maleza se hace con gente de manera manual con una zapa o desorillando. En el cultivo tradicional este trabajo lo puede realizar una persona en un día. En tanto, en nuestro caso, se requiere de hasta 5 personas dos o tres días haciendo esa misma labor cultural, por lo tanto se aumenta el precio, de alguna manera”, afirmó Siacca.

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