Los niños que no pueden dormir: un problema con solución

Aprender a visualizar con ayuda a qué se debe el inconveniente es un principio para mejorar la vida de los más chiquitos.

Pedrito en sus primeros meses de vida parecía no poder conciliar el sueño. Permanecía despierto en su cuna y lloraba a viva voz, fuera la hora que fuera, tanto de día como de noche. “Y si funcionaba, no duraba más de una o dos horas”, recuerda su madre, Cristina. Los padres sabían que no era lo más recomendado, pero Pedrito siempre acababa durmiendo en la cama matrimonial. “Es que uno llegado el momento hace cualquier cosa para que el niño duerma” dice Cristina, recordando que ella misma también estaba sumamente agotada en las primeras etapas después de dar a luz.

El tema del sueño de los recién nacidos no es sencillo. Los padres muchas veces están desconcertados porque no saben cuánto deberían dormir los bebés, cuya necesidad de horas de sueño varía según la edad: los recién nacidos deberían dormir entre 16 y 18 horas; los niños de un año, entre 12 y 15 horas y a partir de los cuatro años bastaría con que sean 12 horas. Sin embargo, esos valores sólo son orientadores generales.

Los problemas para dormir suelen ser normales en los bebés. Los recién nacidos todavía no han aprendido a dormir de un tirón. Tampoco saben cómo tranquilizarse solos cuando despiertan por la noche. Desde ya, siempre es bueno estar atento como padre, ya que, de presentarse otras molestias habría que acudir a un pediatra.

Dormir incluso puede ser un problema durante los primeros años escolares, ya sea en el jardín de infantes o en el nivel primario. Allí se recomienda descartar que haya algún inconveniente orgánico. De no ser así, es cuestión de tener paciencia.

Si no hay modo de que un niño duerma, es bueno que los padres intenten cambiar detalles del ritmo diario. Siempre es bueno que los pequeños tengan mucha actividad durante el día, de modo de no llegar a la noche rebosante de energías, y la familia por la noche debería tener momentos de serenidad.

También es muy bueno tener en cuenta que los menores necesitan que sus costumbres sean constantes y recordar que los "rituales del sueño" son buenos aliados. Por ejemplo hace bien leer alguna historia después del cepillado de los dientes o cantar alguna canción muy tranquila, mientras se espera que llegue el sueño. Al menos de esa forma se anuncia de un modo amable que va siendo hora de dormir.
Por otro lado es bueno saber que las causas de la falta de sueño en los niños pequeños no siempre son banales. A veces se vinculan con aspectos emocionales. Si se sospecha que el niño podría estar psíquicamente con alguna preocupación, será mejor consultar a un especialista, ya que de nada servirá tratar la falta de sueño como síntoma sin investigar los motivos.

Los padres también necesitan tener serenidad y fuerzas para poder calmar a un niño y ayudarlo a conciliar el sueño. 
Cristina ha logrado que Pedrito se duerma solo y despierte muy rara vez de noche. Pero tiene dos buenos consejos para dar: "buscar y aceptar ayuda en caso necesario; y no olvidar nunca que sólo es una etapa y pasará".

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