Moro, el implacable juez anticorrupción

Está al frente de la causa tras la investigación "Lava Jato". Ya ha sentenciado a ex directivos de Petrobras y poderosos empresarios.

Un luchador contra la corrupción endémica en Brasil o un puritano que criminaliza la política: el juez Sergio Moro le dio a Lula el "gran golpe" de una cruzada que ya puso entre rejas a decenas de políticos y empresarios.

La sentencia por corrupción y lavado de dinero de ayer contra el ícono de la izquierda latinoamericana es el episodio más trascendente de una saga que empezó hace más de tres años con la apertura de la operación "Lava Jato", un caso que fue a parar a su fuerte judicial de Curitiba (Paraná, sur). Desde entonces, la estrella de Moro creció al ritmo de las revelaciones sobre las escandalosas prácticas en torno al multimillonario fraude a la estatal Petrobras, considerada como la mayor investigación de la historia sobre corrupción.

En sus redes han caído desde ex directivos de la petrolera hasta los dueños de las mayores constructoras del país, pasando por políticos de alto y bajo calibre tanto de izquierda como de derecha.

Y sus temidos movimientos, poco a poco, estrecharon el cerco sobre el expresidente Lula (2003-2010), una de las figuras intocables de la política brasileña.

"Señor Presidente, quiero dejar claro que pese a algunas versiones, no existe de mi parte ninguna desavenencia personal con usted. El desenlace del juicio provendrá de las pruebas y de la ley", recalcó en mayo antes de iniciar el interrogatorio del fundador del Partido de los Trabajadores (PT).

Íconos antagónicos

El cara a cara entre estos dos íconos antagónicos de Brasil empezó en marzo de 2016, cuando Moro ordenó a la policía irrumpir en casa de Lula en Sao Bernardo do Campo (San Pablo) para llevarlo a declarar por la fuerza.

Ese mismo mes, el magistrado divulgó una conversación entre el ex mandatario y su sucesora Dilma Rousseff (2011-2016), que sugería que esta buscaba nombrarlo ministro para darle fueros que lo protegieran de la justicia ordinaria. Lula juró su nuevo cargo, pero nunca pudo asumir. La Corte Suprema lo bloqueó tras conocerse el audio, pero la legalidad de su decisión fue duramente cuestionada.

Moro siempre negó cualquier vocación política, pero la última encuesta de Datafolha indica que sería uno de los dos únicos candidatos en poder derrotar al ex presidente en una segunda vuelta, por un estrecho 44% a 42%.

"Manos limpias"

Moro nació hace 44 años en Maringá (Paraná, sur) y allí se licenció en derecho, convirtiéndose en juez en 1996. Doctor y profesor universitario, completó su formación en la prestigiosa Harvard.

El juez, con pose siempre seria, es admirado por muchos de sus pares, que lo definen como un magistrado rápido para decidir, preparado y resuelto. Sus detractores, en cambio, lo juzgan abusivo en el uso de las prisiones preventivas o de las delaciones premiadas y lo suficientemente politizado como para pretender frenar el regreso presidencial de Lula.

Fascinado por descifrar los caminos del dinero sucio, al astro de la justicia brasileña siempre le deslumbró la histórica operación "Mani Pulite" (Manos Limpias), que desarticuló una compleja red de corrupción en la Italia de los '90.

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