La mejor maestra del mundo:“La tarea del docente es cambiar la vida de los chicos”

La docente canadiense ganó el premio a la “Mejor maestra del mundo” que entrega la Fundación Varkey.

Maggie McDonnell (36 )se propuso llegar al corazón de sus alumnos para cambiar sus vidas y lo logró. Nada menos que en Salluit, en un rincón del extremo norte de Canadá, donde el frío llega a congelar los huesos y las necesidades son múltiples entre los niños y jóvenes de la comunidad originaria Inuit, ella ha sabido sembrar esperanza.

Es que si hay un motor que la ayuda a redoblar esfuerzos cuando todo parece imposible, ése es el amor por educar y construir un futuro mejor desde la raíz.

Justamente, esa vocación de servicio y compromiso con la educación es lo que le hizo merecer el premio a la Mejor Maestra del Mundo, un reconocimiento que la Fundación Internacional Varkey (entidad sin fines de lucro dedicada a promover la calidad de la educación a nivel mundial) entrega todos los años -desde hace tres-  a un educador cuya obra sirva como ejemplo a seguir.

Como premio a su labor  la maestra canadiense recibirá un millón de dólares que destinará a la creación de la organización civil dedicada a la educación.

En los años que lleva trabajando como educadora, ella ha llevado contención y herramientas para la vida  a cientos de adolescentes de distintas partes del mundo en  zonas de conflictos y campos de refugiados. Unas 1.300 personas viven en el pueblo Inuit, el segundo asentamiento más septentrional de Canadá.

Allí, la historia muestra las huellas de la explotación a la que fue sometida la comunidad originaria, donde los jóvenes y sus familias han quedado excluidos y privados de posibilidades de crecimiento. Ésa es la realidad que Maggie quiso modificar.

Luego de recibir en forma simbólica el galardón Global Maestro 2017 en la Ciudad de Dubai días atrás, McDonnell pasó por Mendoza en un trayecto que en los próximos días incluirá su presencia en un acto en Santiago de Chile y continuará con una exposición para la Organización de las Naciones Unidas (ONU),en New York.

Su agenda también incluyó una reunión el director  general es escuelas, Jaime Correas en el marco de una capacitación que la cartera educativa local está organizando para directores de escuelas en coordinación con las autoridades de la Fundación Varkey en Argentina.

Al llegar al edificio de Cavas Wine Lodge, Luján de Cuyo, donde fue recibida  a minutos de  arribar a la provincia desde Canadá, la docente se muestra cordial y con sencillez comparte su punto de vista a cerca del rol de los maestros en un mundo que pide a gritos cambios profundos.

En un impasse del convite organizado en torno de su visita, ella se acomoda en un sillón de la coqueta cava y responde a una breve entrevista.

Agustín Porres, director de la Fundación Varkey en Argentina es el nexo para sintetizar el inglés de McDonnell y quien se encuentra en tratativas con la Dirección General de Escuelas (DGE) para brindar capacitación a 150 directores sobre liderazgo e innovación en la educación. El objetivo, aclaró Porres, es llegar a 900 autoridades escolares.

-¿Cuál es el mayor desafío del docente cuando te encontrás con problemáticas sociales profundas?.

- Cuando querés modificar una realidad y lograr que el cambio positivo se produzca desde la persona a la que estás formando, el vínculo que se establece con cada uno de tus alumnos es primordial, porque eso es lo que te permite generar confianza, llegar a ellos. Es muy importante no prejuzgarlos, sino entender su historia.

McDonnell destaca de hecho, que ella misma debió hacerse  querer dentro de la comunidad a la que quería ayudar desde la educación, ya que era una “llegada de afuera” en una comunidad originaria devastada por las necesidades de todo tipo y en la cual, inclusive la vida de los jóvenes estaba en juego de manera constante, en manos de problemáticas tan graves como el suicidio, el consumo de sustancias, el embarazo adolescente y el abuso sexual.

Gracias a sus proyectos educativos, que tuvieron como base el deporte y el desarrollo de actividades en las cuales los propios adolescentes y sus familias tomaron protagonismo, esta destacada maestra logró cambiar sus vidas.

-¿Cómo se logra que la tarea pedagógica no se diluya en la resolución de problemas inmediatos?

- No hay forma de llegar al desarrollo de contenidos sin antes lograr un vínculo sólido y personalizado con cada alumno. Hay que ir hacia el alumno, llegar a él. Los directores y maestros deben tener en claro que cuando hay una situación vulnerable es clave colaborar, involucrarse e intervenir.

- ¿Cómo es conveniente trabajar con las familias en ese contexto?

- Un ejemplo es que cuando la familia lo saca de la escuela porque necesita que el o la estudiante trabaje. Aquí lo que se puede hacer es buscar las maneras para que ese/a alumno/a no deje la escuela. Cuando generás un vínculo cercano sabés qué necesidades tiene y cómo podés actuar para resolverlas.

- Sin vocación, esto no sería posible...

El docente que trabaja en contextos vulnerables no tiene descanso. Pero si queremos tener un mundo mejor la salida es por acá. Amamos lo que hacemos y queremos darles un mundo mejor a los chicos. Me alimento mucho de verlos crecer, valoro que me hayan dado confianza, me renuevo y aprendo de ellos. Esa es mi motivación para seguir.

- ¿Qué mensaje desea dejar a los docentes que día a día deben afrontar problemáticas graves?

- Los docentes importan; vos importás y lo que vos hacés cambia vidas. La tarea del docente es cambiar la vida de los chicos de manera positiva y con el tiempo los frutos de lo que sembraste salen a la luz.

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