Naomi Watts en Gypsy: más fisgona que terapeuta

La actriz protagoniza en esta serie para Netflix a una psicóloga que es cualquier cosa, menos una psicóloga.

La plataforma no para de estrenar uno y otro envío y los actores y directores del Hollywood más glamoroso no cesan de presentar sus proyectos. Aquí, un ejemplo: Naomi Watts está presente en dos de los nuevos apuntes de Netflix para este año: "Twin Peaks", de David Lynch (una de las más extraordinarias, inquietantes y desconcertantes piezas que se ofrecen a cuenta gotas en el streaming) y esta serie en la que aquí nos centraremos; "Gypsy".

La actriz de "King Kong" hace casi dos décadas que no aparece por las pantallas chicas. Lo hizo allá por los '90, en varias series de las que poco se recuerda ("Las novias de Cristo" y "Sonámbulos" son dos de ellas). Pero, claro: con el cine produciendo primordialmente para los adolescentes (¿cuántos superhéroes más tendremos que soportar?), los protagonistas más maduros están mirando con mucho cariño la posibilidad de trabajo que les ofrecen las nuevas plataformas on demand.

Así las cosas, la linda Naomi contó que su amiguísima Nicole Kidman la había contactado para que hicieran juntas esa maravillosa serie de HBO que le ha valido a Kidman aplausos por todos lados: "Big little lies". Finalmente, las que acompañaron a Nicole en ese notable trabajo son otras sustanciosas intérpretes: Reese Whiterspoon, Shailene Woodley y Laura Dern (la musa de David Lynch).

A un mes del estreno de Gypsy (creada y escrita por Lisa Rubin) ya podemos afirmar que Watts se equivocó largo y tendido al no aceptar el convite de Kidman para hacer un protagónico en este thriller-psicológico-erótico.

En la serie Naomi encarna a una psicóloga que, perturbada por sus interrogantes internos, se salta los límites de la discreción profesional y comienza a meterse en la vida de sus pacientes; con consecuencias impredecibles para todos.

Aunque la idea de esta trama no es mala en lo absoluto, el guión es lo que no acompaña. Pues en los nudos de tensión del relato, las resoluciones se quedan a medio camino en todos los casos.

Por empezar, es imposible acreditar que Watts sea una psicóloga en sus sesiones de terapia, que son inverosímiles. Antes de "En terapia", cientos de películas nos mostraron la intimidad de un consultorio psicológico con la irrealidad de Gypsy. Pero la serie sobre sesiones y sus pacientes (protagonizada en la Argentina por Diego Peretti; para el mercado anglo, por Gabriel Byrne) clavó un hito de verismo que ya es difícil de derribar.

Otro asunto mal resuelto es el supuesto erotismo en el que quiere surfear la serie: no hay tal; apenas una pálida sombra de apuntes en los que la mismísima "Twin Peaks" o "Big little lies" (solo para citar los proyectos en los que Watts tuvo ingerencia) saben cómo desenvolverse.

Ambos aspectos, que son nodales para que toda la serie se vuelva un corpus fuerte y realista, convierten a sus diez capítulos en una trama a la que le falta sustancia; con climas endebles y una atmósfera de producto incompleto que no invita a clickear el próximo episodio. El resto: flaquea frente a esta base tan inestable. Ni thriller, ni contenido psicológico, ni erotismo que enciende.

En una entrevista Naomi afirmó que con su personaje de Jean Holloway, y su historia, ella quiso trazar algo así como "un cuento aleccionador... Todos vivimos con fantasías y pensamientos oscuros...". Es una pena que en Gypsy lo oscuro no proviene de la inquietud emocional sino de un guión muy flojo, y las fantasías de Jean no alcanzan para empatizar al espectador con la fiebre del deseo.

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