Números que disfrazan la realidad

Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

Suele decirse que la mejor manera de esconder un elefante es mezclándolo con una manada de elefantes. En economía es habitual esconder o disimular situaciones escondiéndolas detrás de datos estadísticos convenientemente interpretados.

Las estadísticas suelen engañar y depende de cómo se tomen los números uno puede hacer muchas lecturas, dependiendo de si quiere ver el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. Esta semana se conocieron los datos de empleo del tercer trimestre que dieron una pérdida de 127.000 puestos de trabajo, pero son datos que llegan hasta setiembre pasado.

Con estos números, mucha gente salió a criticar al gobierno, sobre todo opositores, pero el problema es que el mismo gobierno, cuando lanza los datos, tiene que ponerlos en perspectiva porque de lo contrario se generan estas confusiones o aprovechamientos malintencionados.

De la misma forma, se conocieron los datos de la inflación mayorista, que llegó al 34 por ciento en todo el año mientras el costo de la construcción mostraba una suba total en 2016 de 32 por ciento.

Son datos acumulativos del año que no muestran ningún desagregado. Pero si se toma con la intención de ver el comportamiento de los precios frente a un programa desinflacionario, se pueden hacer otras comparaciones, como lo hizo el Banco Central.

En un ejercicio de proyecciones, se calculó la inflación mayorista del segundo semestre, que dio 6,1% y anualizada alcanza a 12,6%. Esta sería la proyección de la inflación hasta el final del primer semestre de este año. Pero es solo una proyección.

Es que si se tienen en cuenta los mismos números pero del cuarto trimestre de 2017, resulta que la inflación mayorista fue de 2,5%. Si mantuviera el mismo comportamiento hasta setiembre de 2017 la inflación mayorista anual sería de 10,5%.

Haciendo el mismo ejercicio con la inflación minorista resulta que el dato anualizado sería del 18,6%, pero si se toma el último trimestre, seguramente dará una proyección menor. Vale recordar que la meta de inflación establecida para este año tiene un rango entre 12 y 17%.

Todas estas proyecciones se hacen suponiendo que las variaciones de precio en los próximos períodos se van comportar, como mínimo, dentro de las mismas magnitudes. Estos ejercicios pueden hacerse en positivo o en negativo, pero la mayoría de las veces esconden la verdadera situación o permiten darle interpretaciones caprichosas.

Los verdaderos problemas

En realidad, los números son sólo eso y lo que hay que tratar es de ponerlos en contexto. El gobierno está tratando de salir de una situación muy compleja y enmarañada y trata de mostrar algunos números positivos después de 10 meses de malas noticias. No obstante, en esos diez meses se tomaron decisiones importantes pero sus resultados se verán a mediano plazo.

Pero aún surgen dudas acerca de la forma en que el gobierno encaró los caminos de reformas y el debate es entre quienes defienden el gradualismo y quienes creen que el proceso debería ser más acelerado. Por supuesto, en la vereda de enfrente, están los grupos afines al anterior gobierno que pretenden que todos los malos datos sean del presidente Mauricio Macri y no de  la ex mandataria, Cristina Fernández de Kirchner.

La Argentina sigue teniendo un problema estructural que es el volumen del gasto público, que ha crecido mucho más que la economía en los últimos 40 años y ha generado una deformación cultural producto de las políticas populistas que nunca fueron desmanteladas y fueron practicadas por gobiernos militares y civiles.

Este problema es importante en el gobierno nacional, pero es muy grave en las provincias y los municipios de todo el país. Tan grave es el problema que el gobierno está tomando conciencia de su dimensión porque el financiamiento de toda la estructura estatal es casi la principal causa de la pérdida sistemática de competitividad que, tradicionalmente, se corregía con devaluaciones.

En la actual coyuntura, el gobierno decidió dejar flotando el tipo de cambio y, habiendo salido del cepo cambiario y luego de arreglar con los acreedores externos, se abrieron posibilidades para tomar créditos y eso generó un fuerte ingreso de dólares para financiar a la Nación y a las provincias. También, el actual blanqueo está generando un importante ingreso de divisas en el mercado que no permite pensar en recuperar el atraso cambiario.

Para solucionar el problema, el nuevo ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, está tratando de ajustar gastos nacionales con el menor costo en materia de recursos humanos, por eso que los sobran se quedan quietos para no ser vistos.

Pero, por otra parte, el ministro Frigerio está llevando adelante el contacto con las provincias para encarar una reforma tributaria integral que permita descomprimir el peso del Estado tratando de no desfinanciarse y sobrellevar una transición hasta que se normalice la situación.

Pero, mientras tanto, el déficit fiscal sigue siendo muy elevado y hay que financiarlo tomando deuda externa. Eso se puede hacer por emergencia pero no es sostenible en el tiempo. Lo que hay que hacer es no tener déficit, para evitar deuda o emisión monetaria.

Pero además, el gobierno quiere hacer una reforma para bajar los impuestos al trabajo junto con una especie de blanqueo laboral (o sinceramiento) de manera que la gran arte del 40% del universo de trabajadores informales se registren y, con los nuevos aportes, se compensen las rebajas que se deben introducir.

El problema más delicado es conseguir empujar la economía a través de la obra pública, pero si es a través de rutas o autopistas (que son necesarias) no habrá mucha creación de empleo. La mejor vía son las obras menores, típicas de provincias y municipios, como redes de agua potable y cloacas, cuneta, cordón, banquina y asfalto de calles que utilizan mano de obra intensiva.

El problema es que las provincias y municipios tienen tan comprometidos sus presupuestos que no les alcanza para hacer estas obras y necesitan recursos nacionales y es el problema que se debe solucionar con la ley de responsabilidad fiscal. Es tan complejo el tema que los mismos gobernadores e intendentes no quieren, porque implicará tener que contener los gastos y comenzará a ser observados con lupa.

Los números seguirán dando vueltas pero el corazón del problema debe estar puesto en estas reformas como para poder empezar a  recorrer un camino que, con suerte, mostrará resultados importantes cuando Mauricio Macri finalice su mandato.

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