Los intelectuales religiosos disidentes, víctimas de la ira de los talibanes

Lo que más socaba la autoridad de los talibanes son los sermones de los eruditos, capaces de cuestionar su ideología. Por eso, han asesinado a unos 300 predicadores desde 2004.

Togh-Bairdi, Afganistán. Una tumba solitaria, con su montículo de tierra sombreado por una morera y adornada siempre con flores, se ha convertido en una parada diaria para los estudiantes del seminario y miembros del personal cerca de Togh-Bairdi, en el norte de Afganistán.

Es donde está sepultado Mawlawi Shah Agha Hanafi, un erudito religioso que fundó el seminario hace unas dos décadas y ayudó a convertirlo en una próspera escuela para unos 1.300 estudiantes, de los cuales 160 son chicas.

Recientemente, el talibán plantó una bomba que cobró la vida de Mawlawi Hanafi cuando estaba reunido con estudiantes. Su tumba se convirtió en un punto de reunión para la oración y el lamento. “Cuando vengo a trabajar, lo primero que hago es recitar un verso del Corán en su tumba”, dijo Jan Agha, director del seminario, en la provincia de Parwan. “Luego lloro y después me voy a mi oficina”.

Eruditos en desgracia

Mawlawi Hanafi se unió a una creciente lista de eruditos religiosos islámicos víctimas de la guerra afgana. Como sus palabras tienen peso, son buscados por su apoyo y con frecuencia son asesinados por sus críticas.

Se cree que cientos fueron eliminados durante los últimos 16 años de guerra, y no siempre por el talibán. Pero según funcionarios, hubo un incremento en el asesinato de eruditos, ampliamente conocidos como ulema, mientras el movimiento insurgente intensificó sus ofensivas en los últimos dos años. Es un recordatorio de la importancia que dan los insurgentes no sólo a las victorias militares, sino también a la influencia religiosa en su campaña para desestabilizar al gobierno y tomar el control del territorio.

“La razón de que el talibán recurra a tales actos es que quiere asegurarse de que su legitimidad no sea cuestionada por los sermones de estos ulema”, explicó Mohammad Moheq, erudito afgano de la religión.

“La única cosa que socava su legitimidad es la habilidad y el poder de estos ulema si predican y argumentan contra ellos”, dijo Moheq. “Sólo ellos pueden desafiar la ideología del talibán, no los eruditos liberales u otras personas, y el talibán eso lo entiende”.

En la provincia de Kandahar, base del poder original del movimiento talibán, unos 300 predicadores fueron ultimados desde 2004, de acuerdo con Mawlawi Obaidullah Faizani, director del Consejo Ulema de esa provincia.

En Badakhshan, 20 fueron asesinados en el último año, dijo Abdul Wali Arshad, director del Departamento de Asuntos Religiosos de la Provincia. En la provincia de Logar, recientemente, el subdirector del Consejo Ulema provincial fue acribillado cuando regresaba a su hogar.

“La razón de que estos ulema sean objetivo es porque dicen la verdad -y la verdad es que la actual lucha es sólo por el poder”, dijo Mawlawi Khudai Nazar Mohammedi, director del Consejo Ulema de Helmand.

Un miembro del consejo de liderazgo del talibán sugirió que parte de la razón para el intensificado ataque dirigido contra expertos religiosos es la influencia del nuevo líder de la insurgencia, Mawlawi Haibatullah Akhundzada. Él mismo es un ulema y líder de una madrasa (una escuela religiosa).

La importante figura talibán, que habló con la condición de mantener el anonimato para evitar enojar a otros miembros del liderazgo, dijo que por órdenes de Mawlawi Haibatullah, los sermones eran más cuidadosamente vigilados que antes -y que alejarse de las interpretaciones talibanas de la ley de la Sharia era castigado “lo más severamente posible”.

Guerra santa

El comunicado del talibán tras acribillar a Abdul Ghafoor Pairoz, de 32 años, un erudito en Kandahar, señalaba que había sido asesinado por considerar “la actual guerra santa en Afganistán como ilegítima”. El talibán dijo que “eliminar un elemento tan malicioso” era una señal para los demás de que estaban siendo vigilados. Mawlawi Hanafi, el fundador del seminario en Parwan, también era crítico del sendero del talibán y con frecuencia hablaba apasionadamente de política en sus sermones.

Tras múltiples atentados en su contra, Mawlawi Hanafi se había visto obligado a abandonar Togh-Bairdi, su pueblo natal, y había tomado otro empleo en la capital de la provincia, como director de un seminario más grande.

El 9 de mayo, cuando estaba sentado con tres docenas de estudiantes, una bomba que había sido plantada debajo de su almohadón detonó. Su hermano, Mawlawi Jawed Hanafi, dijo que el joven que había plantado la bomba -y que más tarde fue arrestado- era un estudiante de la clase.

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