Días pasados, en oportunidad de visitar al Dr. Sergio Martínez Baeza en su domicilio particular de Santiago de Chile, tuve oportunidad de admirar con sorpresa y asombro la imagen (fanal) de la Virgen del Carmen que fue obsequiada por el Gral. San Martín al Gral. Las Heras en Santiago en las postrimerías de 1822.
El Dr. Martínez Baeza es descendiente en línea directa del Gral Las Heras; es el depositario y custodio de esta imagen perteneciente a la familia del prócer.
Tomando en cuenta su relato directo y repasando lectura de libros que relatan las vicisitudes de la Campaña al Perú, intentaré interpretar las razones de por qué San Martín, en su conflictivo retiro del Perú y en su paso por Santiago (donde al poco tiempo cae postrado con graves dolencias), entrega a su colaborador y compañero de tantas glorias esta imagen tan preciada.
Es coincidente la opinión entre los historiadores de que Las Heras vio menoscabada su autoridad luego del incidente con el Cnel. Heres, de origen colombiano, y al parecer promotor de un cuestionamiento a la autoridad del Gral. San Martín.
Las Heras no adhirió a estos acontecimientos pero por su condición de jefe se vio involuntariamente implicado. Solicita licencia y es removido entonces por San Martín de su cargo de Comandante en Jefe y es remplazado por el Cnel. Rudecindo Alvarado, oficial de menor rango y trayectoria(1).
Arriesgando una opinión, totalmente subjetiva, creo interpretar que los oficiales veteranos del Ejército de los Andes que fueron al Perú estaban imbuidos de un gran espíritu de combate, producto del esfuerzo realizado y de las batallas libradas desde la partida de Mendoza.
Eran guerreros que llevaban cinco años de vida castrense estricta, llena de privaciones, luchas y grandes desplazamientos, y su pensamiento estaba centrado en combatir al formidable ejército realista instalado en tierras peruanas.
Sin embargo, cuando se analiza y estudia el pensamiento sanmartiniano, vemos que el General, gran estratega y planificador, pensó en articular en el Perú una guerra con contenido político que le llevara a negociar con los jefes españoles, neutralizando así un inútil derramamiento de sangre y, por otra parte, tratando de evitar un combate frontal con fuerzas que lo superaban en número y en condiciones de combate.
Al decir de Hall, en su entrevista con el Libertador, refiere que sus palabras fueron: “La lucha en el Perú no es común, no es guerra de conquista y gloria sino enteramente de opinión; es guerra de los principios modernos y liberales contra el fanatismo y la tiranía”(2).
Este enfoque disímil de cómo proceder en territorio peruano seguramente alejó mentalmente al Gral. San Martín de sus oficiales más cercanos, con los que mayor entendimiento militar tenía.
Si agregamos a estas circunstancias el desordenado reparto del beneficio económico que otorgó el Cabildo de Lima (mediante entrega de propiedades urbanas y rurales) para distribuir entre los jefes del Ejército Expedicionario, del cual el Gral. Las Heras no fue, a su entender, justamente recompensado, configuran una serie de circunstancias que llevaron a su alejamiento del Perú en diciembre de 1821.
Las Heras retorna a Santiago, a la casa familiar de su esposa María del Carmen Larraín Aguirre, madre ya de su pequeño primer hijo.
En Chile, si bien es recibido con cordialidad por el Gral. O’Higgins, no le es ofrecido ningún cargo militar, por lo que se retira a la casa de los Larraín en calle Compañía, a vivir, según su descripción, “como paisano”.
Como todos conocemos, en setiembre de 1822 San Martín, para sorpresa de muchos, emprende su retiro del Perú y llega a Santiago de Chile, donde permanece hasta febrero de 1823, cuando vuelve a Mendoza luego de soportar varios meses de graves dolencias.
Es en octubre de 1822 cuando, según el relato oral de Sergio Martínez Baeza, San Martín se cruza casualmente con Las Heras, se saludan afectuosamente, y el Libertador le manifiesta confidencialmente: “General, usted fue el único que me habló con franqueza en el Perú”(3).
Lo cierto es que, protocolarmente, San Martín va a visitar a la familia Las Heras a su residencia, y es entonces que le hace entrega del obsequio de un fanal (especie de vidrio protector) con una bellísima imagen de la Virgen del Carmen que había traído de Lima.
Razono que esta valiosa imagen debe haber sido traída por el Gral. San Martín con destino a la iglesia de San Francisco de la esforzada Mendoza. Sin embargo, ante la deuda afectiva que tenía el Libertador con el héroe de Cancha Rayada, se habrá visto impulsado a entregarle esta reliquia, la cual fue conservada con devoción y agradecimiento por el benemérito Gral. Las Heras.
(1) Vida del Gral. Juan Gregorio de Las Heras.
Sergio M Baeza.
(2) Con el Gral. San Martin en el Perú. Basilio Hall
(3) Relato oral de Sr. Sergio Martínez Baeza.