Marcando la cancha

El acto del Día del Trabajador organizado por el movimiento obrero le sirvió al sindicalismo para marcar la cancha y jugar en varios planos, desde el político al gremial.

Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com

Si algo destaca a la dirigencia sindical es su habilidad para utilizar los tiempos y ocupar los espacios políticos. Quedó demostrado días pasados cuando, con una movilización, terminó jugando para la interna justicialista, ubicándose como principal pilar de la oposición, fortaleciendo la imagen ante sus afiliados en la defensa de sus intereses y advirtiendo al Gobierno que reaccionará ante algunas decisiones en el área económica y laboral.

Luego de haber mantenido -y muchas veces abusado- durante décadas la distinción de constituir la columna vertebral del Movimiento Nacional Justicialista, el justicialismo ingresó en un tobogán durante el actual período democrático.

Fue calificado por la dirigencia política peronista de ser el principal culpable de la derrota de 1983, aunque luego recuperó espacios partidarios al liderar la oposición y realizarle 13 paros al gobierno de Alfonsín. Mantuvo un silencio cómplice en las privatizaciones de la gestión de Menem  y se atomizó en la práctica con el gobierno kirchnerista, a punto tal de terminar con cinco centrales sindicales, dividiéndose en algunas adictas y otras críticas a Cristina Fernández.

Durante la gestión de Cristina (no había sucedido en el gobierno de Néstor) el sector “fuerte” del gremialismo, el liderado por el camionero Hugo Moyano, se encontraba en una situación incómoda. Estaba enfrentado a la jefa del Estado pero no podía tomar decisiones demasiado fuertes porque hubiera sido señalado como antiperonista.

Pero tuvo gestos que señalaron las diferencias, como cuando, en plena campaña preelectoral participó junto a Mauricio Macri en la inauguración de una plaza con una estatua del ex presidente Juan Domingo Perón, oportunidad en que Moyano indicó que “hasta me dan ganas de tratar a Mauricio de compañero”) o cuando impulsó a nivel de dirigencia la creación de un Partido de los Trabajadores, situación que espantó a más de un sindicalista local durante el prelanzamiento realizado durante una reunión en el gremio de estaciones de servicio. “Moyano no juega para el sindicalismo, juega para él”, llegó a afirmar uno de los asistentes.

Pese a todas esas situaciones, el dirigente de los camioneros perdió menos espacios que los que sí dejó Antonio Caló, con su planteo de alineamiento a la ex jefa del Estado.

Luis Barrionuevo siempre se movió en la suya, de enfrentar para intentar sumar, pero es reconocido que al gastronómico sólo lo siguen algunos gremios afines, porque el grueso de la dirigencia no comulga con su forma de hacer política. Y de los gremios nucleados en la CTA sólo cabría recordar que el grupo que lidera Hugo Yasky restó más de lo que sumó por declararse ultrakirchnerista, mientras el que encabeza Pablo Micheli siempre fue visto como demasiado duro en las decisiones, sin impulsar el diálogo.

Pese a las fuertes diferencias internas que hemos señalado, durante el acto del 29 las cinco centrales obreras se mostraron juntas en los días previos. Algunos, como los miembros de las CTA consideraban que debía realizarse una movilización con paro de actividades, pero terminó triunfando la tesis del gran acto público.

“Realizar un paro de actividades hubiese sido contraproducente porque muchos habrían aprovechado para recordar los 13 paros a Alfonsín”, dijo un veterano dirigente nacional consultado, quien agregó que “también sabemos que un paro cierra puertas y llegado el momento podés encontrarte sin salida. Ahora, esta movilización ha sido una advertencia y puede ser utilizada como presión para amenazar, en el futuro, con un paro si la situación no se modifica”, destacó.

Lo cierto es que el acto se realizó y fue importante. Desde el plano estrictamente gremial le sirvió a la dirigencia para aflojar tensiones entre los afiliados. “Había mucha gente disconforme con muchas de las medidas que está adoptando este gobierno y necesitábamos demostrarles a los afiliados que la dirigencia se pone a la cabeza de los reclamos”, destacó la fuente consultada, agregando que “el tono de los discursos, incluyendo el de Moyano fue fuerte, pero dentro de los límites que se habían fijado”.

Sirvió también para “jugar” en la interna justicialista. El acto de La Cámpora en Tribunales Federales cuando Cristina fue a declarar había sido importante y el sindicalismo necesitaba demostrar que aún mantiene el poder de fuego en las movilizaciones. La cantidad de gente superó a la del acto kirchnerista y con toda seguridad el sindicalismo pondrá esa situación sobre la mesa cuando llegue la hora de decisiones en la interna del peronismo.

No es casualidad el hecho de que en el sindicalismo se esté hablando de unidad en una sola central obrera para agosto de este año. En ese esquema es factible que se pueda llegar a un acuerdo entre las cegetés de Moyano, Caló y Barrionuevo y es muy difícil que en ese esquema jueguen también alguna de las dos CTA, porque inclusive hay diferencias ideológicas.

De todos modos, antes de la unificación pasará mucha agua bajo el puente. Sucede que Hugo Moyano ha manifestado en más de una oportunidad su intención de incursionar fuerte en el plano político (llegó a decir que en la Argentina, tal como sucedió en Brasil, algún día un “trabajador” puede llegar a ser presidente de la Nación) y esa actitud individualista del camionero no es bien vista por gran parte del resto de la dirigencia que está dispuesta a perder espacios, pero no tanto. Por de pronto ya se han dejado caer algunas críticas.

“El Hugo (por Moyano) no puede decir que Macri no sabe nada de política porque por algo llegó a ser presidente”, dijo un dirigente que prefirió mantener el anonimato, quien cuestionó también el costoso collar que el dirigente sindical le regaló a la conductora televisiva Mirtha Legrand, cuando participó en uno de los programas.

Respecto de lo que puede suceder en el futuro, es muy factible que el sindicalismo continúe con las críticas hacia la política económica implementada por Macri y que presione a favor de una ley que intente frenar los despidos, pero también es difícil que, en ese marco, declare un paro general. “La imagen que quedó de la marcha fue positiva para nosotros y no podemos arriesgarnos  a hacer un paro. Además, habría que preguntar qué pensará la gente si le paramos el país a un presidente a escasos meses de haber asumido”, dijo la fuente consultada.

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