Los olvidos no son siempre un síntoma de demencia senil

Es frecuente asociar a las fallas de la memoria con la senilidad. Sin embargo, las causas pueden ser otras. Te brindamos una guía para detectar el problema.

A veces es un nombre que uno no recuerda, a veces una palabra.

“¿Cómo se llamaba la vecina tan simpática de nuestra primera casa? ¿Dónde quedaba aquel restaurante donde preparaban tan bien las rabas?”.

Pero el miedo a sufrir de demencia senil aparece enseguida. Sin embargo, este temor no está muchas veces justificado. A veces simplemente no se encuentra el acceso a informaciones que no se usan desde hace tiempo o que se usan poco. Eso es algo bastante normal. Para llegar al diagnóstico de demencia senil, por otra parte, los médicos deben someter al paciente a una serie de tests.

Olvidar algo de tanto en tanto: eso le pasa a cualquiera, sobre todo cuando se tienen en mente muchas cosas al mismo tiempo, ya que esto limita las posibilidades de la memoria de corto plazo. Pero si este tipo de incidentes se registran muy seguido o se vuelve cada vez más difícil orientarse, es conveniente consultar con un médico. También cuando se guardan cosas y luego ya no se recuerda dónde.

Los olvidos pueden tener muchas causas y no siempre está la demencia detrás de ellas. A veces, son síntomas de una depresión o una fobia. Incluso pueden deberse a una falta de vitamina B12.

Sin embargo, si los síntomas se acumulan, es tiempo de actuar y de acudir cuanto antes al médico, que practicará al paciente una batería de tests. En las personas mayores, la demencia puede deberse a quistes de proteínas en el cerebro o pequeños o más grandes infartos cerebrales. Este tipo de infartos se producen por problemas circulatorios.

Si se confirma el diagnóstico, es importante que la persona afectada busque ayuda para poder continuar con su rutina lo mejor posible. Por el momento, la enfermedad no tiene cura pero se la puede retrasar con medicamentos y ergoterapia.

Otro factor importante es que la persona afectada esté socialmente integrada. Es decir, que salga de su casa, se junte con otras personas y se mueva mucho. Estas actividades aportan bienestar y tienen un buen impacto en el desarrollo de la demencia.

También ayuda hacer deportes y mantenerse activo en general. Las mejores actividades físicas son la gimnasia o el baile porque involucran varias partes del cuerpo. Es importante llevar una vida sana en general, es decir, no tener sobrepeso y consumir frutas y verduras.

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