Messi, honestidad brutal: vino, se casa y se va quizá para siempre

Leo seguirá en Barcelona hasta cuando quiera. El diez busca evitar el acoso y la falta de privacidad que le supondría vivir en la Argentina.

Por Fabián Galdi   - editor de MÁS Deportes digital -

En el último lustro se registró una tendencia - leve, pero al menos real - de futbolistas argentinos que emprendieron el regreso de las principales ligas europeas hacia nuestro país. Ya no se trataba sólo de quienes querían cumplir su deseo de retirarse de la actividad profesional en su club de origen o en el que fueron simpatizantes durante su infancia. Es más, algunos mantenían su plenitud pero la decisión estaba tomada: el viejo continente y sus comodidades iban a quedar atrás frente al futuro inmediato de retornar a sus afectos más cercanos. Entre los casos más notorios figuran el de Fernando Cavenaghi con River Plate, Daniel Osvaldo con Boca Juniors, Diego Milito con Racing Club, Gabriel Milito con Independiente de Avellaneda, Leandro Romagnoli con San Lorenzo, Marco Ruben con Rosario Central y Maxi Rodríguez con Newell's. Aún en diferentes grados de performance, sus aportes personales contribuyeron a potenciar los lazos entre referentes e hinchas; inclusive, de nexo con la dirigencia y la prensa.

En este contexto, tres casos especiales se merecen una interpretación más abarcativa: son éstos los de Marcelo Gallardo, Carlos Tevez y Juan Sebastián Verón. El primero cerró su periplo francés y con la sola escala de su paso por Nacional de Montevideo, completó la transición entre jugador y entrenador desembocando en un ciclo de resultados positivos que anima a pensar que su proyección como DT es ilimitada. El Apache dejó la gloria deportiva con la Juventus para retornar al xeneize pero - llamativamente - descartó mantener su sitial de idolatría para refugiarse en los millones de dólares que le aseguraba el ignoto Shanghai Shenhua de China; hoy día, su disconformidad es evidente y los cuestionamientos de los aficionados, también. Con respecto a la Bruja, ya Julio Humberto Grondona lo observaba en su momento como un potencial candidato a ocupar el máximo sillón de Viamonte 1366. Su inédita función de presidente/futbolista lo ubican en la galería de las experiencias a observar con detenimiento.

La máxima expectativa en cuanto a retornos está encarnada en Lionel Messi, aunque basada más en la fantasía que en una situación palpable. En cada período que implica la cercanía con la renovación del contrato con FC Barcelona, la esperanza del simpatizante argentino, en general, y de Newell's, en particular, se renueva en la ilusión de verlo en canchas de nuestro suelo. Nada ha surgido de boca del propio Leo y ni siquiera de su entorno, por lo cual nunca se podría hablar de falta de cumplimiento a la palabra empeñada. El diez no engaña a nadie y tampoco a sí mismo. Aplica la honestidad brutal para remarcar que quiere seguir vinculado al Barça, al punto de que ahora se sostienen las conversaciones para que el vínculo se extienda hasta mediados de 2021. Luego, quedará Qatar 2022, seguramente el último Mundial del crack en plenitud, ya que para ese momento cumplirá 35 años de edad.

Messi eligió su Rosario natal para contraer enlace matrimonial con Antonella Roccuzzo, su compañera de toda la vida; fruto de la relación nacieron sendos hijos, Thiago y Mateo. La  fiesta - se presume espectacular y de nivel premium - se realizará en el predio City Center Rosario. La selecta lista de invitados incluye al plantel actual del Barcelona y también a ilustres ex compañeros. En una discreción absoluta se maneja quienes también participarán del fastuoso agasajo. La única certeza es que se evitó invitar a funcionarios del orden político, en una decisión que la propia familia hizo divulgar a los medios de comunicación. Es más, también fue modificada la organización: se dejó de lado a la wedding planner Bárbara Diez por Lorena Farina y Adrián Pavía , debido a una cuestión de estilos y de un manejo poco claro del presupuesto en el primero de los casos.

Lejos de contar entre sus planes el de una estadía duradera, lo cierto es que Leo evitar hacer comentarios acerca de la causa de evitar la radicación definitiva en tierra rosarina. Vendrá de tanto en tanto, como suele hacerlo, pero con pasaporte listo para otro sello al retornar a la Ciudad Condal. Allí, en su mansión ubicada en Castelldefels, la familia Messi siente que ése y no otro es su lugar en el mundo. Una cotidianidad desarrollada sin vaivenes ni situaciones inesperadas. Una Messilandia, si se permite el término. Y con la seguridad de que el margen de riesgo para los miembros del clan es mínimo en relación a cómo pasan sus días las mega estrellas en el cono sur del planeta. Está en su derecho y nunca ocultó su opción de vida. Allí puede llevar a sus chicos al colegio como si fuera un habitante más, muy lejos del acoso que supondría una experiencia semejante en cualquier punto de la Argentina.

Ciencias sociales como la psicología y la sociología abordan la cuestión a partir de la construcción del ídolo como tal, entendiendo que este desplazamiento le confiere al futbolista un sitial de privilegio en la mirada de los demás. Y aquí es donde conviene trazar una línea de distanciamiento. Todo porque el fanatismo termina por quitarle al jugador admirado la posibilidad de mantener su derecho a la privacidad, tanto en lo público como en lo privado. Supo explicarlo Tévez, también, cuando regresó desde Italia y luego de haber pasado por Brasil e Inglaterra. Para el atacante, el alto nivel de exposición mediático conspiró con su necesidad de contar con tiempo de esparcimiento fuera de su actividad profesional. Su ida hacia la lejana nación asiática tuvo que ver con la fortuna a recibir pero también con el desahogo que le significaba volver a tener minutos para él o para sus afectos más cercanos. Y el cinco veces Balón de Oro no es ajeno a esta situación.

Leo lucha para no ser esclavo de sí mismo. Su imagen aparece reproducida a toda hora y lugar por cualquier rincón del planeta. Sin embargo, en casi todo el mundo es respetado y valorado. Menos aquí, en su propia tierra, en la cual se le exige que en un equipo de once todos se llamen Messi.

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