Muestra Plástica: "Yo, Bermúdez, el pintor de Mendoza"

Una importante muestra pictórica del maestro José Bermúdez inaugura este miércoles en la Sala de Arte La Barraca Mall. Hasta el 16 de abril.

A los 93 años, bajo el cielo estrellado de El Challao donde vive rodeado de sus libros, el artista José Bermúdez asume que, después de siete décadas de pinturas, grabados y dibujos, su muestra lleve el título de “Yo, el pintor de Mendoza”.

No se trata de un marmóreo homenaje. Esta suerte de retrospectiva se basa en que, dentro de esas dos letras, habitan infinidad de horas de observación, pasión y trabajo. Setenta años y un afán: reflejar los trabajos y las vidas de los mendocinos.

“Es un optimista a ultranza”, afirma su hija Liliana, organizadora de esta gran muestra. Después de catalogar y digitalizar el material de su padre (tarea realizada por Fernando Devita, también curador en esta ocasión), se decidió que cinco de las obras se apreciaran en formato gigante. “Representan diferentes épocas de su producción; él mismo las eligió”, apunta Liliana. Y, entre los muchos trabajos, imaginamos alguna obra de la serie “Los Pintores” (una de las favoritas del maestro), uno de sus arlequines y un desnudo de tres metros.

Una vida pintándonos

Pintor, dibujante y grabador, José Bermúdez nació en el San Rafael de los años '20.

Egresó como profesor de la Academia Provincial de Bellas Artes en 1946 y, desde entonces, ha desarrollado sin interrupciones  una intensa tarea artística. Casi un siglo, pintando su esperanza.

Descubrió que el arte era su mundo desde muy pequeño, en los concursos plásticos de la escuela. “Cuando tenía 12 años aproximadamente, vendía diarios en el Parque General San Martín. En mi recorrida habitual solía encontrarme con un grupo de jóvenes dibujando bajo la inspección de Vicente Lahir Estrella. Se trataba de un aula al aire libre que despertó mi curiosidad”, contó en una de sus exposiciones.

El maestro percibió el interés del pequeño canillita y le propuso un trato: le compraría el diario todos los domingos si tomaba esas clases de dibujo al aire libre.

Ahora recuerda esa anécdota que definió su destino cada mañana, cuando el desayuno habilita el ritual de la lectura de Los Andes.

Hay que recordar que Bermúdez también ha sido un apasionado docente y un pensador de la labor artística. “En mi obra la realidad es el punto de partida, pero no el de llegada", ha dicho. "Sucede que con el tiempo, a uno, la realidad no le conforma. Entonces la realidad se vuelve el punto de partida que luego se simplifica, agranda, estira”.  Traspasada por su “modo de sentir”, pues, surge en cada tela  una realidad propia en la que hay ternura y genuina alegría.  "Detrás de la postura de un artista está lo que piensa y lo que siente. Yo prefiero mostrarme optimista, alegre, con fe, con esperanza. Claro que tuve mi parte dramática también. Pero últimamente le presto más atención a lo positivo de la existencia", confesó a los 90. Y lo sostiene cada vez más.

En la década del 50,junto con un grupo de jóvenes artistas ,impulsó el Taller de Arte Popular Realista, que luego se transformó en el Club del Grabado .Más tarde crearon el Taller de Murales bajo la fuerte influencia de Juan Carlos Castagnino.

Junto a Luis Quesada y Mario Vicente realizó los murales del hall de la Casa de Gobierno y los de la Galería Tonsa .En 1968 realizó, con otra técnica , los imponentes murales de la Facultad de Medicina de la UNCuyo.

Sus obras integran numerosas pinacotecas públicas y privadas del  país y el extranjero. Por la composición, el color y su maestría en el dibujo, sus cuadros son inconfundibles.

La ficha

Muestra: Yo, Bermúdez, el pintor de Mendoza.

Día y hora: inaugura el miércoles, a las 20

Presentación:  Andrés Cáceres.

Música: Silvia Naciff, María Paz Iniesta y Emilio Mini.

La muestra se podrá visitar hasta el 16 de abril, todos los días de 10 a 22 en la Sala de Arte La Barraca Mall, en el primer piso del centro comercial de Guaymallén (Las Cañas1833 Dorrego).

"Reflejos de la mendocinidad" (fragmento)

Los motivos particulares que Bermúdez traslada al lienzo, precisamente, se asocian con la “mendocinidad”. Se la puede distinguir en su paleta de colores brillantes pero propios de la geografía local: una paradoja entre los matices de lo árido y lo fértil. La luz propia de nuestros paisajes, la nitidez del aire y, a veces nos parece,  el aroma de los yuyos o el pan casero. También en muchos de los escenarios que muestran sus cuadros: hileras, parrales, huertas. Y, en especial, en la mayoría de los personajes que habitan sus acrílicos: siempre seres humanos en situaciones que, sin mucho esfuerzo remiten a “lo mendocino”.

Privilegiando la forma y los colores por sobre el volumen, con algunos rasgos del cubismo y la total falta de compromiso del fauvismo con el naturalismo, y recurriendo a una perspectiva imposible, Bermúdez logra, singularmente, una pintura figurativa. Eso nos permite apreciar a “doñas” cumpliendo con el ritual mendocino del mate a cualquier hora; trabajadores rurales durmiendo la siesta; vendimiadores y cosechadores de frutos típicos de esta tierra; mujeres haciendo el tradicional pan casero; parejitas de novios que podrían ser los vecinos de cualquier barrio de la provincia; juegos infantiles que no nos son ajenos, como la gallinita ciega; incluso un inquietante sujeto que depreda el medio ambiente, problemática que también atraviesa a Mendoza.

Y eso que lo hace universal está en el contenido de los motivos: las costumbres, la maternidad, la familia, el trabajo, el amor, la dignidad, la belleza, la verdad, la felicidad, la libertad, la paz, la esperanza. / Ariel Sevilla - Profesor de Historia

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