Mercado laboral: freelancers, tips para no equivocar el rumbo

Trabajar con independencia de horarios y lugar para una empresa ofrece ventajas, pero también algunos peligros. Aquí una guía que, si estás en esta situación, te ayudará a optimizar tu rendimiento y garantizar la permanencia de tus colaboraciones.

En un contexto laboral complejo, además de las nuevas configuraciones sociales y contractuales que se han ido conformando para adaptarse a ese mercado, la figura del freelancer ha tomado protagonismo en todas las áreas y edades. Pero para empezar: ¿de qué hablamos cuando aludimos a este término?

Según explica la psicóloga laboral Gisela Rizzato: “El significado de freelancer implica trabajar de forma autónoma e independiente, es ser cuentapropista. Es decir que tiene que ver con una actividad que supone realizar trabajos propios de una profesión, oficio u ocupación. Estas tareas van dirigidas a terceros que requieren de esos servicios, y que son los encargados de abonarlos en función de su entrega. Es importante tener en cuenta que no implica una relación laboral, como para diferenciarlo de un trabajo en relación de dependencia. Se pacta un pago por un servicio”.

-¿Qué aspectos se tienen en cuenta a la hora de acordar el trabajo?

-No es muy común que se acuerde en función de la cantidad de horas de trabajo, sino más bien lo que se pacta es el servicio, en donde lo que se evalúa y valora es el resultado final. No obstante se puede hablar con el cliente respecto a la cantidad de horas de trabajo, aunque por lo general no se cotiza por esa variable.

- ¿Se firma algún tipo de contrato?

- Se puede firmar o no un contrato por ese servicio, como un tercero, ya sea de palabra o por escrito.

A la hora de pensar en los mayores obstáculos a los que debe enfrentarse un trabajador freelance, los propios errores, por desconocimiento u omisión, pueden ser sus mayores enemigos. Aquí, una lista de los más comunes a tener en cuenta, enumerada por Rizzato.

Los errores más recurrentes

- No establecer objetivos claros. Esto sucede cuando la persona no tiene una idea acabada de qué es lo que desea hacer, y a dónde quiere llegar. Por lo tanto no puede hacer una planificación pensada para lograr eso. Es decir no tiene en claro los servicios que desea brindar, a dónde quiere ir, para luego lograr (por medio de una organización) llegar a esos objetivos.

- No clarificar los servicios que se pueden brindar. Es importante poder determinar qué servicios se van a ofrecer o se pueden prestar, en función de los conocimientos que se tienen, de la formación, y de la experiencia. Es fundamental poder acotar ese campo.

- No confiar en las propias capacidades. Esto tiene que ver con las inseguridades de la persona. Por ello es vital que el sujeto piense e internalice que es alguien formado y capacitado en lo que ofrece. Tiene que poder confiar en sí mismo y valorar el servicio que presta, de lo contrario repercutirá en la tasación de los honorarios que se fijen con el cliente. Si no se valora lo propio, no se puede establecer un pago acorde a lo que se realiza.

- No establecer lo diferencial que se tiene, respecto a los demás. Se tiene que poder establecer un sello personal, una marca individual para diferenciarse del resto de los trabajadores, que en apariencia ofrecen lo mismo. Eso se logra teniendo en claro el servicio que se brinda, para marcar diferencias del resto y destacarse desde lo propio.

- Desconocer a cuánto se cotiza el servicio que se ofrece. La persona deber informarse previamente para ofrecer honorarios acordes, ya que se tiene que ser competente a nivel de mercado.

- La manera en que se ofrece o vende el servicio o producto. Hay que saber vender lo que se tiene para dar como trabajo. Para eso en principio se tiene que poder identificar muy bien el mercado al que se quiere llegar, para luego interiorizarse en cómo llegar a esos potenciales clientes, y cómo posicionarse como referente. Se puede optar por la recomendación del boca en boca, o a través de una página web; entre muchas otras alternativas. Se debe poder armar un paquete de estrategias, para poder darse a conocer.

- Tomar más trabajo de lo que la persona puede. Uno tiene que poder establecer los límites propios, para poder cumplir lo acordado con el cliente. El cumplimiento en tiempo y forma de lo pactado es fundamental y la carta de presentación del trabajador; además es una manera de fidelizar al cliente, para que vuelva a llamar y a confiar en el trabajo de la persona.

- Desconocer cómo llegar a quién necesita nuestros servicios. Es importante saber acerca del cliente: sus necesidades, a dónde apunta, y qué busca.

- Ser desorganizado y poco disciplinado con los horarios, y las horas dedicadas al trabajo. El no realizar una evaluación consciente de la cantidad de tiempo que requiere un trabajo, puede generar que luego no se pueda cumplir con lo acordado. Hay que hacer una evaluación del tiempo que va a demandar la labor, para poder respetar ese lapso. El freelancer debe poder administrar de manera óptima los tiempos y compromisos asumidos, para cumplir con lo prometido.

- Temor a negociar con el cliente. Cuesta porque se tiene mucho temor a perder el trabajo. Lo importante es que se puede no estar de acuerdo con el cliente, e incluso contradecirlo con respeto en algunos puntos, para no dejar de defender lo que se piensa. Es importante argumentar nuestra posición, proponiendo alternativas diferentes. En definitiva hay que negociar con el cliente, para eso hay que hablar, fundamentar y confiar en las ideas y decisiones propias; además de informar sobre lo que implica el trabajo.

- Dejar de comunicarse con el jefe. La comunicación con él debe ser fluida y constante. Por ejemplo: la persona puede pactar determinada tarea con el cliente, a realizarse en 'x' lapso de tiempo. En ese proceso pueden surgir eventualidades e imponderables (retraso en tiempos pactados por causas externas, o porque la complejidad de la tarea resulta ser otra, etc.) que tienen que ser comunicadas al cliente en todo momento.

- No poder flexibilizarse a las demandas del mercado. El mercado está en constante cambio y fluctuación, y se deben poder detectar estas variaciones para ajustarse en consecuencia, por ejemplo, a través de capacitaciones. Hay que lograr ser versátil a los cambios y adaptarse.

- Omitir una autoevaluación periódica de lo realizado. El balance del resultado del propio trabajo acerca de la fidelización del cliente, qué obstáculos presentó el trabajo, qué respuesta se obtuvo del mismo, o qué fortalezas y debilidades encontramos en el proceso son aspectos fundamentales. Tiene que ver con superar lo que no resultó con acciones correctoras, y potenciar lo que sí funcionó para ir mejorando más el servicio.

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