La ausencia de un anestesiólogo durante la fallida operación de liposucción en la que falleció el empresario Roberto del Barco (45) se transformó en el tema central del juicio por homicidio simple contra los cirujanos Gustavo Arzuza (48) y Carlos Gassibe (64).
El debate oral y público comenzó ayer en la Primera Cámara del Crimen, donde declaró en primer término Adriana Alcalá, la viuda de Del Barco. "Varias veces Arzuza le ofreció a mi marido hacerse una lipo. 'Estás gordo, te hacés la operación y te vas a sentir mejor', le decía", declaró la mujer.
Alcalá sostuvo que su marido se hizo exámenes prequirúrgicos previos a la intervención pautada para la tarde del 15 de julio de 2013 en la clínica Excéllar -en Pedro Molina casi esquina Perú de Ciudad- que no estaba habilitada para realizar ese tipo de prácticas.
Según la testigo, cerca de las 16.30, Arzuza salió a la sala de espera y le dijo “El gordo se me murió”. La mujer le contestó: “Me estás jodiendo”, y cuando entró en la sala comprobó que su marido había fallecido.
Sin monitoreo
Sin duda el testimonio más importante de la jornada fue el del anestesiólogo Raúl Veier, representante de la Asociación de Anestesiología de Mendoza.
Es que durante la fallida intervención no participó un anestesiólogo, ni se siguió un protocolo específico. Ni siquiera se sabe el tipo de técnica que se siguió (peridural, raquídea o local).
Según la historia clínica, se aplicó anestesia al paciente, luego se produjo un paro cardíaco y, posteriormente, se le aplicaron dosis de adrenalina que no lo hicieron reaccionar.
Después de dar una clase magistral de anestesiología, el especialista dejó conceptos sobre una profesión que está desactualizada, al punto que la ley establece que haya “un médico” y no un anestesiólogo durante una intervención quirúrgica.
“No se usó el procedimiento adecuado”, sostuvo, y explicó que un cirujano no está capacitado para realizar un procedimiento anestésico.
También dijo que sin la presencia de un anestesiólogo los riesgos son mayores, incluso el riesgo de muerte, sobre todo cuando la sala no tiene aparatología de monitoreo. Y los riesgos son mayores aún cuando el paciente es obeso mórbido -como fue el caso de la víctima-.
Un dato de importancia surgió en la necropsia: en el líquido raquídeo se encontraron rastros de bupivacaína, la droga utilizada como anestésico, lo que indicaría que se hizo una anestesia epidural.
Cuando se hace este tipo de práctica de forma errónea se puede producir una sobredosis letal porque se usa una dosis 20 veces mayor que cuando se hace una anestesia raquídea.
Lo cierto es que en la necropsia se determinó que la causa de la muerte -paro cardiorrespiratorio- estaba relacionada con la administración de anestésicos.
“Pudo haber una absorción masiva de droga mal colocada que ingresó en el torrente sanguíneo”, sostuvo el especialista. Si este fue el caso, no se pudo controlar porque la intervención quirúrgica no estaba monitoreada debidamente.