Nieva en Marte durante el verano

En el Norte se precipita un rocío de nieve cada noche.

En el norte de Marte, el verano trae un rocío de nieve cada noche.

Esta sorprendente escena llega como cortesía de nuevas simulaciones de las cambiantes capas en la atmósfera marciana, cuya mezcla fue más vigorosa de lo que se esperaba y produjo un clima tempestuoso.

Aunque aún es virtual, esta caída de nieve concuerda bien con una observación hecha por un robot colocado en Marte en 2008, y puede explicar cómo cae un tipo muy distinto de nieve en los cielos polares del planeta rojo.

Si las simulaciones son correctas, la nieve veraniega en Marte se presenta en ráfagas que pueden durar varias horas, informan los científicos en un estudio que describe el hallazgo publicado el 21 de agosto en la revista "Nature Geoscience". Los cristales de hielo de agua caen de las altas nubes en la atmósfera del planeta; algunas veces no logran llegar al suelo y ocasionalmente dejan un rastro gélido que da la bienvenida al alba.

"Cae tan poca nieve que no se podría hacer un muñeco", explica el coautor del estudio, Aymeric Spiga, científico planetario del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia. Sin embargo, esta nieve probablemente tenga una función fundamental en el ciclo del agua del planeta.

"Tanto la nevada como las ráfagas son muy distintas de lo que se conoce, muy claras", explica John Wilson del Centro de Investigación Ames de la NASA.

"Quizá esto es lo que está sucediendo en la atmósfera real de Marte, y seguramente impacta la manera en que se distribuye el agua".

Tormentas de hielo seco

La cuestión de la caída de nieve en Marte ha sido trabajada durante algún tiempo. Antes que todo, sabemos que el planeta rojo tiene nubes y hielo en el subsuelo.

La sonda espacial de la NASA Phoenix Lander, colocada cerca del polo norte de Marte en 2008, ubicó algunas estructuras un poco más altas que una persona y parecidas a la lluvia fantasma en la Tierra. En nuestro planeta, la lluvia fantasma se presenta cuando la precipitación se evapora antes de llegar al suelo, así que los científicos concluyeron que Phoenix había visto una tormenta de hielo de agua a gran altitud.

Vayamos ahora a 2012, cuando los científicos anunciaron que la nave espacial Mars Reconnaissance Orbiter observó algo que parecían nubes de cristales congelados de dióxido de carbono sobre el polo sur de Marte.

Ésta es la única ocasión en la que se ha visto este tipo de cristales de hielo seco cayendo en alguna parte del sistema solar. A diferencia de la delicada lluvia fantasma en el norte, estos cristales no sólo llegan al suelo, sino que participan de manera importante en la formación de las capas estacionales de hielo de dióxido de carbono en el planeta, explica Paul Hayne, del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA.

"Las tormentas de dióxido de carbono son mucho más intensas", explica Hayne. En términos de su contribución a las capas, "estimamos que representan hasta el 20 por ciento de la acumulación estacional, lo cual significan varios metros en total".

Para averiguar de qué manera las nubes de hielo de agua participan en la meteorología marciana, Spiga y sus colegas construyeron un modelo de alta resolución en computadora y observaron lo que pasaba en su zona digital de atmósfera marciana.

Durante la noche en Marte, nubes de hielo de agua emiten luces infrarrojas que enfrían la atmósfera que las rodea. Esto causa que masas de aire muy frío se coloquen encima de aire más caliente. Las masas frías caen, lo que produce fuertes corrientes y vientos tempestuosos, cuya existencia en las nubes marcianas no se preveía.

Las partículas de hielo en las nubes son presionadas por las corrientes de convección y finalmente desplazadas hacia el suelo como ráfagas de precipitación.
Hayne opina que la caída de nieve autopromovida de la nube es el hallazgo más importante de esta simulación.

"Al irradiar energía, las nubes provocan que el aire circundante se enfrié más rápidamente, lo cual lleva a un crecimiento más veloz de la nube y, finalmente, a la caída de nieve", explica, aunque no está seguro de si este mismo mecanismo pueda explicar las tormentas de cristales de hielo seco que ha observado, las cuales son más intensas.

Con todo, es un buen resultado, que concuerda con las observaciones de Phoenix Lander, afirma Wilson. Meteorólogo retirado de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, Wilson actualmente trabaja en la simulación del clima marciano en la NASA. Argumenta que este tipo de observaciones podrían convertirse en elementos importantes para elaborar los modelos globales más complejos usados para conocer Marte.

En última instancia, a los científicos les gustaría aplicar estos modelos para regresar el tiempo y mirar el pasado acuífero del planeta; sin embargo, esto no podrá hacerse con certeza hasta que los modelos repliquen con precisión el clima actual.

"Hace diez años se pensaba que las nubes de hielo de agua no influían mucho en el clima de Marte", asegura Wilson. "Ahora sabemos que su impacto es importante, así que las cosas se vuelven más ricas, más complejas y más interesantes de lo que esperábamos".

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