Nueva muestra de autoritarismo en Capitanich

En un afán evidente por cubrir las deficiencias del Gobierno nacional y de desviar la atención, el jefe de Gabinete culpa ahora a los denominados fondos buitres de solventar el paro de actividades dispuesto por la CGT. Esos cargos los amplía también hacia

Al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, el Gobierno nacional le encargó la tarea de convocar diariamente a los medios de difusión para defender la política implementada desde el Poder Ejecutivo.

Es muy factible que, en su afán por ganar un mayor índice de conocimiento en la población y así poder aspirar a una posible precandidatura presidencial, Capitanich haya decidido pedir licencia en su cargo de gobernador del Chaco y pasar a encabezar la jefatura de ministros.

No es un improvisado en la actividad política pero evidentemente equivocó el camino porque, cada vez que sale a defender alguna decisión del Gobierno, comete errores incomprensibles y deja al descubierto que tanto él, como la actual gestión gubernamental, no aceptan el disenso ni el intercambio de opiniones sino que intentan imponer sus criterios a través del autoritarismo.

El tema de los fondos buitres es un ejemplo claro y concreto. No vamos a poner en discusión el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso porque será un tema de debate profundo en el que es de esperar que se discutan las distintas posiciones políticas con amplitud de criterio y la seriedad que el caso conlleva porque está en juego el futuro del país, pero sí es cuestionable cómo se los ha utilizado para influir sobre la opinión pública.

Los primeros movimientos dieron un rédito positivo a la intención del Gobierno. El hecho de "malvinizar" la situación, de luchar "contra el imperio poderoso" provocó una reacción favorable desde una parte importante de la población, pero poco a poco esa estrategia va perdiendo efecto, en razón de que la gente se está dando cuenta de que la están usando porque resulta que ahora los también denominados holdouts son culpables de todo, hasta de financiar un paro nacional de actividades.

Para Capitanich, no sólo los sindicatos están bancados por los fondos buitres, sino que también lo están los partidos políticos de la oposición y los medios de difusión críticos de la gestión kirchnerista, calificándolos de estar en defensa de los intereses extranjeros.

Es tal el nivel de desorientación o de escasa capacidad para defender lo indefendible, que el jefe de Gabinete llegó a decir también que las informaciones difundidas por algunos medios de comunicación en relación al nivel de precios, al empleo y a los salarios, es una "manipulación" que busca "inducir a un proceso de devaluación para que los bancos obtengan grandes ganancias a costa de todos los argentinos".

Llega a tanto el desparpajo del jefe de Gabinete que, en la misma conferencia de prensa, llegó a asegurar que políticamente nunca hubo una división tan clara entre Gobierno y oposición, olvidando que fue el propio kirchnerismo quien, desde su gestión al frente del Ejecutivo, fogoneó y potenció el enfrentamiento y la división por sobre la libre discusión de las ideas.

En estos diez años de gestión, el kirchnerismo se enfrentó con la Iglesia, hasta que Bergoglio fue designado Papa; con el campo, con los medios de difusión, con la Justicia, con los empresarios, con el FMI, con la oposición y ahora con los fondos buitres, entre otros. Mientras tanto, no se hace cargo de ninguno de los errores cometidos y, muy por el contrario, tiende a victimizarse y así poder salvar la situación.

Capitanich transita por un sendero peligroso y preocupante porque no admite los errores y, muy por el contrario, rechaza cualquier crítica, como sucedió con el plan Sueños Compartidos, liderado por Hebe de Bonafini; cuestiona las investigaciones de la Auditoría General de la Nación; rechaza las cifras de inflación dadas por las consultoras privadas; culpa al tomate por la inflación y hasta cuestiona primero a las automotrices por subir el precio de los autos y después arregla con ellas planes especiales.

Demasiados errores para quien ocupa un cargo tan importante en el Gobierno, que no hacen más que reflejar una política que se mueve de acuerdo con las sensaciones puntuales, sin un rumbo fijo predeterminado.

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