Malargüe: cierre de fiesta con chivitos asados y destrezas criollas

Jorge Sosa y el Chaqueño Palavecino fueron los encargados de la clausura del espectáculo artístico. Iris Mansilla, la nueva reina de la tradicional celebración malargüina.

Desde muy temprano ayer junto al playón del polideportivo de Malargüe comenzó el movimiento que pocas horas después se transformaría en febril, por la cantidad de gente que se dio cita y por las distintas actividades que marcaban el cierre de la 31° Edición de la Fiesta Nacional del Chivo.

Los primeros en llegar fueron los participantes del concurso de chivo asado que se realizó junto a una hilera de seis hornos de barro identificados con el nombre de otras tantas familias de crianceros. Mientras se caldeaban los hornos las manos expertas de adultos, jóvenes y niños preparaban los chivos según la usanza de cada familia y lugar. Así participaron del paraje La Junta, la familia Baigorria; del Alambrado, los Sazo; Los Molles, los Martínez; de Poti Malal, la familia Jaque y de Buta Bellón la familia Ávila. También participaron de Las Loicas, los Hernández.

A las 11.30 debían abrir los hornos y un jurado “experto en degustar chivos” daría su veredicto. Uno de estos era nada menos que el propio intendente, Jorge Vergara Martínez, hombre identificado con los crianceros del departamento. Se consagraron ganadores los integrantes de la familia Martínez, de Los Molles, como cocineros del chivo más rico.

Las diferencias, lo admitió el mismo jurado, fueron ínfimas entre todos los participantes y la elección fue muy difícil porque las sutilezas fueron muchas al momento de prepararlos. La cantidad de sal, pimienta y limón u otro aliño y hasta la forma de criar, al animal a asar, fueron los puntos más importantes a la hora del resultado final.

Mientras esto se desarrollaba, muy cerca de ahí decenas de asadores preparaban los 400 chivos que serían asados y puestos a la venta cerca de las 14.

En esta oportunidad los asadores y quienes los vendieron, fueron los mismos crianceros. También se adoptó la modalidad de asarlos a las brasas y no a la llama como otros años. Esto, se explicó, se hizo para morigerar el tiempo de exposición al fuerte calor que deben soportar los participantes entre el fuego y la temperatura ambiente ya que generalmente, y como finalmente sucedió, la jornada se presentó soleada y calurosa.

Esto no impidió que los chivos una vez listos fueran consumidos como por arte de magia por los cientos de asistentes que recorrían uno a uno, durante el tiempo de asado, cada uno de los grupos. Muchos de los visitantes eran chilenos que aprovecharon el paso El Pehuenche totalmente asfaltado.

Una vez consumidos los chivos y algunas empanadas que también aparecieron en el lugar acompañado todo con buen vino, los asistentes se trasladaron a otro predio, muy cercano y bien identificado, para participar de una exposición de destrezas criollas con tropillas y jinetes que fueron la admiración de todos.

Broche de oro artístico

Jorge Sosa primero y El Chaqueño Palavecino después y como broche de oro, cerraron las noches festivaleras de la 31° Fiesta Nacional del Chivo el sábado bien entrada la madrugada. Sosa preparó el ambiente con su humor y el Chaqueño cerró con un espectáculo de color y sonido que sorprendió y encantó.

Luego de cinco años, el mismo artista lo recordó en una de sus breves alocuciones, volvió al escenario mayor de esta fiesta para brindar, al decir de los cientos y cientos de asistentes, todo de sí. Durante una hora y media ininterrumpida, el Parque del Ayer fue todo del Chaqueño.

Si bien continuaron actuando en el otro escenario otros artistas, el público se volcó masivamente a su espectáculo. Incluso, centenares de personas lo vieron actuar desde atrás del alambrado.

No faltó una tonada y una cueca cuyana que hizo las delicias de todos a modo de homenaje de este artista consagrado al público que se había dado cita para disfrutarlo en el departamento sureño.

Durante toda la actuación del Chaqueño muchos asistentes se hicieron un lugar para bailar, entre ellos miembros de las academias de baile que hacía unos momentos habían competido en un concurso. También danzaron chicos de muy corta edad que agitaron sus pañuelos y se unieron al ambiente que despidió al artista con una ovación.

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