Museo en el almacén de ramos generales en Tunuyán

El negocio de Moisés Aruani, un sirio que huyó de la guerra a principios del siglo XX, encierra pequeñas “joyas” de otros tiempos. Abierto al público.

Cuando el sirio Moisés Aruani compró el viejo almacén de ramos generales, por 1914, hacía tiempo que el edificio estaba en pie y cumplía con esa función comercial. Por entonces, Villa Seca era una tierra donde escaseaba el agua  (de allí su nombre), se extendían las plantaciones de cebada y alfalfa hasta la cordillera y había un grupo de casas desparramadas, que conformaban la pequeña comunidad de este sitio tunuyanino.

Con su fachada, techos y gruesas paredes de antaño casi intactas; este particular almacén aún mantiene abiertas sus puertas en el ahora moderno y turístico Corredor Productivo, que une Tupungato y Tunuyán. Sólo que ahora lo hace como 'museo cultural' e invita, cada fin de semana, a viajar en el tiempo a través de una cuidada colección de objetos antiguos. También, ofrece exposiciones de obras de artistas.

Es la nieta de don Moisés, Victoria Barbero Aruani, la que se ha propuesto mantener viva la memoria de este lugar, que también forma parte de su memoria.

“Nacimos detrás de un mostrador, todos estos elementos, este ambiente, tienen mucha significación. Y lo mismo ocurre con los visitantes, que comienzan a recordar sus anécdotas, sus vivencias de la infancia, y se las cuentan a sus hijos”, señala Victoria, artista plástica y curadora.

Sucede que, detrás de aquellos altos pórticos, el tiempo parece detenido. Una campana vieja y una negra estufa Western dan la bienvenida al salón, que antaño era negocio. Adentro, las estanterías llegan hasta el techo y contienen -en una interesante mezcla- elementos de otras épocas.

El visitante puede encontrar desde botellas de colonia inglesa hasta vajilla de porcelana europea o viejas heladeras de madera Siam o carameleras de vidrio, cámaras fotográficas y hasta un gran tocadisco Winco, que espera abierto de par en par que alguien se le anime al baile.

“Entrar en este lugar, me arrojó a los brazos de mis abuelos, a los olores de mi infancia. Amé cada objeto”, escribió en el libro de visitas, Luciana, una turista que -según registró de su puño y letra- estuvo en el viejo almacén el 18 de marzo de este año.

Quizá por su vocación artística, ya desde que viajaba de joven de Villa Seca a Mendoza para estudiar, Victoria imaginaba ese destino patrimonial y cultural para el sitio que supo ser el negocio familiar de sus abuelos y padres. Por eso, apuesta a que la antigua construcción se  convierta en un espacio de arte.

Hace unos meses, logró gran convocatoria la muestra Entrelíneas, del plástico Kevin Giménez, cuyo estilo aún se puede ver en algunos cuadros que hoy conviven con objetos domésticos  y mercadería que nunca salió del local.  Otros artistas han dejado sus obras, pero se destacan dos que fueron hechas por Amira Villanueva, hija del ex gobernador Elías Villanueva.

Las herederas de la estancia de los Villanueva, sitio donde nació Tunuyán, le donaron los cuadros a Victoria. “Muestran paisajes europeos y están hechos con pintura y bordados. Indagando en archivos, descubrí que tienen el mismo punto utilizado por las patricias en la bandera del Ejército Libertador”, apuntó.

El objetivo de Victoria no es sólo rescatar la memoria, sino también el edificio, que se cree fue  construido en 1885. El mismo es 'patrimonio histórico socio-cultural de Tunuyán', desde la declaratoria en diciembre del 2013 por la resolución 3.655 del Concejo Deliberante.

Además, es testigo fiel de las transformaciones que vivió este paraje rural del oeste tunuyanino.

El 'Almacén Moisés Aruani' es un homenaje al sirio que se vino huyendo de la guerra. A los 18 años, se casó con Reneé Ruston, de 15 años y armaron su negocio en este sitio perdido del pedemonte valletano.  También, es un homenaje a los padres de Victoria -Gregorio Barbero y Victoria Aruani- que continuaron la vida del viejo almacén.

Comerciante comprometido

La información que se tiene sobre el edificio habla de que fue construido, entre las calles Los Sauces y Paso de los Andes de Villa Seca, en 1885. Justo ese mismo año, don Moisés Aruani nacía en Damasco. A los 18 años, llegó al país y apenas bajado del barco se casó con Reneé, tal como estaba pactado.

Vivieron un mes en Buenos Aires y otro tanto en la localidad de San Francisco del Monte, en Guaymallén. Un pariente le avisó que vendían un almacén de ramos generales con algunas hectáreas de tierra en Villa Seca.

Don Moisés fue mucho más que un comerciante del lugar. Donó el terreno y construyó la primera escuela que tuvo el paraje, en 1915, que aún sigue en pie frente al almacén. Luchó por el agua para la zona y tiene un juicio de 35 años en Irrigación que lo atestigua. Así, trajo el agua por conducción e instaló un surtidor en la puerta de su negocio, donde los antiguos habitantes iban con botellas y damajuanas a buscar agua.

Además, decidió hacer un curso de enfermería para ayudar a esta gente alejada de toda asistencia sanitaria. Aún en las estanterías, se ven los envases de las inyecciones que aplicaba don Moisés.

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