Los jóvenes catalanes en la primera fila

Los jóvenes en Cataluña, que viven desde hace años el aumento del sentimiento independentista contra España, participaron masivamente ayer en una gran manifestación en Barcelona por “la construcción de un nuevo país”.

Anna Comellas, de 20 años, marcha arropada con una bandera independentista -franjas rojas y amarillas y una estrella blanca sobre un fondo azul-, a tres semanas de un referéndum de autodeterminación convocado por los dirigentes separatistas de la región, pero prohibido por la justicia española.

Para ella es la quinta “Diada”, la fiesta del 11 de septiembre en Cataluña, que se ha transformado en una manifestación para que los separatistas muestren músculo.

La joven estudiante de cabello castaño, que quiere ser profesora, recuerda que su abuelo era simpatizante de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).

Sus padres no son nacionalistas, pero ella se volvió independentista en contacto con los otros alumnos en sus clases, que eran, “salvo las de lenguas extranjeras”, en catalán, la lengua regional cuyo uso oficial fue prohibido bajo el franquismo.

“Los tiempos avanzan y la gente se da cada vez más cuenta de que estar en España nos perjudica”, asegura, señalando que en la escuela entendió que los catalanes contribuyen más a las arcas españolas de lo que reciben a cambio, una queja recurrente entre los separatistas.

Su padre la acusa en broma de ser una “rojilla”, pero esta votante de la CUP - partido independentista de extrema izquierda- muestra su decisión.

Sus padres “ya tienen la vida hecha, han trabajado y no necesitan un cambio en su vida. Nosotros vemos lo que está por venir”, dice, evocando los efectos de la crisis económica y la ausencia de perspectivas para los jóvenes.

"Que se nos respete"

Barcelonés de 21 años, Cristian Par muestra la camiseta de la Diada de 2013, cuando los separatistas formaron una cadena de 400 kilómetros. “Me gusta ver la unidad, el respeto que nos tenemos unos a otros. Es lo único que queremos, que se nos respete”.

Su madre argentina aprendió el catalán al llegar, se integró sin dificultad y es “independentista”.

“A los 15, 16 años, leía las noticias y vi que lo más justo era poder constituirse en Estado, para tener más recursos y ser respetados como cultura”, señala el joven, quien no se siente “relacionado con la cultura española”.

Laura Alberch, una joven periodista de 25 años de la población de Vic (43.000 habitantes), un bastión del independentismo al norte de Barcelona, asegura que construyó su identidad política en función de “cómo nos tratan desde Madrid”. “Mis antepasados murieron en la Guerra Civil (1936-1939) asesinados por las tropas de Franco y mis padres eran nacionalistas” catalanes, explica.

“Estamos en el siglo XXI y esta Constitución que dice que el referendo es ilegal, es de hace 40 años, los tiempos cambian”, dice Alberch, que estima que gracias a las redes sociales los jóvenes están más movilizados.

El último sondeo del centro de estudios de opinión que depende del gobierno catalán daba una ligera ventaja al “Sí” a la independencia entre los jóvenes de 18 a 34 años.

“Los jóvenes son un poquitito más independentistas” que sus mayores, dice el politólogo Pablo Simón, explicando que muchos de ellos han expertimentado desde corta edad el auge del separatismo en Cataluña, desde principios de 2010.

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