Macri redujo al kirchnerismo a una expresión minoritaria

Si como se pregonó desde la oposición Macri gobierna para los ricos, sería inexplicable que los pobres votaran complacidos la continuidad de su gestión.

Por Carlos Sacchetto - Corresponsalía Buenos Aires

Para algunos, habrá sido una sorpresa. Pero el respaldo político nacional que obtuvo ayer el gobierno de Mauricio Macri obedece a causas profundas que no estaban expuestas, pero se fueron gestando bajo la superficie de una sociedad esperanzada. Los que llenaron mayoritariamente las urnas en todo el país no fueron votos de conformismo ni de agradecimiento, y eso debería tenerlo en cuenta Cambiemos. Aunque se amplió el plazo para saldarla, la deuda sigue pendiente.

Pero lo que parece haber quedado en claro es que las numerosas demandas sociales que esperan respuesta no están condicionadas por dogmatismos ideológicos. Si como se pregonó desde la oposición Macri gobierna para los ricos, sería inexplicable que los pobres votaran complacidos la continuidad de su gestión. Lo hicieron porque están decididos a no mirar para atrás, a no permanecer pasivos frente a la división que los rencores que se prodigan los dirigentes políticos retrase la posibilidad de mirar el futuro con más optimismo.

Lo ocurrido en la provincia de Buenos Aires es la expresión más cabal de la diferencia entre dos estilos de hacer política. Cristina confiaba en un amplio margen a su favor, pero no fue así. El viejo clientelismo ya no es efectivo como antes. No lo es porque pasaron largos 12 años en los que los problemas de la gente se describían de una manera desde las cadenas nacionales, mientras que los directamente afectados percibían que las soluciones nunca llegaban.

Aquella antigua expresión tan utilizada por el peronismo, que afirma que la realidad es la única verdad, ha demostrado conservar su plena vigencia. La oposición que le planteó Cristina Kirchner al presidente Mauricio Macri desde el primer día, al no entregarle los atributos del mando como lo indica la tradición republicana, se fue construyendo día a día con medias verdades que al ser replicadas por el fanatismo militante se alejaban cada vez más de la realidad.

De ese modo, el kirchnerismo hablaba de una inflación galopante, mientras el Indec reestructurado y creíble medía la mitad. En las redes sociales se consignaban decenas de miles de despedidos en el Estado, cuando en realidad hoy existen más empleados públicos que durante el gobierno de Cristina.

Otro tanto sucedía con la ayuda social canalizada por planes y subsidios. Actualmente el gasto social es mayor que en 2015, al igual que la cantidad de beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.

Es cierto que tuvieron y tienen un fuerte impacto los aumentos en las tarifas de los servicios públicos, pero los acuerdos salariales en paritarias, la mayoría de los cuales se firmaron con cláusulas gatillo para que sean compensados los sueldos si la inflación terminaba siendo más alta, le dio un equilibrio razonable a los ingresos de los trabajadores. En consecuencia, la realidad no era tan positiva como difundía el Gobierno, pero tampoco tan mala como la pintaba la oposición.

Lo que se llamó la resistencia kirchnerista, traducida en campañas realizadas con datos falsos y anuncios catastróficos, como que se reduciría el monto de las jubilaciones, las megadevaluaciones, la extensión de la pobreza y otros similares, se adueñó de las redes sociales y del discurso periodístico de los medios K.

La exageración, el tremendismo y el resentimiento por haber perdido el poder, junto a legítimos reclamos de los sectores más postergados, alimentaron centenares de movilizaciones, cortes de calles y de rutas como si el nivel de la crisis fuera similar a la que vivimos en el 2001. Se llegó a equiparar al gobierno macrista a una dictadura, se propusieron rebeliones sectoriales y hasta un juicio político al Presidente.

De haber sido esa la realidad del país, los resultados de la elección de ayer serían bien diferentes. No es que se haya verificado un cambio rotundo en la situación económica y social del país, ni que los votos reunidos ayer por Cambiemos sean la síntesis de un aplauso. De ninguna manera. La pobreza preexistente que siempre fue negada por el kirchnerismo sigue instalada y un inmenso número de argentinos vive en condiciones deplorables.

Pero hay algo que a la sociedad le hace conservar la esperanza de un futuro mejor y eso, que no puede sintetizarse en una sola palabra, fue el fundamento del voto de ayer. En territorio bonaerense, donde el conurbano sufre una pobreza extendida que parece irreversible, como en el interior profundo de aquellas provincias que creen que éste es el camino para recuperar las economías regionales, la igualdad de oportunidades para sus habitantes y el orgullo de trabajar para progresar.

Los resultados de ayer, que no son otra cosa que un importante cheque en blanco que recibe el Gobierno nacional, tendrán también un impacto en distintos sectores claves para la marcha del país. Cambiarán las expectativas económicas y financieras para tranquilizar a los mercados. La esperanza de inversiones extranjeras productivas tendrá un nuevo impulso y la confianza en el capital político de Macri abrirá nuevos caminos hacia la construcción de un país con mayor empleo.

Otro impacto significativo se dará en la Justicia, donde los magistrados parecían haber estado esperando señales de fortaleza del Gobierno para avanzar con las numerosas causas por corrupción que comprometen seriamente a ex funcionarios, incluida Cristina Kirchner.

Es una vieja y lamentable práctica de los jueces tener un ojo en los expedientes y otro en la política, con lo cual demoran sus decisiones para no quedar a contramano de los poderes fácticos.

El triunfo de ayer de Cambiemos, que podría llegar a ser más abultado el 22 de octubre si la recuperación de la economía sigue el curso esperado y el Gobierno escucha el mensaje de quienes no lo votaron, será una luz verde para revertir la incertidumbre en todos los sectores. El poder de negociación que tendrá el oficialismo le facilitará los trámites parlamentarios para avanzar con las transformaciones.

Por todo eso votaron ayer mayoritariamente los argentinos en todo el país. Y con la esperanza de no ser defraudados.

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