El nombre... Mauro Cano nació en Mendoza, el 3 de abril de 1978. Dibuja desde que tiene conciencia. Su paso por la Facultad de Artes y Diseño fue breve y, a los 20 años, comenzó a explorar el realismo e hiperrealismo en la pintura.
Referentes... Aunque no tiene un maestro en particular, las obras de Diego Velázquez y los españoles contemporáneos Antonio López García y Eloy Morales son sus referencias. "Me enriquezco viendo otras obras, pero con cierta distancia".
Su impronta... Bajo una técnica particular, la fotografía es la base para llevar la imagen al óleo sobre tela . De ahí, trabaja hasta el último detalle. "Uso las fotografías de lugares y las personas como un soporte para tener libertad con la pintura".
Sus obras... Es solicitado por coleccionistas y galerías. Expuso en Buenos Aires, Mendoza y alguna de sus pinturas forman parte de colecciones privadas. Su obra "Trofeo de Verano" fue expuesta en el Museo Europeo de Arte Moderno de Barcelona.
Mirada perpetua: "Eternidad", es la última obra en gran tamaño creada por el artista, donde revela un costado más poético. "Me gustan los conceptos que parecen románticos y, en realidad, esconden un misterio. Me interesó el encuadre del espectador; la mujer está mirando hacia un lugar que no está definido. La idea es que quede librado a la imaginación, dejar algo inconcluso. Busqué llegar a una obra inestable".
En primer plano: dentro de sus trabajos, Mauro Cano propone también obras en menor escala. En ellas, usa el lápiz, óleo, tela y madera,. En ese formato el juego es la estrella, algo que le sirve para mostrar otra sensibilidad frente a la imagen.
Furia realista: sobre la pared de su taller, posan algunas de sus obras. "Premonición", una de sus pinturas más crudas, le llevó cuatro años de creación. "La pintura no tiene tiempos para mí, los tiempos los imponen los de afuera. A veces uno hace cosas forzadas, pero eso no tiene que ver con el arte".
Detalles: entre los pocos muebles que habitan su lugar de trabajo, un baúl antiguo sirve para guardar bocetos y objetos en desuso. Arriba reposa un dibujo de su hermana Paula Cano, también artista plástica, con quien comparte el espacio.
Pequeño dibujante: el gato Tizi, una creación de su hijo que navega por las mismas inquietudes que su padre, la pintura y la música. Un recuerdo cariñoso que se cuela entre nuevos proyectos y visiones, que nacen en su refugio.
Legítimo: su firma estampada en la obra "Premonición", donde explora un realismo descarnado. "A diferencia de otros artistas, a medida que pasa el tiempo, soy más minucioso y se alargan los procesos. Para empezar una obra tengo muchísima previa y las ideas son cada vez más complejas. Mi obra dentro del realismo tiene algo personal".
Pinta tu aldea: los pinceles, por momentos pulcros, se empapan de pinturas y colores, que buscan lo auténtico y la perfección en cada rasgo. "No trabajo con mucho solvente, si no con la pintura prácticamente pura sobre la tela".
Eterna compañía: la música en su lugar de creación no falta. El rock fuerte es su soundtrack preferido. En la actualidad, es guitarrista de la banda Frasco. "Siempre escucho música, en un momento de mi juventud pensé que iba a ser músico. Me gusta el rock fuerte, pero escucho de todo".